La soledad del internacionalismo

Foto: Alejandro Trujillo Valdés

La soledad del internacionalismo

29 / agosto / 2016

Josué tiene 32 años, la piel blanca y los ojos rasgados. Solo se necesita un rato junto a él para saber que es feliz con cosas simples -bailar reguetón, ir a la playa durante el verano y ver las carrozas en los carnavales. Josué dice palabras cortas, aunque parece entender más de lo puede articular. A su hermana, por ejemplo, la llama Nené. Nené o Jéssica tiene ocho años menos que él, pero lo ha cuidado desde que recuerda.

Si se les mira con detenimiento hay en ellos rasgos comunes: el color del cabello, la piel, algunas facciones… En definitiva solo los diferencia un cromosoma: él es síndrome de Down; ella, una muchacha “normal” que con solo 13 años se quedó al cuidado de su hermano mayor.

Jéssica tuvo la ayuda de Yeya, una cuidadora que el Estado cubano pagaba mensualmente por atender al muchacho. Yeya fue durante dos años la tutora legal de los hermanos y un apoyo inmenso mientras la madre de ambos, Juana cumplía misión internacionalista como enfermera en Honduras.

Cuando mi mamá se fue para Venezuela fue una etapa muy dura para mí.

Pienso en preguntarle a Jéssica por qué su mamá decidió irse. Quiero entender por qué Juana dejó atrás una niña, un muchacho discapacitado. Pero quizás mi pregunta no sea oportuna. La aplazo. Mejor pregunto generalidades sobre esa etapa.

“Mi adolescencia transcurrió con más responsabilidades que las que una chiquilla debería tener: las obligaciones escolares, estar pendiente de cada paso de Josué y enseñarle algunas cosas. No quería que se sintiera inútil, ni que dependiera totalmente de otros.”

Así vivió durante dos años: Yeya se convirtió en parte de la familia. Josué cada día se conectó más con su hermana: la esperaba despierto cuando salía de casa, se entristecía si ella lo regaña, no permitía que nadie le alzara la voz a Nené. La protegió. Entonces regresó Juana a Cuba. Pasan un par de años. Jéssica alcanzó la mayoría de edad. Comienza a estudiar medicina. Juana vuelve a salir de misión. Ellos se quedan otra vez solos.

“Cuando mi mamá se fue para Venezuela fue una etapa muy dura para mí. La gente cree que ella solo se fue de misión por dinero, para mejorar; pero no es el caso. Mi mamá ha sido una mujer muy revolucionaria. Ella siempre afirma que era una guajirita de Ceja del Negro y que si estudió enfermería, si le dieron este apartamento, si fue internacionalista se lo debe a la Revolución.  Y creo es verdad pero también se lo debe a ella misma. Es una mujer que se ha sacrificado por nosotros y también por sus ideas. Una misión que era de dos años terminó duplicándose.

“En ese tiempo Yeya cuidaba a mi hermano mientras yo estaba en la universidad, pero desde la tarde y durante los fines de semana la responsabilidad era mía. Llevaba a la par escuela, deberes de ama de casa y el cuidado de Josué, quien se enfermó varias veces.

“A eso súmale que Medicina es una carrera compleja que demanda horas de estudio y consagración. Quería dedicarle más tiempo pero no podía. Finalmente en septiembre comienzo mi último curso. Aprobé todos los años y nunca tuve que examinar ninguna materia en un mundial pero hubo momentos en los que creí que no podía con tanto”.

Jéssica estaba en medio de un seminario. Había estudiado, pero quizás no lo suficiente como para complacer las demandas de una profesora, célebre por su rectitud y exigencia. La profesora lanza preguntas. Ella contesta lo que sabe. Entonces la mujer la señala por no estar bien preparada. Le asegura que eso es injustificable, que su única obligación era estudiar.

“Me dolió que hablara así sin saber cómo era mi vida, ni quién estaba en ella”.

Mientras la muchacha me cuenta,  pienso que pudo haber dicho: “los problemas que había en mi vida”. Pero cuando se le conoce, se tiene la certeza de que nunca nombraría a Josué así. Y es que nunca lo ha visto así.

Converso con ella el día antes de que salieran de vacaciones. Josué se siente feliz porque estarán una semana en la playa, me lo dice muchas veces mientras su hermana termina de acomodar un maletín. En la habitación, sobre la mesa de la computadora, encuentro unas fotos suyas de cuando eran niños.

