¿Qué expectativas tienen los cubanos para 2024?

Foto: elTOQUE.

¿Qué expectativas tienen los cubanos para 2024?

1 / enero / 2024

He repasado mi lista de contactos de WhatsApp y he lanzado una interrogante a mis familiares, amigos y conocidos. Algunos no han tenido el ánimo de contestar, otros me han dicho que no quieren participar en la propuesta.

Se trata de un ejercicio colectivo.

¿Qué prevés para los cubanos en 2024?, pregunté.

Vale la pena compartir las respuestas que recibí. Dicen mucho de nosotros.

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2024 será un año más duro desde el punto de vista económico. Habrá una mayor brecha social cuyas consecuencias se agudizarán. Probablemente, haya microestallidos.

Boris Milián Díaz, 37 años, escritor y traductor freelancer, activista, reside La Habana, Cuba.

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Siento que 2024 va a ser un año de mayor colapso económico, es triste decirlo pero no se ve otro escenario posible. Se seguirá complejizando la vida de la ciudadanía y de tantas familias a lo largo del país.

Leonardo Fernández Otaño, 31 años, historiador, doctorando en la Universidad de Alcalá, España.

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¿2024? Si 2023 terminó mal, 2024 comenzará mal también. Habrá más división de clases, seguirán las mentiras en los medios de información, fallecerán muchos ancianos por falta de alimentación, morirán más enfermos por falta de medicinas, los jóvenes —con muy pocos maestros y con el horrible reguetón de poco lenguaje vulgar— tendrán un futuro incierto. Aumentarán los robos y la bolsa negra por la falta de moneda y los del poder engordarán más y vivirán bien. Resumen, desastres y sin esperanzas. Ojalá me equivoque.

Ileana, 61 años, dibujante, reside en La Habana, Cuba.

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Para el pueblo cubano el inminente fin de 2023 será el continuum de lo que ha sido el año en cuanto a la situación económica, política y social, caracterizada por una carencia material extrema, por la acuciante deslegitimación de las estructuras de poder y sus figuras representativas y por la acción contestataria de la sociedad civil cubana que, aunque fragmentada aún, será el exponente en la denuncia de la crítica situación existente. Hay otros factores a considerar, por supuesto. Todo es caos en este país. Hay una miseria material y espiritual como nunca se había experimentado.

Alberto, 47 años, músico, reside en Villa Clara, Cuba.

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Para 2024 me encantaría augurar felicidad y bienestar para los cubanos, pero no hay nada que indique que se vaya a revertir la crisis actual. Lamentablemente, la situación económica —con suerte— se quedará como está, aunque parece que seguirá yendo a peor. Cientos o hasta miles de cubanos, si tienen la oportunidad, seguirán huyendo del país como y a donde puedan.

Pedro Sosa Tabio, 25 años, periodista, vive en Estados Unidos.

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Peor que el año anterior y mucho mejor que el próximo.

Osvaldo, 76 años, licenciado en Educación, reside en La Habana, Cuba.

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2023 termina fatal por una parte —pues la inflación de la moneda supera lo inimaginable hace un año—, pero por otro lado el Estado se ha visto obligado a dar paso a la empresa privada. Lo anterior promete grandes esperanzas para el próximo año, pues las mipymes pasarán de importar a producir, algo ahora y en el futuro más. Sin dudas será un año duro, pero veremos el final del túnel.

Carlos T. Cairo, 61 años, artista visual, reside en La Habana, Cuba.

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Tristeza, mucha tristeza y PAPELAZO HISTÓRICO para una nación que fue linda y aguerrida, que perdió sus mejores hijos en gestas de gloria y ahora los pierde porque huyen del país que los vio nacer. Triste, muy triste todo, pero no es culpa nuestra, de nosotros «los de a pie». Igual sigue prendida la llamita de la esperanza, aunque arda por generaciones, es lo único que no nos van a quitar nunca los ««torpes de la Historia». Nada nuevo, a otros les pasó.

Arcadio, 67 años, músico, reside en La Habana, Cuba.

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Preveo mucho más negro para los cubanos 2024 que 2023 (al menos para los que permanezcan en la isla). Todo lo demás es muela. Se me olvidaba, negro con pespuntes negros.

