El día de la elección de Miguel Díaz-Canel como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, excepto en algunas peñas de barrio, en las calles no parecía estar ocurriendo nada extraordinario.
Pero en internet, en las redes sociales, el tema hervía. Y como era de esperar, el cada vez mayor número de nacionales que se conectan a la red de redes también hizo uso de uno de los recursos más propios de esos canales para distribuir información o compartir criterios: los memes.
“Meme” es un concepto que proviene de la genética y se refiere a unidades que solo están interesadas en perpetuarse a sí mismas.
Traspolado de la biología a las ciencias sociales, el concepto se usa para definir una práctica cultural reciente de distribuir por canales digitales información que se repite sin otro fin que replicarse hasta el infinito, aunque no sea útil ni verdadera.
Entre los cubanos, los memes parecen ponerse en función de esa identitaria característica de nuestra nacionalidad llamada “choteo”. Aquella que definiera el intelectual Jorge Mañach como hablar de todo sin “tomar nada en serio” (…) “tirarlo todo a relajo”.
“Al par que uno de los grandes padecimientos del cubano, la burla crónica ha sido una de sus grandes defensas”, insistía Mañach.
Y la elección del nuevo jefe de Estado cubano ha sido pasto de choteo “memetizado”.
Todas esas fotos, frases, videos cortos e ideas que los usuarios comparten una y otra vez en la red, se han convertido en un recurso rápido, efectivo y atractivo de difundir la información. Aunque generalmente se usan para hacer chistes, el uso del meme funciona cada vez más como expresión de la opinión pública.
Y ese ha sido el caso también con la elección de Díaz-Canel o el discurso de Raúl Castro, con esa frase suya calificando de “sobreviviente” a su sustituto, el único en activo de una camada de jóvenes políticos puestos a prueba y luego “liberados” o “separados del cargo”.
Varios cubanos, que quizás no sienten sus criterios representados por el sistema electoral vigente o simplemente desean expresarse, han creado bromas y fotomontajes, con mayor o menor carga política, según lo sientan.
Los Memes post-electorales de este 2018 comienzan a dar señales de que, junto al aumento de la conectividad en Cuba, puede estar apareciendo una expresión horizontal y ciudadana que se sobrepone a la escasa espontaneidad en los espacios formales de opinión.
Para citar otra vez a Mañach, el “espíritu antijerárquico de nuestra burla” encontró en el acto político simbólico su diana perfecta. Las bromas a sotto voce, los chistes políticos que antes corrían de boca en boca, ahora circulan cada vez más por muros y perfiles.
Los cubanos tendremos que vivir ya también con la generación memética de corrientes de ideas a partir de grandes acontecimientos o figuras públicas. Es un rasgo de la época.
Ojalá no aparezca quien considere a los memes estrategias de guerra no convencional que inundan con mentiras los vastos espacios del planeta internet.
Emprenderla contra ellos es contraproducente. Los insufla y les da nuevos contenidos, además de que hace parecer como intolerante y retrógrado a quien los intente eliminar.
Pero, como todo es posible, sugiero a quien asuma ese talante que no olvide a Mañach: “Es el espectáculo de la autoridad falseada lo que exacerba el natural espíritu crítico de la gracia criolla”.
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