Cubanas en El Paso, Texas. @JoaquinCastroTx/Twitter
“Todas esas mujeres son de Cuba”
31 / julio / 2019
“Todas esas mujeres eran de Cuba. Las separaron. Estaban en una celda sin agua. Desde esa celda, una mujer nos dijo que le habían dicho que el agua del inodoro se podía tomar. Ellas nos dijeron la forma en que las autoridades limpiaron todo apurados antes que llegáramos a la instalación. Nos dijeron que era —casi oficial— la política de que se pudieran bañar apenas una vez cada quince días”.
Estas fueron las declaraciones de Alexandria Ocasio-Cortez en entrevista a la revista Mother Jones sobre su visita a varias instalaciones de las autoridades migratorias en la frontera entre México y Texas, en Estados Unidos. La congresista del Bronx-Queens en Nueva York, denunciaba de esta forma lo que describía como un trato indigno de la democracia estadounidense a inmigrantes de varios países latinoamericanos, en su mayoría del triángulo norte centroamericano que tocaban a la puerta del país para pedir refugio ante problemas en sus países de origen.
Fue una oportuna coincidencia que esas mujeres entrevistadas por la delegación de dieciséis congresistas presidida por Joaquin Castro (D-TX) fueran cubanas pues no se habla con frecuencia de los cubanos migrantes, en esas mismas condiciones de migración a través de México y el istmo centroamericano. Muchos de ellos —lo sé por la experiencia de verlos llegar a las ciudades de Matamoros y Reynosa—, son víctimas de los mismos abusos de las autoridades de esos países, de los traficantes de personas, y ahora según su propia denuncia, de la política de la administración Trump.
Ya en 2018, al vivir en la frontera, y cruzar a México, para almorzar allí y palpar en el lugar la situación política del país –en plena campaña electoral entonces– y la frontera, me tocó encontrar a compatriotas cubanos viviendo a la intemperie, a la entrada de los puentes del Río Grande. Eran cubanos de Santa Clara, La Habana y Guantánamo, esperando sin condiciones sanitarias algunas para ser procesados por las autoridades de migración.
Desde 2016 en adelante los cubanos migrantes a EE.UU. empezaron a recibir el tratamiento en la frontera terrestre que se le da a los latinoamericanos en general. No es que se perdieran los privilegios asociados a la ley de Ajuste Cubano, pero en lo adelante para entrar a EE.UU. con el llamado “permiso bajo palabra” o parole que abre el conteo para, al año y un día, solicitar un ajuste de estatus, se hizo más tormentoso.
Es difícil separar la situación de las cubanas exhortadas a tomar agua del inodoro, y la indefensión de esos compatriotas durmiendo en parques aledaños a los cruces fronterizos, a merced de la violencia gansteril que domina el norte de México, de los cambios introducidos en la política migratoria por la administración republicana del presidente Trump y del incremento de la hostilidad contra Cuba que ha caracterizado su visión y acción sobre la isla.
Desde las declaraciones públicas del presidente Trump, hasta los choques que ha tenido con miembros de su propia administración (los dos secretarios, aprobados por el congreso, del ministerio de Seguridad Interna, y dos de los jefes del instituto a cargo de los asuntos migratorios, que funciona bajo ese departamento, han renunciado) es lógico deducir que la política hacia la migración no busca una solución abarcadora e integral para su manejo.
Por el contrario, el Presidente ha buscado usar el tema de cara a las elecciones de 2020 para movilizar a su base xenófoba, emplear políticas y declaraciones hacia los países emisores desconectadas con el agravamiento que causan de las condiciones en los mismos (como cortar la ayuda a América Central y dificultar en Cuba el cumplimiento del acuerdo migratorio de 1995) y en la frontera, atormentar a los peticionarios de asilo, con la esperanza de que ese tormento disuada a los desesperados de venir a los EE.UU.
¿Quién ha defendido a las cubanas emigrantes?
Para que no se confunda, la emigración es un problema complejo con factores que empujan desde los países de origen y otros de atracción al de llegada. Emigrar no es viajar de paseo, y la decisión de hacerlo implica una ruptura desgarradora con el país donde uno nace y crece. Los cubanos que emigran lo hacen por insatisfacciones graves con las condiciones en que se vive en Cuba. Esas condiciones, agravadas por el embargo/bloqueo y otras acciones de hostilidad del gobierno norteamericano, son primariamente el resultado de decisiones de políticas, condiciones y comportamientos propios del gobierno y la sociedad cubanas. Hablar de emigración por motivos económicos eludiendo las conexiones políticas de la situación de un país, es inconcebible en casi todas las teorías sociales, menos creíble aún en un gobierno que se proclama marxista.