Elvis, 47 años, carpintero, reside en La Habana, Cuba.

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La celebración del nuevo año será salvada, quizá, por el carácter que tenemos los cubanos de imponernos por encima de la desesperanza y el caos; pero el recibimiento de 2024 será con las manos vacías, con el alma vacía y con la certeza de que en estos momentos las promesas de una mejoría material y espiritual son vanas.

Se impone un año tan malo como el anterior. Ojalá yo fuera profeta y pudiera vaticinar un advenimiento del bien para Cuba, pero también soy un hombre de poca fe y no espero nada hermoso en 2024. Hemos perdido mucho. Miles se han marchado, se ha marchado la juventud emprendedora y la soledad no augura buenos tiempos. Ojalá me equivoque, pero siento que la isla va a la deriva. La fe, como toda dádiva, también se gasta y es carísimo reponerla.

Hermes Entenza, 63 años, artista visual y escritor, actualmente de viaje por Europa.

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No vislumbro aún 2024, mi mente no puede imaginar un vuelco de la situación actual sin movimiento social activo. En las calles. No hay nada que se haya logrado en el mundo sin la gente en las calles. Creo también que se prepara un cambio fraude, una pantalla más para mantener el control social. Lo veremos. Mi deseo en particular es que se desate el movimiento total y pleno de la sociedad y que sean puestos en libertad los presos de conciencia. Hay un abrazo grande esperando fuera de las cárceles.

Marcos Burgos Ezavin, 45 años, realizador visual, cubano exiliado en Uruguay.

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En 2024 seguirá la emigración masiva y gracias a ello más familias podrán comer pan o acceder a pagar en una mipyme. La alegría, ingrediente indispensable para festejar la tradición, no está. Familias separadas por mar o por rejas, hambre y miedos abrasan, consumen.

No sé bien qué pasará en 2024, sospecho que todo seguirá igual o peor, pero expreso mi deseo y espero que se cumpla. Deseo la libertad de los presos políticos, la promulgación de la ley contra la violencia de género y que, a raíz de esa norma, se puedan abrir proyectos para facilitar información y enfoques de protección a sobrevivientes.

Claudia Expósito, 49 años, productora, reside en La Habana, Cuba.

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Vivir tan lejos convierte Cuba en una mezcla de añoranza y sentimientos encontrados, pues no tengo la experiencia de primera mano de lo actual y vivo de las noticias que me llegan, de las fotos, de los mensajes en las redes sociales, de algún aguacate recién llegado desde allá que alguien me regale, de la música que me traje hace casi 14 años. Por eso solamente puedo imaginar el año nuevo en Cuba como una mezcla de pobreza y ganas de vivir de la gente, de ilusiones perdidas y de problemas cotidianos con precios de productos que me parecen increíbles de pagar y de una total incomprensión sobre cómo la gente se las arregla para vivir. Con la inventiva del cubano me imagino a la gente tratando de pasarla bien, despidiendo lo mejor posible 2023 y encarando la incertidumbre de 2024.

Quisiera para el año que viene que los cubanos, incluyéndome a mí, aprendiéramos a ser más tolerantes y compasivos con los demás, a respetar las opiniones ajenas y, sobre todo, a defender las nuestras y el derecho a equivocarnos. Hemos aprendido, por suerte o por desgracia, a vivir austeramente, con poco; incluso aquí me las arreglo para contentarme con lo necesario, pero quisiera que «ese poco» sea suficiente para vivir con dignidad y con sentido de justicia. Lo anterior no es posible sin una evolución del país en todos los niveles, de la cabeza a los pies.

Andrés Mir (Fernando Salcines), 57 años, escritor, poeta, periodista, corresponsal de la agencia EFE en Moscú, Rusia.

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No sé cómo será el fin de año para Cuba. Yo también he pecado al creerla una entidad con carácter, voluntad, alma… pero ya no lo creo.

Cuba no es un elemento. No es una cosa. Cuba no existe. Es solo una idea.

