Hace un par de semanas Tass, la agencia de noticias del Gobierno ruso, anunció la próxima develación de un monumento en honor a Fidel Castro —con un valor cercano a los 330 mil dólares—, emplazado en Moscú. El proyecto fue aprobado por el ayuntamiento moscovita el 16 de febrero de este año, una semana antes del comienzo de la guerra en Ucrania, en una votación singular.
«La inauguración está prevista para los días 21 y 22 de noviembre y [...] se espera la participación del presidente cubano en la ceremonia», detalló la nota. Justamente Miguel Díaz-Canel llegó este sábado a Rusia, como parte de una gira por varios países.
El monumento a Fidel Castro es uno de los más recientes gestos adoptados por el Gobierno ruso para acercar posiciones con su homólogo de la isla.
La sintonía entre ambas capitales se había puesto de manifiesto cuando el 23 de febrero, en su última sesión antes del comienzo de la «operación militar especial», la Duma –cámara baja del parlamento ruso– acordó prorrogar hasta 2027 los pagos de la deuda cubana. Poco después el presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, voló hacia La Habana para reunirse con Miguel Díaz-Canel. Ambos se encontraron esa noche en el Palacio de la Revolución, probablemente a la misma hora cuando la televisión rusa se encadenaba para transmitir la declaración de Putin ordenando el ataque Ucrania.
Desde entonces, Cuba mantiene su alineamiento con Rusia, absteniéndose o apoyándola, alternativamente, en las votaciones convocadas por la ONU –la más reciente el 14 de noviembre, cuando fue uno de los 14 países que se opuso a una resolución en demanda de que Rusia pague indemnizaciones de guerra a Ucrania–. El Kremlin, a su vez, incrementó sus envíos de combustibles –en particular, luego del incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas–.
Han sido los combustibles uno de los rubros que ha sostenido el crecimiento del 93 %, experimentado por el comercio bilateral desde 2020, a pesar de que disminuían las exportaciones cubanas. Así lo reconoció el embajador cubano en Moscú, Julio Antonio Garmendía Peña, durante una entrevista concedida en agosto a Izvestia, el principal periódico ruso. Para equilibrar la balanza comercial, el diplomático manifestó el interés de La Habana en «promover y ampliar la presencia de los productos tradicionales y no tradicionales [...] así como fomentar la exportación de servicios médicos, productos farmacéuticos y biotecnología, con especial atención a las regiones rusas».
El esquema esbozado por Garmendía Peña remite al convenio entre Venezuela y Cuba, que lleva más de 20 años cubriendo el grueso de las importaciones petroleras de la isla. Pero desde hace un par de años los envíos al amparo de ese acuerdo se mantienen en torno a los 50-60 mil barriles por día (bpd), muy por debajo de los casi 100 mil que llegó a garantizar en su periodo de bonanza.
Desde que en octubre de 2013 Rusia le condonó a Cuba el 90 % de la deuda que arrastraba desde los tiempos de la Unión Soviética, Moscú escaló posiciones en el listado de los socios comerciales de La Habana, hasta ubicarse entre los diez primeros. La extensión de los plazos de pago para los 2 300 millones de dólares restantes, cuyo vencimiento inicialmente se acordó para fines de 2023, debe contribuir a que esa relación se profundice.
La nación caribeña afronta la mayor escasez de combustible de las últimas décadas, precisamente cuando el Kremlin necesita colocar en el mercado todo el crudo que dejó de venderle a clientes occidentales debido a las sanciones de Bruselas y Washington. Moscú se ha mostrado dispuesto a negociar condiciones de pago preferenciales con gobiernos que le son afines. Así ha sucedido con China, India, Egipto y Malasia. Sobre todo los dos últimos se han especializado en comprar volúmenes de crudo mucho mayores a los que necesitan, para luego revender los excedentes como producción propia; Malasia ha duplicado sus exportaciones justificándolas con aumentos de extracciones en sus campos petrolíferos que Estados Unidos y la Unión Europea ponen en duda.
El seguimiento de los envíos petroleros desde Rusia a Cuba, hecho por la agencia Reuters, registró un inédito promedio de 230 mil barriles diarios durante la segunda quincena de agosto de 2022, previsiblemente para reponer las reservas perdidas en el incendio de la terminal matancera. Los envíos de septiembre y octubre (45 mil bpd), aunque mucho menores, no dejan de ser significativos si se les compara con las necesidades totales de Cuba (en el orden de los 150 mil bpd).