Son unas imágenes descoloridas. Cuesta identificar en ellas la misma casa en la que hoy estoy. Ahora es un apartamento cómodamente amueblado, sin privaciones, equipado con los años de ausencia; pero en las fotos que observo solo hay un televisor en blanco y negro, marca Caribe, dispuesto frente a un sofá sencillo con espaldares agujereados. En el fondo de la imagen se ve un juego de comedor de hierro con una cubierta de zinc a medio pintar; y paredes, muchas paredes vacías.

Y entonces entiendo que aquella  pregunta era absurda, ese “¿por qué se fue?”. Comprendo que no tengo derecho a juzgar. Nadie lo tiene. Hay demasiadas intimidades en el trasfondo del internacionalismo.

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Cenaida Álvarez

Esta es la historia de muchas familias cubanas. El internacionalismo es también eso: dejar atrás a quienes te importan, sacrificarte por ellos. Debe ser duro para una madre separarse así de sus hijos, pero a veces no nos queda otra opción
Cenaida Álvarez

Ytte

Es verdad que es la historia de muchas familias cubanas, sin embargo para no querer juzgar a la madre lo haces muy duramente y le estas quitando importancia a lo material, que no es lo mas importante de la vida pero en Cuba, es un gran determinante, porque a donde habria llegado esa muchacha tan buena y tan abnegada si la madre no se hubiera ido de misión??? son muy pocas las personas que realmente se dedican a su carrera y terminan una tan dificil como es medicina si tienen que ponerse tambien a ayudar economicamente en su casa, y en una familia con un miembro que no es independente y necesita constante supervisión debe ser mucho más complicado. tomar la decision de irse, Y PARA VENEZUELA!!!! no es facil para nadie y menos para una madre,dejando dos hijos detras.
Ytte

colaboradora

Ytte aquí nadie juzga. Cuando se mira la historia desde afuera es dura: Dos muchachos solos sin familia, con una cuidadora. todos nos preguntamos por qué dejarlos así. Creo que no entendiste bien o entendimos diferente. En el artículo no veo que nadie critique. Al contrario me parece que se explican los motivos por los que se separan las familias: el dinero(muy válido y que leyendo como vivían les hacía falta) y los principios ideológicos de la madre(también válidos). A esta mujer nadie, NADIE, la señala. Ella hizo lo mejor que pudo por su familia
colaboradora

colaboradora

Ytte aquí nadie juzga. Cuando se mira la historia desde afuera es dura: Dos muchachos solos sin familia, con una cuidadora. todos nos preguntamos por qué dejarlos así. Creo que no entendiste bien o entendimos diferente. En el artículo no veo que nadie critique. Al contrario me parece que se explican los motivos por los que se separan las familias: el dinero(muy válido y que leyendo como vivían les hacía falta) y los principios ideológicos de la madre(también válidos). A esta mujer nadie, NADIE, la señala. Ella hizo lo mejor que pudo por su familia
colaboradora

luis

Nuestro internacionalismo tiene dos realidades , una linda, humana y tierna , la otra es cruda y dura.
luis

mariusky

Quiero felicitarte por ese bello articulo nunca habia leido algo tan conmovedor sobre la realidad que vivimos miles de profesionales. Es la realidad más exacta que he podido leer. Gracias
mariusky

mariusky

Quiero felicitarte por ese bello articulo nunca habia leido algo tan conmovedor sobre la realidad que vivimos miles de profesionales. Es la realidad más exacta que he podido leer. Gracias
mariusky

Mandy

Muchos anos atrás podria decir que plenamente las colaboraciones médicas eran por conviccion, por ideologia política, por aquel humanismo que todavia tenemos por el projimo pero la realidad de hoy es otra y seria tratar de enganarnos a nosotros mismo si dijeramos lo contrário, nadie seria capaz de dejar ninos de meses, especiales, familiares enfermos si tienen las condiciones mínimas y salários dignos para vivir, desgraciadamente tendra que morir mucha gente para mudar esa mentalidad primitiva y valorar más nuestro trabajo.
Mandy

yomayra Espinal Espinal

Hubiera proferido tener mi madre de guía y protección aunque,fuese mas pobre dejan un vacio que nunca se llena ni con todo el oro del mundo(una hija olvidada)
yomayra Espinal Espinal