Porque si Cuba existiera no dejaría más que los cubanos pasaran otro fin de año arrastrando maletas por las cuatro esquinas, deseando desertarla. O deseando que sus hijos e hijas la deserten para que la vejez de quienes quedan detrás sea menos hambrienta. Cuba no dejaría que los negros cubanos vivieran muy por debajo de los niveles de pobreza de cualquier otro país del área. Ni que sus cárceles estuvieran llenas de presos políticos. Ni que las madres vieran las mesas vaciarse de comida y vástagos.

2024 no anuncia nada que no anunciara el 23, el 22, el 21… y así vamos para atrás hasta unos años que casi olvido cuáles son porque yo crecí con la promesa del cosmos y solo me ha sido dada una tierra baldía.

Mabel Cuesta, 47 años, profesora, vive entre Houston, Estados Unidos y Matanzas, Cuba.

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El fin de 2023 y el inicio de 2024 estarán marcados por los mismos sentimientos, tristeza, incertidumbre, cansancio.

¡Tristeza por no vislumbrar mañanas de luz!

¡Incertidumbre por un mañana incierto!

Cansancio por las tantas promesas incumplidas, por los tantos sueños aplazados, por las tantas orfandades.

Ese será el denominador común del fin de año y comienzo del otro.

Ojalá seamos capaces de ponerle a esta isla hermosa una versión diferente en 2024.

Sergio Cabrera, 52 años, activista social, reside en La Habana.

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En general triste, muchos desgarramientos y mucha precariedad material.

Preveo, en general, un 2024 tan o más difícil que 23, sin esperanzas no hay propósitos y eso es vital para ver el futuro con entusiasmo.

En lo personal voy a celebrar en grande, aunque sea con agua. El AMOR es razón suficiente para agradecer la llegada de 2024 con la luz que matiza y transforma cualquier desgarradura o contratiempo.

Para 2024 no preveo, solo deseo que el encantamiento del AMOR no me abandone. Con eso puedo todo.

Mariela, 55 años, actriz, reside en La Habana, Cuba.

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Acabo de pasar un par de noches en La Habana y el panorama no puede ser más triste. La Habana en invierno, con lluvia y de noche es una de las ciudades más tristes que puedas visitar. De alguna manera se nota, además, el éxodo masivo del último año, quienes quedan y se dejan ver son los más viejos y los más desfavorecidos. 

El fin de año, por tanto, pinta triste y deslavazado, como era de esperar para un proyecto político en fracaso total.

En cuanto a lo que vendrá, lo único positivo de la puesta en funcionamiento de las célebres mipymes es que por primera vez el cubano entiende que no todo provendrá del Estado, el supuesto benefactor. A pie de calle se comenta que cientos de médicos y maestros han abandonado sus puestos para irse al sector privado. La gente cita nombres de profesionales que se deslizaron de manera rampante hacia el único sector productivo.

Quiero entender el fenómeno como el primer escalón de un largo camino hacia la normalización. Cuba será en algún momento un país normal, tras décadas de anormalidad. Solo que, lamentablemente, en una primera etapa todo parece indicar que le espera un capitalismo a la rusa, sin elecciones realmente limpias, sin separación de poder y, sobre todo, con la presencia de una gran mafia conformada por los más jóvenes de los que hoy detentan el poder.

La noche en Cuba seguirá siendo larga.

Gerardo Fernández Fe, 52 años, escritor, reside en Estados Unidos.

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Las expectativas de un 2024 «mejor» no se corresponden con un sistema fallido, inepto, retrógrado y corrupto que desgobierna el país y miente impunemente.

Agustín Rolando Rojas Leyva, 64 años, artista visual, reside en Toronto, Canadá.   

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Estoy leyendo Las hermanas Romanov. Es un libro muy interesante y triste a la vez.

Hace un rato hallé una cita textual de lo que resultó ser la despedida del Zar Nicolás II a su madre, y pensé que así, tal cual, es mi respuesta para tu encuesta: «Uno se acuerda de este año pasado tan difícil quiera o no, pero ¿qué nos espera a todos?».

Norma, 76 años, profesora de Historia (jubilada), reside en La Habana, Cuba.

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Triste y desesperanzador.

Michel, 47 años, jardinero, La Habana.

