Cola para entrar a una tienda de Las Tunas en 2019: el año próspero de Díaz-Canel. Foto: Glenda Boza.
2019, el año imaginario de Díaz-Canel
17 / junio / 2024
2019 fue un buen año para Cuba, al menos así lo describió el presidente Miguel Díaz-Canel en una entrevista concedida al intelectual Ignacio Ramonet.
Para Díaz-Canel, durante el año en cuestión, el país recibía ingresos por exportaciones a partir de nuestras producciones exportables y competitivas en el mercado internacional, porque había una vitalidad de la actividad económica del país; el país recibía una cantidad importante de remesas; recibía ingresos notables por la actividad turística. «Recuérdese que nosotros llegamos a tener casi cuatro millones y medio de turistas en un año» dijo.
Parece ser que, de igual modo en el que la propaganda oficialista le jugó una mala pasada a la nostalgia para crear el imaginario de un supuesto período dorado del socialismo cubano en los años ochenta, Díaz-Canel intenta tener su etapa de gloria con el punto cumbre en 2019. Pero los datos dicen otra cosa.
La competitividad eran alianzas geopolíticas
2019 fue parecido a 2018, pero peor. El volumen de exportaciones totales de la isla (bienes y servicios) marcó el mínimo de la década (2010-2019) y la reducción de la actividad en los últimos cinco años del período.
Asimismo, las exportaciones de bienes en 2019 fueron las peores desde 2010, reduciéndose a casi la mitad.
Aunque el Díaz-Canel habló de exportaciones y turismo como elementos separados, los ingresos asociados a este último se contabilizan como parte de las exportaciones; es decir, son exportación de servicios. (Así es para la teoría económica y para las normas de la Organización Mundial del Comercio).
Dentro de las exportaciones de servicios cubanos se encuentra la de profesionales, la cual ha dependido de la victoria electoral de candidatos de izquierda, sobre todo de países de América Latina (Evo Morales en Bolivia, Hugo Chávez en Venezuela y Lula da Silva en Brasil).
Los mandatarios aliados del Gobierno de la isla otorgaron contratos preferenciales a empresas gubernamentales y militares cubanas. Los contratos llegaron a representar un sistema de atención médica paralelo al local y un mecanismo para presión de votos electorales.
Los convenios consistían en el envío de profesionales de la isla (que laboraban en condiciones económicas de semiesclavitud) a trabajar en los países gobernados por la izquierda.
Tener exportaciones de servicios totales que decrecen o que su alza depende solamente de procesos electorales en otras naciones (no de dinámicas de mercado) y exportaciones de bienes que también se contraen, no se corresponde con los datos de un país con «competitividad internacional». La competitividad era solo alianzas geopolíticas. En 2019 no éramos una economía competitiva.
El turismo era muchos turistas ahorradores
La cifra de más de 4 millones de turistas es engañosa. Si bien durante cuatro años (2016-2019) se mantuvo la marca —llegó incluso a 4.7 millones en 2018— el análisis del número muestra otra realidad.
La cifra 4.7 millones corresponde a los visitantes, no a los turistas. Los visitantes, según se registra en Cuba, son quienes entran al país y permanecen menos de un año. Entre ellos, están los turistas (los que visitan por más de un día) y los excursionistas (con estancia inferior a 24 horas, como pueden ser tripulaciones y, sobre todo, pasajeros de cruceros).
El arribo de cruceristas a Cuba tuvo un crecimiento exponencial a partir de 2016. Lo que señala que solo hubo más de 4 millones de turistas en 2017 y que, por tanto, en 2018 la cifra real fue 3.9 millones.
Fuente: «Comportamiento de ingresos por turismo internacional en Cuba 2014-2018». Economía y Desarrollo.
El aumento del turismo y de excursionistas vino acompañado de una caída de los ingresos por cada visitante, dígase, del consumo en términos monetarios de turistas y cruceristas. Lo que significa que, sin tener en cuenta los altos costos de producción para dar servicios a un turista, el arribo de visitantes representó por sí solo una disminución de la rentabilidad de la industria cubana. Más turistas, pero menos ganancias; menos divisas disponibles de las que parecen.
Fuente: «Comportamiento de ingresos por turismo internacional en Cuba 2014-2018». Economía y Desarrollo.