El gobierno de Cuba ha podido hacer mucho por solventar la situación de crisis que vive el país, e incluso hacer el embargo/bloqueo irrelevante y ha desperdiciado bastante el tiempo. Si se han pospuesto muchos cambios políticos y económicos necesarios ha sido por la defensa de privilegios asociados a los detentadores del poder en la isla, así como las rigideces ideológicas y preferencias del partido comunista por el control político sobre el desarrollo económico. Es penoso también que, en ningún periódico cubano, ni declaración de autoridad alguna de la isla se denuncie la situación de las cubanas emigrantes, reportada por la delegación de congresistas estadounidenses.
Como mínimo, el gobierno de Cuba debería buscar la apertura de consulados, del lado mexicano o del norteamericano, para atender la situación humanitaria de sus propios nacionales. Le guste o no a los comunistas, esas mujeres son de Cuba. Si son irresponsables al lanzarse a una travesía llena de peligros para luego ser maltratadas en la frontera estadounidense, desesperanzadas debieron estar sobre el futuro que les espera en un país bloqueado por EE.UU y gobernado por un partido comunista que no ha estructurado en sesenta años de poder absoluto una estrategia viable de desarrollo para hacerlo irrelevante.
Pero nada de lo que pasa en Cuba, justifica el tormento al que esos compatriotas que pretenden emigrar a los Estados Unidos, alentados por la existencia de redes de familia y amistad, y por la retórica de la administración Trump y sus adláteres en la comunidad cubano-americana, están siendo expuestos. El gobierno de Cuba ha respetado la decisión de esas personas de emigrar. Ningún oficial del gobierno cubano le ha dicho a ninguna de esas cubanas que tomen agua del inodoro, o establecido que se bañen una vez cada quince días. Si mañana, el departamento de Estado quiere abrir la sección consular de su embajada en Cuba para facilitar el otorgamiento de las veinte mil visas anuales del acuerdo de 1995, nadie en Cuba lo va a bloquear. Los que siempre han estado opuesto a eso, como ahora están contra el acuerdo con las grandes ligas de béisbol, son los congresistas cubano-americanos, y sus bases y aliados de derecha.
Es irónico que sea Alexandria Ocasio-Cortez, probablemente la congresista más vilipendiada por los cubanos de derecha en EE.UU por su declaración a favor de un socialismo democrático (no inspirado en Cuba o Venezuela, sino en los países nórdicos, y las políticas de Franklin Delano Roosevelt o incluso el código fiscal de la Administración Eisenhower), la personalidad política que expuso ante la opinión pública la situación de las cerca de cincuenta cubanos exhortadas a beber de un inodoro. Ironía del destino que sea la revista de izquierda, “Mother Jones” no el Nuevo Herald o el Diario de las Américas, donde esa denuncia ha tenido cabida. Los cubanos atormentados, oprimidos y en desgracia son útiles al estamento dominante de la política cubano-americana en Miami solo cuando sirven de denuncia contra el gobierno cubano, cuando están retenidos y humillados por ICE, no.
¿Dónde estaba el senador Marco Rubio y el congresista Díaz-Balart cuando familiares y amigas de sus constituyentes eran exhortadas a tomar agua del inodoro y con la política de que se bañen una vez cada quince días? Politiqueando para incluir a Cuba de nuevo en la lista de países terroristas del departamento de Estado sabe dios con cual invento.
El cubano José Díaz-Balart, hermano de los dos congresistas adorados en Miami, tuvo la oportunidad de preguntar al propio presidente Trump sobre la situación de los cubanos en la frontera, y se ocupó de poner el tema como si fuese solo de los otros latinoamericanos aparte. ¿Es tan difícil preguntar al presidente sobre la incoherencia de presentar a Cuba como una Alemania nazi en el Caribe- como su hermano Mario Díaz-Balart ha hecho- mientras se deniega rápida entrada y refugio a los que se presenta –en falsa analogía- como escapados de un “campo de concentración” norcoreano en el Caribe?
¿Dónde estaban los medios de prensa del enclave y los constituyentes que han votado por esos representantes y los que han recibido los millones de dólares de la USAID para promover los derechos humanos en medio de tanto tormento a sus compatriotas? No sé dónde andaban, pero si de presión política se trata, es evidente que no han sentido en mejilla propia el insulto a otros cubanos por la administración Trump, o si, lo han sentido, lo han expresado muy discretamente y sobre todo, con muy poca efectividad.
