De lunes a sábado, religiosamente, Eugenio sale a las seis de la mañana rumbo a la cantera de piedra caliza en Matanzas. Este es un oficio al que todo el mundo puede acceder. De hecho, es un empleo transitorio para la mayoría de los que pasan por allí (desde técnicos en enfermería hasta trabajadores de aduanas) con el objetivo de ganar un poco de dinero extra. 

Para Eugenio, es su empleo a tiempo completo desde hace más de cinco años, cuando vino del oriente del país en busca de una vida mejor. Es el más joven del equipo de tres personas; el resto lleva más de 12 años viviendo de producir chapas de cantos para la construcción. 

La cooperativa no agropecuaria (a la que deben estar afiliados para explotar las tierras) exige a cada trabajador un total de 200 chapas de canto terminadas por un valor 20 pesos moneda nacional cada una. Sin embargo, la cooperativa no les provee ningún instrumento ni material de trabajo. Por tanto, deben invertir de su propio dinero en materiales nada baratos. 

Cuando logran sobrepasar las 600 chapas entre los tres, las pueden vender directo al comprador. El valor de las chapas en el mercado informal asciende a unos 35 pesos moneda nacional. Como equipo se distribuyen el trabajo y casi siempre logran sobrepasar el plan. Si no lo logran, pueden ser penalizados.

Los contratiempos que se pueden presentar en la explotación de una cantera son muy variados. Por ejemplo, en dependencia de su intensidad la lluvia hace prácticamente imposible el trabajo, incluso días después. También influye la calidad del bolo de piedra siempre afectado por la tierra circundante.

Al ritmo de barretas y serrotes, la cantera se convierte en un lugar surrealista donde pueden aparecer fósiles marinos con millones de años de antigüedad, como el caso de los caracoles marinos (Strombus), los más comunes allí, y en algunas ocasiones incluso dientes de Megalodón (especie extinta de tiburón que vivió hace aproximadamente 19.8 y 2.6 millones de años). Al menos eso cuentan los trabajadores.

Por su cercanía al Aeropuerto Internacional «Juan Gualberto Gómez», de Varadero, la cantera es sobrevolada a diario por aviones con turistas. Antes de la pandemia de la COVID-19, grupos de visitantes frecuentaban la cantera, lo que representaba un dinero extra para los trabajadores en propinas y donaciones.