Un turismo relativamente alto respecto a las cifras cubanas, pero no con la magnitud que afirmó el presidente (nunca fue de 4 millones y medio) y que no se sostuvo en el tiempo (apenas una vez se superaron los 4 millones) y que aporta bajos ingresos no es un sector económico del que presumir. Además del error de memorización que cometió el cuadro al separar el turismo de las exportaciones, sus 4 millones fueron un oasis económico que apenas duró. El turismo nunca estuvo bien como sector, sobre todo por los altos costos de su mantenimiento y por la pérdida de rentabilidad.
La vitalidad económica era exportar mal y producir menos
La estructura interna de las exportaciones indica una deformación de la economía de Cuba. A pesar de ser un país marcado por la escasez de alimentos y de casi cualquier bien, imprescindible o no, las exportaciones de servicios —sean de profesionales o ingresos por turismo— en varios años, incluido 2019, han sido hasta cuatro veces mayores que las de bienes.
Se trata de una proporción que no se corresponde con las necesidades de la economía cubana de garantizar estándares básicos de alimentación asequible, teniendo en cuenta que las características de exportación de un país suelen ser un reflejo de su estructura productiva (en este caso, predomina la exportación de servicios porque no hay un rubro mejor o con más abundancia para comerciar con el exterior. Ni siquiera hay muchos más para hacerlo).
Asimismo, la tipología de la producción de servicios cubanos es sui generis. Si bien en países desarrollados llega a ser el 72 % del PIB y en aquellos en vías de desarrollo hasta el 52 %, los servicios se concentran en cómputos, audiovisuales, recreativos y transporte (destaca un mayor crecimiento en los últimos años de los que se prestan digitalmente). Luego, la distribución sectorial se refleja en las exportaciones.
Por esa razón, cuando se menciona la economía de exportación de servicios como un sector en crecimiento a nivel mundial, no se trata de la exportación de mano de obra semiesclava ni de turistas que cada vez gastan menos en una economía que apenas produce.
En el caso de Cuba es difícil mencionar iguales beneficios en términos de encadenamientos productivos y de desarrollo que implica la exportación de servicios en otros países.
2019 fue el año con menos importación de bienes (sin aumento de la oferta de producción nacional) desde 2010, como parte de la tendencia decreciente de la segunda mitad de la década. El descenso de las importaciones fue más acelerado que el de las exportaciones de bienes y servicios, en tanto el saldo entre ambas se redujo. Lo que, teniendo en cuenta la alta dependencia cubana de la oferta importada, ratifica que hubo escasez en ese año y peor que en los anteriores inmediatos.
De igual manera, 2019 fue de los peores años de la década en materia de producción nacional de alimentos. Solamente un 5 % del total de inversiones anuales se dedicaron a la agricultura. Como resultado, hubo reducción de la producción de leche, pollo, cereales, entre otros rubros de la economía.
Las características de las exportaciones en 2019 (turismo y servicios profesionales) y las de la oferta interna de bienes y servicios (importada y producción nacional) no se corresponden con los datos de un país con «vitalidad económica». Lo que mencionó el presidente, no pasó.
Siempre se miente con un objetivo
El estado de la economía cubana en 2019 exige un análisis más profundo que el correspondiente a los datos aquí expuestos. No obstante, los aspectos mencionados por el presidente son suficientes para mostrar que 2019 no fue como intentó ilustrar.
Para su exposición, Díaz-Canel escogió posiblemente los mejores indicadores y sectores de la economía. De ahí que su elección haya sido, en sí misma, una demostración de que la realidad económica tenía peor salud que la exportación de servicios y las remesas. Si ese pequeño trozo de realidad expuesto tampoco funcionaba bien en 2019, ¿cómo habría estado el resto de la economía? Pues claro, mal.
Díaz-Canel intentó vender lo menos malo de la economía como bueno. Sin embargo, en la prensa estatal e independiente y en los informes de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información hay evidencias suficientes sobre un 2019 que no fue tan «glorioso» como quiso hacer ver el presidente.
En otras palabras, las declaraciones de Díaz-Canel sobre la economía cubana en 2019 se levantan sobre mentiras o datos manipulados.
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