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No veo luz en 2024. Veo más de lo mismo, inflación, mala gestión, autoritarismo, represión, estampida migratoria en apogeo, los de abajo igual de jodidos. No veo esperanza ni cambio. Ojalá me equivoque en todo.

Manuel, 32 años, profesor, reside en La Habana, Cuba.

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El cubano solo espera miseria para 2024. Necesitas creatividad para vivir y expresarte manteniendo lejos a quienes nos reprimen en el nombre mal utilizado de revolución, que significa giro, cambio, renovación.

Eduardo Ebelk, 40 años, comunicador social, reside en La Habana, Cuba.

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No creo sea algo que no se pueda predecir, aunque por momentos me niego a rendirme, pero cuando veo el deterioro tan profundo de la sociedad cubana puedo imaginar cómo será el «nuevo año».

Lamentablemente, Cuba es un país con una enfermedad que para muchos fue inoculada y para otros la obtuvo por su mal accionar y su fatal decisión de creer y apoyar a quienes la llevaron a estar en la peor condición humana.

¿Qué se puede esperar de tanto dolor, separación y desarraigo? Quisiera no ser tan pesimista, pero todo se repite cada año, como una tragedia de Esquilo. Si pudiera darle un nombre a esa tierra, sería tierra baldía, como el poema de T.S. Eliot.

Solo espero que un día todo pase y sea solo una historia macabra que nuestros nietos leerán en los libros de Historia y la verán como vemos hoy las fotos en blanco y negro, con la incógnita que siempre está impregnada en ellas. Continuará la amnesia política que ha llevado hoy a los jóvenes a embolar la bandera del comunismo y a olvidar cuanta muerte y dolor trajo consigo.

Solo espero que el próximo año podamos juntos sacudirnos de tanto dolor y podamos continuar.

Alexeir Díaz Bravo, 52 años, artista visual, reside en Alemania.

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Los cubanos de la isla viven desamparados y en represión, dependen de los familiares y amigos que pueden ayudarlos desde el exilio. Para el cubano «de a pie» será un fin de año triste. Aunque consigan una cena aceptable, estará acompañada por las lágrimas que produce la separación familiar y por el daño que ha ocasionado la dictadura castrista a nuestra patria. La única solución es el fin de la tiranía que justo el primero de enero de 2024 cumplirá 65 años en el poder.

Lilo Villaplana, 58 años, realizador audiovisual, vive en Estados Unidos.

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2024 será otro año en el que algún dirigente de primera línea repetirá, si a Miguel Mario le queda alguito de decoro, que este sí será el año decisivo, el del salto adelante; digamos, al vacío. Se seguirán radicalizando las diferencias de clases, la falta de oportunidades, la exclusión y la falta de credibilidad en la clase política desconectada de la realidad. Aumentará el descontento y el éxodo como única esperanza.

Pratsy Pérez, 56 años, defectóloga, reside en La Habana, Cuba.

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De las cosas más tristes que recuerdo de Cuba es la destrucción sistemática de las tradiciones y, entre ellas, la más fuerte, la tradición navideña. Solamente un poder muy cínico y desalmado pudo convertir a un pueblo alegre por definición y creyente en cuanta tradición cultural aportaran las diferentes creencias, en un pueblo triste, sin esperanzas ni posibilidades de una vida humilde, pero digna. Lo dijo Deleuze: «El poder necesita tristeza porque puede dominarla. La alegría, por lo tanto, es resistencia, porque no se rinde».

Creo que el fin de año será un pasaje triste y doloroso para el pueblo cubano hacia un 2024 que no le ofrece opción alguna. Queda por ver si seguirá hundido en la tristeza insondable o si, por alguna circunstancia imprevisible, la alegría triunfa.

Alejandro Aguilar, 65 años, escritor, reside en República Dominicana.

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¿Qué preveo para los cubanos en 2024?

Nada bueno, más cubanos emigrando, más inflación, más carencias, más derrumbes, más basura en las calles, más desesperanza y dolor.

Alma, 35 años, psicóloga, vive en Estados Unidos.

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Imagino un 2004 muy duro, muy difícil, muy precario. Temo que también sea violento e inseguro.

