Foto: Sadiel Mederos
¿El Gobierno puede generar los 2 000 MW de energía solar que prometió?
15 / mayo / 2024
El 13 de marzo de 2024, Vicente de la O Levy, ministro de Energía y Minas, anunció que el Gobierno cubano instalará 92 parques solares fotovoltaicos que se espera produzcan 2 000 megavoltios de potencia para 2028. «Hemos apostado por salir de la crisis con recursos propios, a pesar de la situación energética que enfrenta el país», dijo.
Nueve días después, precisó la planificación del Gobierno en el programa Desde la presidencia. De acuerdo con Vicente de la O, en el plazo de un año y un mes se pueden esperar 1 000 MW y dijo: «Este mes empiezan a embarcar los primeros 200 contenedores. Empieza un movimiento grande, como el que se hizo en la revolución energética, 1 000 MW son 46 parques fotovoltaicos que estarán repartidos entre las distintas provincias, lo que promedia tres parques fotovoltaicos de 21 MW cada uno. Está concebida la logística, la transportación y el andamiaje que lleva el proceso inversionista».
El 21 de junio de 2014, el Consejo de Ministros aprobó la política sobre Desarrollo Prospectivo de las Fuentes Renovables y el Uso Eficiente de la Energía y el compromiso fue llegar al 24 % para 2030 de generación de electricidad con esta tecnología. En el documento, el Gobierno cubano también se comprometió a no incrementar la dependencia de importaciones de combustibles y a reducir el costo de 21.1 centavos de dólar de la energía que entrega el Sistema Eléctrico Nacional a 17.7 centavos de dólar. A finales de 2021, la Unión Eléctrica (UNE) actualizó el programa y amplió el compromiso a 37 % de la generación de electricidad con fuentes renovables para 2030, con la aspiración futura de llegar al 100 %.
A pesar del consenso de producir electricidad con fuentes renovables y de los documentos aprobados, en la práctica poco se ha logrado en diez años. Rosell Guerra, director de Energías Renovables del ministerio de Energía y Minas, reconoció a la agencia extranjera Inter Press Service en febrero de 2022 que la implementación de la política estaba atrasada.
En 2014, Cuba contaba con un 4.3 % de producción de electricidad con energías renovables. La apuesta fundamental, entonces, estaba en la biomasa. En diciembre de 2016, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) Raúl Castro dijo: «Sin renunciar al incremento de la producción nacional de petróleo, para lo cual también se necesitan inversiones, debemos acelerar el desarrollo de las fuentes renovables de energía, que actualmente solo significan un 4.65 % de la generación de electricidad. Condiciones para ello tenemos más que suficientes en las energías solar o fotovoltaica, eólica y la biomasa». Hasta 2024, el crecimiento no ha ido más allá de un 0.4 %.
Aunque el objetivo del Gobierno de migrar al uso de energías limpias es loable, no es la primera vez que las autoridades cubanas hacen promesas de soluciones para el problema de la generación de electricidad a largo plazo sin una estrategia factible de desarrollo. La transición que propone el Gobierno es costosa, y no queda claro con qué recursos se costearía.
Promesas anteriores
La instalación de 2 000 MW de energía fotovoltaica para 2028 se presenta de salvación a la crisis actual después de que el Gobierno experimentara con otras estrategias que también prometían solucionar definitivamente el problema.
La primera gran promesa fue la revolución energética encabezada por Fidel Castro que presentó los grupos electrógenos como la mejor estrategia.
En un discurso pronunciado el 17 de enero de 2006, Castro aseguró que un estudio profundo de la situación y de las experiencias del enfrentamiento a fuertes huracanes llevaron a nuevas concepciones para desarrollar un sistema electro energético nacional más eficiente y seguro.
«El sistema de las termoeléctricas será sustituido paulatinamente por la nueva generación de motores, incluidos los de ciclo combinado, y se le dedican los recursos mínimos necesarios para mantener la disponibilidad de las unidades más eficientes. Otras unidades serán conservadas y estarán listas para trabajar cuando el sistema lo requiera, en tanto transcurra la primera fase de la transformación del actual sistema», sostenía Fidel Castro en ese entonces.
Hoy, los grupos electrógenos son difíciles de mantener y resultan muy costosos por el alto consumo de combustible que demandan.
La otra gran promesa fueron las patanas turcas con capacidad de generación inmediata. El ministro Vicente de la O Levy defendió en febrero de 2023: «en el medio de la crisis que estamos viviendo, fue el mejor negocio que se hizo». Además, aseguró que «este tipo de embarcaciones con tecnología energética permiten dar mantenimiento a otras centrales termoeléctricas, contribuyen a incrementar la reserva nacional y sustituyen el uso de diésel, uno de los combustibles más caros en la generación» debido a que consumen fuel oil.
Aunque no se conoce el costo que suponen las patanas para el país, se conoce que el contrato es por 17 años y en la actual crisis han tenido que parar por falta de combustible.
Las alternativas que se han presentado para disminuir el protagonismo de la generación térmica han sido la generación distribuida (grupos electrógenos) y la generación móvil (patanas). El problema es que las dos alternativas también dependen de la disponibilidad de combustible en el país. Por esa razón, a pesar de tener capacidad de generación, no evitaron que regresaran los apagones.
¿Qué retos tiene la instalación de 2 000 MW fotovoltaicos en Cuba?
Jorge Piñón —director del Programa de Energía para Latinoamérica y el Caribe de la Universidad de Texas— dijo a elTOQUE que Cuba no solo tiene un problema de escasez de recursos, sino también de gestión de proyectos. Lo explica a partir de dos ejemplos:
Uno de los ejemplos es el proyecto de energía eólica de La Herradura, en Puerto Padre, que lleva más de diez años en desarrollo con financiamiento y tecnología China. Las unidades y los molinos llegaron desde 2008 y siguen sin instalarse. El otro ejemplo es el proyecto de la planta de biomasas de Ciro Redondo construida también por una compañía China y en el cual se invirtieron 186 millones de dólares para generar 65 MW. Ese está detenido por falta de caña de azúcar para moler, explica el experto.