Ivan

muy triste pero muy cierto
Ivan

Maga

Realmente una historia que me hizo pensar y hasta llorar formo parte de ese grupo que salio para mejorar la vidas de ambas partes .porque no es menos cierto que mejoramos económicamente. Sin dejar de ajudar a.los pueblos más necesitados en un mundo mal repartido. No somos los únicos que emigramos para ayudar a nuestras familias son muchos en el mundo que se sacrifican y se aventuran en lugares desconocidos alejados de sus seré queridos pasando momento de tristeza y alegría solos o sin la presencia de aquellos que realmente queremos que estén de nuestro lado .Artículo periodístico lindo tocando un tema bien sencible para los internacionalistas cubanos
Maga

Alexa

Tengo 3 misiones internacionalistas pero cuando tuve condiciones familiares para ir. Por encima de mi hijo ABSOLUTAMENTE NADA NI NADIE.No puedo entender la actitud de esa Madre…ni por patriotismo ni por dinero. He visto mucho y nadie me puede hacer cuentos sobre eso. Todos los días veo casos así y de verdad que no lo voy a entender NUNCA.
Alexa

MANUEL

MUY BUEN ARTÍCULO, ESCRITO QUIZÁ DESDE UNA SITUACIÓN EXTREMA COMO LA EXISTENCIA DE UN HIJO DISCAPACITADO, PERO NO ES MENOS CIERTO QUE ADEMÁS DEL ALTRUISMO QUE CARACTERIZA A LOS INTERNACIONALISTAS CUBANOS, LA PARTE ECONÓMICA ES VITAL EN MOMENTOS TAN DIFÍCILES PARA LA ECONOMÍA EN TODO EL MUNDO, QUE POR SUPUESTO GOLPEA A GRAN PARTE DE LOS QUE HOY CUMPLIMOS MISIONES EN TODO EL MUNDO, EN CIRCUNSTANCIAS TAN DURAS COMO LAS ACTUALES EN BRASIL Y VENEZUELA…UN ARTÍCULO MUY BUEN REDACTADO QUE REFLEJA UNA DURA REALIDAD COTIDIANA
MANUEL

Yaima Montalvo

A buen entendedor, con pocas palabras vasta! Su conmovedora historia lo refleja todo
Yaima Montalvo

Eddy

Hola soy médico y he salido de misión 8 años..la historia q se cuenta aqui es muy común en la vida de los médicos q salen de misión..es verdad q la idea de salir de misión conocer un país nuevo.ayudar a gente q lo necesita eso es lindo.pero lo principal en esas misiones es mejorar la economía personal..el cubano sale de misión porque es como único puede vestir y comer y tener una casa sin tener q “inventar”..eso está claro..pero Cuba se aprovecha de eso y lo q le paga a los médicos q salen de misión es una miseria con respecto a lo q el país al cual va ese médico a trabajar paga por ese médico..ósea me explico..si Brasil le paga a Cuba 5000 dólares por un médico cubano.Cuba sólo le da al médico 1000$..eso quiere decir q te está exportando no por internacionalista sino para hacer negocios con el profesional..eso lo llamo esclavitud del siglo XXI..q nadie me joda q es internacionalismo..esa palabra la usa Cuba para a el médico se la crea.pero en realidad lo q hace es explotarlos.
Eddy

Santo

Tres misiones, más de 10 años lejos de mi familia, deje a mi hijo niño y ya es un hombre. En ese tiempo a cambio de estar lejos de él pude darle muchas cosas materiales comparado con lo que pueden otros cubanos. Hoy de regreso, viejo y cansado, con mi matrimonio perdido por la distancia, tratando de llenar el vacio por el tiempo perdido con mi hijo me doy cuenta que no valio la pena, no voy a abundar en lo que sufrieron ellos, en lo que sufri yo, en lo que em explotaron, en lo bonito de poder ayudar a otros y conocer otros lugares, solo les voy a repetir: NO VALE LA PENA, PERDI MÁS DE LO QUE GANE.
Santo

osmany

Realmente una historia q duele y es real, pero q solo la familia sabe la verdadera realidad del tema. Faltaron muchas cosas por contar, pero el tema es inmeso. El autor busco tocar sutilmente algunas cosas para ir a lo q el quería mostrar, no lo juzgo para nada, es su articulo y su forma de ver la vida. Para hacer un articulo completo real del tema habría q hacer una tesis. Las misiones medicas y de todo tipo tienen tantas cosas malas como buenas. Cada quien las pone en una balanza y decide q es mejor para el, aunque luego se lamente.
osmany

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