Ruego porque mis imaginaciones y temores estén equivocados y nos espere salud, prosperidad, unificación, dignidad.

Mercedes Melo Pereira, 67 años, escritora, reside en La Habana, Cuba.

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Ayer me llegó un paquete de comida, del que se paga allá y se entrega aquí. Comida que nunca cruza el charco —porque sale de aquí y se entrega aquí—; dinero que tampoco —porque sale de allá y se queda allá—. Me lo manda una prima de mi madre, que a los 80 años todavía trabaja allá en Miami. El mensajero no me dice cuánto costó. No hay un recibo, no hay una factura, no hay información alguna. Comida que baja del cielo. Sé que es de la prima porque llama otra prima y nos lo dice.

Yo soy carnívoro y los carnívoros saben. Tienen un entendimiento básico de la relación esfuerzo/recompensa. La cabra subirá un risco vertical de 50 metros por una brizna de hierba. El cheetah se lo piensa antes de corretear un antílope. Cuando el hambre golpea, la cabra hace cosas aún más irreflexivas, pero el cheetah se lo piensa mejor aún. El picadillo no me alimenta —prácticamente no es carne—. Empiezo a extrañar el pollo —que nunca me gustó—. Unas tías de casi 80 años alimentan a un hombre de 44 y a su madre de 67.

Termina 2023, empieza 2024. Soy un carnívoro con hambre.

Javier Bobadilla, 44 años, matemático, artista visual e influencer, La Habana.

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Cuba me duele. Cada día más. Como todo Estado fallido en el que sus gobernantes no saben hacer otra cosa que aferrarse al poder, en el que sufren los más humildes, quienes confiaron en la dirigencia de la Revolución que los ha engañado sistemáticamente. Serán unas navidades tristes, con la familia más rota aún. Con cientos de miles que no podrán sentarse en la mesa con los suyos y quienes estén se las verán cruda para conseguir qué comer. Veo un fin de año triste, tristísimo. Desesperado. En Cuba no hay esperanzas, salvo de que se caiga el régimen. Lo más dramático es ver a los dirigentes temiendo del capitalismo, porque ninguno de ellos, oye bien, ninguno de ellos será capaz de sobrevivir decentemente en otro país del mundo.

Ramón Fernández-Larrea, casi 66 años, poeta, humorista y guionista, reside en Miami, Estados Unidos.

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Un fin de año triste y lo peor es la falta de expectativas.

Un país plagado de ausencias, carencias y calamidades.

Se corroen la fe y el futuro.

2024 puede ser el año que la mayoría esperamos, pero soy un optimista pedestre.

De no llegar el fin de la dictadura viene otro año negro en el que el único sueño seguirá siendo irse.

Cuba es una trampa de playas en la que, ahora mismo, naufragan solo tiempos perdidos.

Roberto Márquez, 47 años, chef, reside en Estados Unidos.

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El año que viene seguirá la emigración, se extenderá la crisis económica, incluso puede empeorar puesto que cada vez hay menos fuerza laboral. Me preocupa el sostenido deterioro de la salud mental de los cubanos, la ansiedad que la precariedad y la desesperanza por ver una mejora en la calidad de vida de todos está provocando. Nos seguimos rompiendo de maneras que no sé si se puedan curar.

Isabel, 37 años, diseñadora de experiencias de usuario, reside en Madrid, España.

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La pregunta acerca del fin de año y las previsiones del próximo para los cubanos me genera una rara reacción, cierta sensación de descolocación. ¿Qué suponemos que aguarda detrás de la línea que separa un año de otro? Una línea que pone el día siguiente, el año siguiente, el futuro en un punto mucho menos próximo, mucho menos real y lo carga con el peso de nuestras expectativas, de nuestras necesidades, de nuestros agobios y de nuestros deseos y asegura, eso sí, una rotunda frustración.

En cambio, el proceso de decadencia en el que vivimos se expresa con absoluta evidencia y amplitud. No parece que pueda ser interrumpido. Es asquerosamente orgánico. ¿Cuándo, cómo y hacia dónde se modificará? No me atrevo a suponer absolutamente nada al respecto. No veo que haya una resistencia lo suficientemente fuerte que detenga la creciente descomposición y la transforme. Todo lo que veo es continuidad.

