Autor

Mayli Estévez

Mayli Estévez

Periodista deportiva en Cuba. Naranja, albiceleste y culé. En ese orden. Disfruto tanto un regate como una obra de teatro callejera. Llevo a la par todas las pasiones humanas porque todavía creo.
Como no tengo contrato con Nostradamus, analizaré lo que he visto hasta este minuto, que es más de lo mismo, porque lo que pasó con Cuba ante República Dominicana y Corea del Sur son los golpes que siempre se dan, una y otra vez, en las competiciones internacionales.
¿Qué podemos esperar del partido entre Cuba y Dominicana del próximo miércoles? Considero que será un choque cerrado, en el que primará el picheo y no la ofensiva, a pesar de que antaño un partido como ese se hubiese considerado de carreraje.
Esta semana se puso fin a la Serie Mundial 2024 y, por tanto, a esta temporada del mejor béisbol del mundo, en la que hubo acento cubano —como de costumbre—, pero sin demasiado protagonismo.
Los truenos que están cayendo para el equipo cubano, que se prepara para el Premier 12 en Corea del Sur, no son nada halagüeños; porque una cosa es moverse en un nivel como el de la Serie Nacional y otra muy distinta es la liga coreana.
Por estos años, sin torneos juveniles y con los Escolares a medias por la crisis, la misión es escapar a cualquier sitio y ver si la suerte los acompaña. No pasa solo en el deporte, como se sabe.
Entre jugadores «fantasmas» y ausencias sospechosas empezó el camino de Cuba al Premier 12, un torneo que no ofrece nada, pero que es un buen incentivo para el «championismo» criollo y las ansias de algo de los federativos.
Los Cocodrilos de Matanzas, campeones de la Liga Élite (se supone que el torneo más fuerte de la pelota nacional), regresaron a la isla sin trofeo y derrotados en una lid «de cuarta». Cuba ya no gana ni a los yaquis.
Esta semana los fantasmas del triunfalismo volvieron a rondar las aspiraciones de un equipo de béisbol cubano en la arena internacional. Pensé que de tantos golpes las lecciones estarían aprehendidas, pero craso error el mío. Allí van de nuevo de cabeza contra el contén.
El nipón Shohei Ohtani ha dejado en Miami la enésima prueba de que no es de este mundo, es un extraterrestre.
Armar un equipo Cuba, incluso cuando el béisbol nacional no goza de su mejor momento, siempre causa polémica. Por si fuera poco, es momento en el que los regionalismos se acrecientan y todos apuntan que su equipo provincial es el más «perjudicado».
El talento no es cuestión de suerte, se trabaja, se pule y se explota, pero la casta está ahí. Su apellido pesaba en Cuba y en MLB y Yuliesky ha sabido ponerle ribetes dorados.
Es llamativo que cuando el dinero tocó la puerta y la desesperación de las fugas hizo mella en el «buque insignia» se acabó el patrioterismo del «deporte libre vs. el deporte esclavo». De pronto, quisieron ser «esclavos» con cientos de miles de dólares en el bolsillo.
¿Pudiera ser peor la actuación de Cuba en la sede estadounidense que en París? Por supuesto, lamentablemente hemos comprobado que las predicciones respecto a la otrora vanguardia deportiva del continente tienen que ir a la baja.
Cuba se despidió de París 2024 con solo dos medallas: un oro y un bronce; una de las peores actuaciones de su historia olímpica en el boxeo en más de 50 años.
Cuando el púgil camagüeyano Julio César la Cruz cayó ante el cubano-azerí Loren Alfonso, los patriotas baratos que pululan en redes sociales se rasgaron las vestiduras y volvieron a calificar de robo lo que estuvo muy claro encima del ring.
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Mayli Estévez

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Periodista deportiva en Cuba. Naranja, albiceleste y culé. En ese orden. Disfruto tanto un regate como una obra de teatro callejera. Llevo a la par todas las pasiones humanas porque todavía creo.

Como no tengo contrato con Nostradamus, analizaré lo que he visto hasta este minuto, que es más de lo mismo, porque lo que pasó con Cuba ante República Dominicana y Corea del Sur son los golpes que siempre se dan, una y otra vez, en las competiciones internacionales.
Los truenos que están cayendo para el equipo cubano, que se prepara para el Premier 12 en Corea del Sur, no son nada halagüeños; porque una cosa es moverse en un nivel como el de la Serie Nacional y otra muy distinta es la liga coreana.
Los Cocodrilos de Matanzas, campeones de la Liga Élite (se supone que el torneo más fuerte de la pelota nacional), regresaron a la isla sin trofeo y derrotados en una lid «de cuarta». Cuba ya no gana ni a los yaquis.
Armar un equipo Cuba, incluso cuando el béisbol nacional no goza de su mejor momento, siempre causa polémica. Por si fuera poco, es momento en el que los regionalismos se acrecientan y todos apuntan que su equipo provincial es el más «perjudicado».
¿Pudiera ser peor la actuación de Cuba en la sede estadounidense que en París? Por supuesto, lamentablemente hemos comprobado que las predicciones respecto a la otrora vanguardia deportiva del continente tienen que ir a la baja.
¿Qué podemos esperar del partido entre Cuba y Dominicana del próximo miércoles? Considero que será un choque cerrado, en el que primará el picheo y no la ofensiva, a pesar de que antaño un partido como ese se hubiese considerado de carreraje.
Por estos años, sin torneos juveniles y con los Escolares a medias por la crisis, la misión es escapar a cualquier sitio y ver si la suerte los acompaña. No pasa solo en el deporte, como se sabe.
Esta semana los fantasmas del triunfalismo volvieron a rondar las aspiraciones de un equipo de béisbol cubano en la arena internacional. Pensé que de tantos golpes las lecciones estarían aprehendidas, pero craso error el mío. Allí van de nuevo de cabeza contra el contén.
El talento no es cuestión de suerte, se trabaja, se pule y se explota, pero la casta está ahí. Su apellido pesaba en Cuba y en MLB y Yuliesky ha sabido ponerle ribetes dorados.
Cuba se despidió de París 2024 con solo dos medallas: un oro y un bronce; una de las peores actuaciones de su historia olímpica en el boxeo en más de 50 años.
Esta semana se puso fin a la Serie Mundial 2024 y, por tanto, a esta temporada del mejor béisbol del mundo, en la que hubo acento cubano —como de costumbre—, pero sin demasiado protagonismo.
Entre jugadores «fantasmas» y ausencias sospechosas empezó el camino de Cuba al Premier 12, un torneo que no ofrece nada, pero que es un buen incentivo para el «championismo» criollo y las ansias de algo de los federativos.
El nipón Shohei Ohtani ha dejado en Miami la enésima prueba de que no es de este mundo, es un extraterrestre.
Es llamativo que cuando el dinero tocó la puerta y la desesperación de las fugas hizo mella en el «buque insignia» se acabó el patrioterismo del «deporte libre vs. el deporte esclavo». De pronto, quisieron ser «esclavos» con cientos de miles de dólares en el bolsillo.
Cuando el púgil camagüeyano Julio César la Cruz cayó ante el cubano-azerí Loren Alfonso, los patriotas baratos que pululan en redes sociales se rasgaron las vestiduras y volvieron a calificar de robo lo que estuvo muy claro encima del ring.

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