El sábado 5 de agosto de 2023 arrancó la final de la pelota cubana en su versión 62. Lo hizo con mis pronósticos cumplidos, pues los Leñadores de Las Tunas y los Leones de la capital satisficieron las expectativas y se colaron en la discusión del título. Como le atiné a los finalistas, voy a apostar por el campeón de la campaña; aunque con temor, lo confieso. 

A la hora en que se publican estas letras, se habrá concretado una primera victoria para alguna de las novenas involucradas, pero lo desconozco, así que me aventuro sin adelantos. La final es inédita, pues tuneros y capitalinos nunca han disputado el título de la pelota cubana. 

Las Tunas es uno de los equipos más estables en el último lustro, con varios podios y una corona. Mientras, Industriales carga el cartel histórico, y no uno cualquiera, sino del más ganador de la pelota nacional (con 12 títulos). Portar el cartelito de histórico garantiza una estirpe ganadora que no todos poseen, un ADN creado para esos momentos. 

Pero en su único enfrentamiento previo en postemporada, en la semifinal de la 57 Serie Nacional, los tuneros demostraron que no creen en históricos ni en ADN ganador. En esa ocasión, los orientales protagonizaron una remontada cuando tenían el play-off en contra y destruyeron 4-3 a los Leones. 

Esa semifinal fue una eliminatoria en la que ponderó la ofensiva. Entre tuneros y capitalinos fabricaron más de 70 carreras, incluido un nocaut de 10-0 a favor de los Leñadores. La final de 2023 no pinta diferente. Será una final de mucho bateo, porque el picheo está muy tocado (de manera general) en el béisbol nacional. 

Esta vez los tuneros sí parten como favoritos. Los orientales mayorearon a los equipos de la 62 Serie y fueron los más ganadores durante la etapa clasificatoria. Su promedio de bateo colectivo fue, según las estadísticas oficiales, de 324; mientras Industriales exhibió un anémico 284. 

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Solo queda esperar por el «play ball» de la final de la 62 Serie Nacional, con perspectivas nada halagüeñas para la venidera campaña; pero del «lobo un pelo» y al pueblo al menos «circo» porque ni pan tenemos.

No obstante, en semifinales el bateo de ambas novenas ha estado más parejo. Los tuneros muestran una ofensiva de 283, con apenas un vuelacercas en la antesala de la final. De los extrabases lo que más ha disparado son dobletes, siete en general. 

Por su parte, Industriales promedió en semifinales 279 a la ofensiva y no sacó la bola del parque ante el picheo de las Avispas. Como los tuneros, su mejor exponente fueron los dobles, con 12, una muestra de que mezclan muy bien la fuerza al bate y la velocidad en las bases. Los capitalinos también son más rápidos y atrevidos en circulación, con más estafas de almohadillas que sus rivales. ¿Un extra que pudieran explotar más en esta ocasión? 

Pero si en un aspecto destaca Las Tunas por encima de Industriales en esta campaña es en el picheo. En semifinales (cuando las direcciones de los equipos utilizan a sus mejores piezas en el box y repiten cuanto pueden a sus ases para atar las victorias), los tuneros sacan ventaja a los capitalinos. 

El picheo tunero muestra un promedio de carreras limpias (PCL) de 2.14, con 10 ponches y 17 boletos otorgados en la etapa semifinal. Ha permitido 3 jonrones y le batean para un promedio de 219. En el otro lado, Industriales posee un PCL de 3.92 y sus lanzadores han regalado la friolera de 29 bases. En contraposición, también son los que más han ponchado en la antesala de la final de la 62 Serie Nacional.

En el único aspecto de juego en el que los Leones capitalinos son mejores que sus rivales de turno es en la defensa del campo. Históricamente, el talón de Aquiles de los tuneros ha sido su pésima defensiva; en la fase semifinal acumuló uno de los peores promedios (967). Mientras Industriales exhibe un plausible 984, sin dejar de tener en cuenta la mala calidad de los terrenos de béisbol en la isla.

Con las estadísticas sobre la mesa, todo apunta a que los tuneros deben llevarse su segundo título de la pelota cubana. Pero de frente tendrán a Industriales, que tiene igual romance con el título que el Real Madrid con la Champions League.

El ADN azul reza que no juegan finales, las ganan. Sin embargo, la sensatez apunta al verde-rojo de los orientales. Las otras cábalas quedan para los aficionados, porque en una final vale todo. Por acá apuesto a Las Tunas, ¿qué puede salir mal?