Una bailarina, 47 años, reside en La Habana, Cuba.

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Los cubanos vivimos el día a día. Son pocos los que hacen planes futuros. No tiene mucho sentido hacerlo cuando la «continuidad» es el leitmotiv de nuestros gobernantes y nuestras vidas no nos pertenecen. Creo que 2024 será igual o peor mientras estemos obligados a seguir un solo sendero. Hay más de 11 millones de caminos posibles y cuando todos se tengan en cuenta entonces tendremos futuro. No hay «bien» que dure cien años…

Jorge Mata, 53 años, artista visual y promotor cultural, La Habana.

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Lamento no decir nada nuevo ni optimista. Primero, por la clara carencia económica que marca una especie de inercia descendente de la economía cubana; es decir, por la miseria de los ingresos del cubano producto de décadas de un modelo económico fallido. Segundo, por cómo la migración, voluntaria y forzada, ha marcado las relaciones humanas de los cubanos. Miles de familias, parejas, amigos muy queridos separados por la circunstancia que afecta Cuba. Tercero y más importante, la crisis de desesperanza que invade el país. No hablo sobre una cuestión metafísica o sobre un mundo de lo poético, sino de algo real. La continuidad en el poder no ofrece una imagen de país para un futuro cercano. La desesperanza es lo más triste del fin de año cubano.

Para 2024 espero más de lo mismo, pero peor. Hay muchos factores que apuntan a que lo que hace mal el Gobierno lo continuará haciendo, incluso lo aumentará.

Miguel Alejandro Hayes, 28 años, economista, reside en Estados Unidos.

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Considero —y voy a decirlo sin temor a ser absoluta— que es el peor fin de año que van a tener los cubanos desde el 59. Es el peor fin de año porque hay una crisis absoluta de la sociedad cubana que ha traído una enorme pobreza, una enorme tristeza, enorme desesperanza para mucha gente que no tiene expectativa, para muchas familias que están separadas de sus seres queridos, sea porque están presos —como los poco más de 1 000 manifestantes del 11 de julio que hay en las cárceles cubanas y que llevan más de dos años separados de sus familias— o por la cantidad de familias que van a tener a sus miembros dispersos por el mundo.

Hemos visto el pleno, hemos visto la Asamblea, el Gobierno no tiene absolutamente nada más que demostrar, lo ha demostrado todo.

No importan las promesas de ligeras mejorías que hay para el año que viene, siempre dan alguna. Aunque esta vez fueron un poco más honestos, creo yo, y dijeron que el conjunto de medidas que van a aprobar afectará mucho más a la sociedad cubana, a la ciudadanía cubana.

Lo que preveo para 2024 es que se seguirá acumulando un proceso de condiciones para el cambio. Siempre digo, lo ideal es que el cambio sea por vía pacífica. Pero si el Gobierno sigue por igual camino puede que no sea por vía pacífica.

La historia no es una obra de teatro en la que tú no puedes prever. Pero tú puedes hacer un análisis de escenarios, un análisis holístico de la situación de Cuba y te va a dar que si el Gobierno logró mantenerse sin hacer prácticamente transformaciones, con la misma política, y llegó ahogado a fin de año…

Por primera vez en la historia de las Asambleas Nacionales que yo recuerdo ni siquiera se pudo presentar el presupuesto y ¿dónde van a descargar en las espaldas de las personas el peso de la inflación, del diseño pésimo de la economía que ellos reconocieron que hicieron con la Tarea Ordenamiento?

Obviamente preveo una mayor inconformidad social, mayores cuotas de compromiso de las personas con el cambio, mayores niveles de disenso. Es obvio que lo vamos a tener y también habrá mayores niveles de represión. Eso va a ocurrir para el próximo año y debemos estar preparados.

El Gobierno no tiene otra salida en estos momentos, solamente le queda tratar de gobernar a través del miedo. El presidente Díaz-Canel lo dejó muy claro, prometió todo el peso de la ley sobre las personas.