Los volúmenes de petróleo despachados por Rusia desde el comienzo de la guerra en Ucrania «son la cantidad más grande que recibe [Cuba] en un año desde el colapso de la Unión Soviética», comentó a El Nuevo Herald Jorge Piñón, investigador principal del Centro de la Energía de la Universidad de Texas. Según sus cálculos, los cuatro millones de barriles remitidos en el contexto bélico equivaldrían al menos a 322 millones de dólares. En 2017 y 2018, los últimos años sobre los que se publicaron estadísticas, ese intercambio había alcanzado los 35 millones y 55,5 millones de dólares, respectivamente.
«Todo esto es muy conveniente para Rusia porque, debido a las sanciones, los puertos rusos están llenos de petroleros. Les permite continuar monetizando el petróleo en lugar de cerrar los pozos, que son costosos de recuperar más tarde», señaló el experto.
A propósito de su gira internacional, y durante una reunión con personal diplomático cubano en Moscú, el presidente Miguel Díaz-Canel reconoció que además del sentido político de la visita, también «hay una importancia económica porque son países con los cuales tenemos proyectos, sobre todo en el orden energético, muy importantes».
El interés de Cuba es que el actual ritmo de transferencias se mantenga en el tiempo, le planteó el viceprimer ministro Ricardo Cabrisas a su par Dmitri Chernyshenko, durante una reunión celebrada en Moscú el 6 de octubre. Los rusos se comprometieron a analizar la propuesta, que contempla pagos en rublos por el petróleo, fertilizantes y trigo. Sin embargo, poco se conoce sobre cómo Cuba cumplirá con los pagos correspondientes o si existen otros tipos de acuerdo para amortiguar la deuda.
Welcome back, tovariches
El 5 de octubre de 2022 llegó a Varadero el primer avión con turistas rusos en más de siete meses. En principio, cuatro vuelos semanales tendrán como destino el balneario matancero, y otros tres, el de Jardines del Rey, en Ciego de Ávila.
«Nuestro gobierno garantiza la inviolabilidad de sus aeronaves [...] y antes de que finalice el año completará los trámites necesarios para la aceptación y el servicio de las tarjetas Mir», resaltó el consejero de turismo de la embajada cubana en Moscú, Juan Carlos Escalona.
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania países como Turquía «han hecho su agosto» a cuenta de los vacacionistas rusos rechazados por la Unión Europea: entre enero y agosto de 2022 Turquía fue el segundo país que más visitantes rusos recibió (2,2 millones), pero a diferencia del primero (Alemania) el grueso de los arribados a sus aeropuertos no acabaron buscando asilo, sino en algún balneario de la costa del Mar Negro.
Sin embargo, Ankara sufre el inconveniente de ser vulnerable a potenciales sanciones de Estados Unidos. En septiembre todos sus bancos suspendieron el uso del sistema de pagos Mir, promovido por Rusia, tras recibir «advertencias» de Washington. La imposibilidad de utilizar sus tarjetas en Turquía supone un problema para los ciudadanos rusos, quienes debido a las sanciones occidentales no pueden acceder a los servicios de compañías como Visa y MasterCard.
Para gobiernos sancionados, como los de Bielorrusia, Cuba o Irán, las amenazas estadounidenses no tienen prácticamente impacto. En junio, Cuba se planteó como meta que la tarjeta Mir sea operativa en su territorio antes de finalizar 2022. Junto con los pagos en rublos para el comercio bilateral, supondría una «desconexión» importante del sistema financiero global.
También en diciembre debe reinaugurarse la planta metalúrgica Antillana de Acero, luego de cinco años de una reconstrucción capital financiada por Rusia. Así lo anticipó, este 14 de noviembre, el embajador ruso, Anatoli Guskov, en el marco de la Feria Internacional de La Habana. «Es la mayor obra de los últimos años, emprendida por nuestros países», resaltó el diplomático antes de listar otros proyectos emprendidos de conjunto.
La plana mayor del Gobierno cubano se hallaba reunida al completo para aplaudirlo. Como si de los mejores tiempos de relaciones con la Unión Soviética se tratara.
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
José Román
Silvano
Enrique Del Risco