¿Y si Trump se pone bravito y le entra un tantrum contra Rubio o Díaz-Balart por solidarizarse con las cubanas en el Paso? Allí está el ejemplo de Alexandria Ocasio-Cortez con la espalda recta. El que tenga miedo que se compre un perro.
El principio en el cual Estados Unidos fue fundado
No se les puede pedir a estos sectores de derecha cubana que tomen distancia de la Administración Trump. Indecoroso a la gravitas que lleva la presidencia, Trump la emprendió contra sus rivales progresistas en el congreso, entre las cuales está la voz que habló del tormento a las mujeres cubanas en la instalación de detención en El Paso, mandándolas de “regreso a sus países” si no le gusta lo que está pasando en el país. No se les puede pedir que tomen distancia de tanta incivilidad a los cubanos de derecha pues ellos mismos usan esos insultos a diario. ¿A quien opuesto a una política tan ilegal, inmoral, contraproducente, anticubana y antinorteamericana como el embargo/bloqueo no le han dicho que “si no te gusta, ¿Por qué no te vas para Cuba”? A mi tío Eddie Levy, que sirvió con honores en la marina de EE.UU se lo dijeron en Miami, por favorecer el diálogo con Cuba, individuos que nunca osaron portar el uniforme, mientras defraudaban al fisco, en la capital de fraude al medicare.
¿De verdad? ¿De verdad hay algún otro grupo político de origen latino en los Estados Unidos dispuesto a dar carta blanca a un ataque politiquero de Trump contra congresistas, basado en que ellas o sus padres fueron emigrantes? Solo los cubano-americanos de derecha. Empezaron por creerse superiores al resto de los latinoamericanos, declarándose exiliados, y superiores a los emigrantes, y ahora dejan abandonados al maltrato a sus compatriotas directas, a las mujeres de su pueblo, de la misma Cuba de la que vinieron ellos o sus padres.
Lo disfracen, como lo disfracen, están pagando de nuevo, ya lo hicieron con Jesse Helms, el peaje político de hacer causa común con el racismo para seguir con sus sueños de revolucionarios descontentos con la revolución: virar la tortilla sin pactar ni dialogar nada, entrar un día a la Habana montados en un tanque. No aterrizan en la realidad.
Todo esto sirve para reiterar una dolorosa conclusión. La derecha cubana en la Florida sigue demostrando cada día que nunca será capaz de aprender ni olvidar nada, y peor, que nunca hará nada para todos los cubanos, ni siquiera en algo tan claro como dar a mujeres cubanas agua para tomar, que no sea del inodoro, y bañarse. Cuando incluso la defensa más elemental de sus compatriotas les dicta a Marco Rubio y Díaz Balart enfrentarse a políticas que desacreditan a Estados Unidos en el mundo, y son de elemental referencia en términos de derechos humanos, prefieren el papel de subordinados a la maquinaria ultraconservadora para pedir solidaridad con su sueño de retrotraer la historia a 1959 y recobrar sus privilegios y propiedades perdidas. Dime con quién andas, y te diré quién eres.
Ni buenos cubanos, ni buenos norteamericanos. “El principio en el cual este país fue fundado –decía Franklin Delano Roosevelt, el presidente más popular en la historia norteamericana– es que el americanismo (la identidad estadounidense) es una cuestión de corazón y consciencia. El americanismo no es, ni nunca ha sido una cuestión de raza o abolengo”.
Este texto fue publicado originalmente en OnCubaNews y su autor es Arturo López-Levy. Se reproduce íntegramente en elToque con la intención de ofrecer contenidos e ideas variadas y desde diferentes perspectivas a nuestras audiencias. Lo que aquí se reproduce no es necesariamente la postura editorial de nuestro medio.
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Valentina
El Tiburon
Dante Alighieri
Si el derecho de los animales es importante y si el derecho de tener precios justos en el Internet es importante, MUCHO MÁS IMPORTANTE ES LA VIDA DE TODOS ÉSOS CUBANOS HACINADOS EN BARRACAS. Todos los cubanos de conciencia que estén en cualquier parte del mundo, hagamos un buen escándalo para llamar la atención de la opinión pública norteamericana, cómo también denunciar la indiferencia e inconsciencia del gobierno cubano, el gobierno de “TODOS LOS CUBANOS”
Recuerdan la crisis de los cubanos en la frontera de Nicaragua, por culpa del lacayo de Cuba, daniel ortega, formamos un buen corte y hasta el Papa Francisco intervino.
Rube
Frago