Ellos le llaman a cualquier disidente «contrarrevolucionario pagado por el imperialismo» (y demás), pero ellos saben que el aumento exponencial del disenso en Cuba es directamente proporcional al aumento exponencial de la incapacidad de la clase dirigente para encausar un camino de transformaciones. Cuando digo transformaciones no me estoy refiriendo solo a la economía, sobre todo me estoy refiriendo a la política.

Alina Bárbara López Hernández, 58 años, historiadora y profesora, reside en Matanzas.

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Norma Normand Cabrera

La autora recogió las respuestas textuales de las personas que optaron por participar en su encuesta. De manera que asistimos a una confesión de fe colectiva, y no a una opinión personal. Me recuerda la escena final de "Fuenteovejuna", con la respuesta coral al Comendador: "¡Todos a una!". Muy triste comenzar el año con tantos malos presagios, mas verdaderos, exentos de falsas ilusiones. Cansados ya de promesas incumplidas y promesas vanas.

Julio César Figueras Baldoquin

Totalmente de acuerdo con todas las opiniones solo espero que nos unamos para buscar la solución porque culpar al gobierno norteamericano ya es bien cansado la solución está en nosotros que llevamos mucho tiempo callados un carnero protesta más que nosotros
Julio César Figueras Baldoquin
Norma Normand Cabrera

Osvaldo

Cuando se pierde la comunicación entre el pueblo y el gobierno, cuando el discurso no trasciende a las expectativas del receptor y se convierte en un torrente de palabras vacías, cuando la sociedad va hacia un lado y la clase dirigente hacia otro, cuando cada año se promete lo mismo y no se cumple, cuando el empecinamiento en el mantenimiento de un orden de cosas no permite la búsqueda de soluciones, cuando los mismos de siempre cometen los mismos errores año tras año sin rendir cuentas de su incompetencia, se pierde la esperanza, y cuando se pierde la esperanza se pierde el futuro.
Osvaldo

Luis

Sobre el 2024 en la mayor de las Antillas (no le digo su nombre, para no mancharlo), NADA nuevo se espera. Esa Isla, desde 1959, es una copia fiel de la URSS que duró casi 70 años, ya “la copia” va por 65; dentro de 5 años empatará “el récord” y de seguro querrán romperlo. Los de la “isla” están esperando que “un milagro los liberen” o que el familiar en el extranjero “los mantengan”. Se han convertido en zombies y en parásitos. Al parecer las islas del Caribe están “maldecidas”, ya la Isla Mayor se parece a Haití, de hecho han copiado la idea de migrar por el mar, al igual que los haitianos. No han pensado “en defender” a sus hijos, a defender el futuro, solo piensan en emigrar o en ser un lastre para su familias. Los genes de Mariana y los Maceos se perdieron. Quien no lucha por lo suyo, se esfumará para la historia. El 2024, 25,26,27….. será cada día peor y si siguen pensando que “un milagro” los salvarán, van a romper todo los récords de pertenecer a la dictadura más brutal y más inhumana de este planeta. Quien quiere algo deberá luchar para obtenerlo, no esperar (como los pichones) con la boca abierta.
Luis

Fidel Castro

El que está dentro de la isla 🏝️ pirarse del país y el que esté fuera lo más inteligente es olvidarse del país
Fidel Castro

Diego

Que frustrante debe ser intentar ser cibercuba y quedarse corto. Cualquiera hace un inventario de emociones negativas para generar comentarios.

Ray

Pero porqué te molestas en leerlo busca Cubadebate o el Granma, ahh disculpa olvidaba que te pagan por eso. Lo irónico de tu caso es que críticas pero vez la distopía y sufres la misma desesperanza pero disfrutas el mezquino "privilegio" del traidor, no a una ideología, que puedas compartir o no, no a un partido o gobierno con el que comulgues o no, si no a tu pueblo al que perteneces te guste o no y no vengas con que el pueblo en su mayoría apoya la a revolución que sabes que eso es mentira ni el pueblo apoya ni esto es una revolución. Sigue disfrutando de tu mezquina victoria, pero recuerda que todos al final rendiremos cuentas
Ray
Diego

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