«Otro problema que vemos alrededor del mundo —y al que se va a enfrentar Cuba— es la obsolescencia de tecnología. Hoy se habla de plantas eléctricas que van a utilizar hidrógeno, por ejemplo. Las plantas solares y hasta las plantas de ciclo combinado de gas natural que se están fabricando tienen tecnologías muy avanzadas. Es importante saber a qué equipamiento va a acceder Cuba porque dentro de tres o cinco años puede quedarse estancada. Por tanto, no solamente se necesita financiamiento, hay que estar seguros de que los tipos de energía y la tecnología que se va comprar o adquirir sea la más moderna y eficiente», comenta el experto.
Una de las principales dudas con respecto a la decisión anunciada por el gobierno cubano es si esto que se está planteando va a tener una planificación estratégica y se va trabajar de conjunto o va a pasar igual que con los grupos electrógenos. Dice Jorge Piñón: «me preocupa que sea como una escopeta de perdigón disperso y sin ningún plan para funcionar en sistema».
¿Por qué ahora la energía solar es la mejor solución?
La Oficina Nacional de Estadística e Información registra que en 2022 la producción de energía a partir de fuentes renovables fue de 241.5 GW, la menor en los últimos cinco años. Con la cifra, el plan presentado por el ministro de Energía y Minas, sin otra garantía que su palabra, parece una promesa más.
Aunque la producción de energía solar es de las más baratas, un estudio de la agencia Internacional de Energía Renovable (Irena, por sus siglas en inglés) publicado en 2022 apuntó que el costo promedio de producir energía fotovoltaica era de 0.049 USD / kWh. La organización reconoce que el coste inicial puede resultar desalentador para muchos países que carezcan de los recursos suficientes. En el caso cubano, se desconoce de qué recursos dispone el Estado para realizar la transición energética acelerada que prometió.
El ministro Vicente de la O declaró en 2023: «en condiciones normales el sistema necesita 250 millones [de dólares] para sostenerse sin contar con los combustibles. En 2019, el país erogaba entre 150 y 170 millones de dólares para comprar combustibles por vías no tradicionales, en 2021 fueron 1 471 millones por fuera en el mercado internacional y en 2022 más de 1 700 millones de dólares».
¿Cuánto costará al país instalar 2000 MW de energía renovable?
Según ha explicado Ricardo Torres, economista cubano e investigador del Observatorio de Monedas y Finanzas de elTQOUE, los costos de los proyectos fotovoltaicos pueden variar porque dependen de quién provea la tecnología y de los créditos —más la tasa de interés que se cobren por el crédito que se amortiza a lo largo del tiempo— que pueda negociar el Gobierno cubano. «En general, los últimos números que he visto dicen que aproximadamente cada megavatio de parque solar cuesta alrededor de 1 millón de dólares. Se dice rápido, pero es un número extraordinario para una economía como la cubana en este momento. Se habla en el plan de 2 000 MW».
«Por otra parte, la vida útil de un parque solar es de entre 25 y 30 años, pero cada año pierde un 0.5 % de su capacidad y necesita mantenimientos adecuados cuyos costos rondan los 15 000 dólares por MW».
«No es irracional el programa que está planteando el Gobierno. Cuba es un país que recibe muchas horas de sol de manera uniforme, aunque tiene el problema de los huracanes que pueden afectar puntualmente».
«La pregunta es cómo se va a lograr con la situación actual del país. No se ha podido recapitalizar la industria azucarera que estaba ahí y convertirla en un motor de producción de energía y ahora se está hablando de que queremos invertir aproximadamente 2 000 millones de dólares en 2 000 MW de parques solares que producen intermitentemente y que requieren sistemas de almacenamiento de energía que los acompañe para poder usar la energía que se genera durante el día. Pregunto, si Cuba tenía la industria azucarera que puede producir etanol para el transporte y que puede, además, producir electricidad con tecnología probada a partir del bagazo y de los restos agrícolas por qué ahora se presenta esta solución in extremis cuando se pudo usar un sector que tenía tantos derrames sobre la economía, y no solo la electricidad», precisó Ricardo Torres.
«En el caso de la estrategia que presenta ahora el Gobierno, la solución a corto plazo puede venir de diferentes maneras si se encuentra alguien que preste el dinero para comprar el equipamiento y hacer las instalaciones como se hizo en la revolución energética; pero lo realmente importante es que es lo que debería ocurrir para que no se repita una situación como esta en el futuro».
En un artículo publicado en Horizonte cubano, un programa de la Universidad de Colombia en Estados Unidos —precisa el experto— calculamos que para capitalizar los más de 6 000 MW que tiene instalado el sistema eléctrico cubano en todas las tecnologías y, además, hacer la instalación de energía renovable a partir de los planes del Gobierno se deberían invertir aproximadamente entre 9 000 y 10 000 millones de dólares. Esto, además, no es algo que puede ocurrir en pocos años.
Sin embargo, según declaró el ministro Vicente de la O a la prensa oficial cubana, la propuesta de instalación de parques fotovoltaicos de 2000 MW «son contratos pagados con recursos del país, no con líneas de crédito», pero no dio más detalles sobre los costos o compromisos que entraña.
¿La energía fotovoltaica puede ser una solución definitiva a largo plazo?
Jorge Piñón explica: «el Gobierno están hablando de 2 000 MW de energía solar, pero no se sabe qué porcentaje piensan que va a representar con respecto a la capacidad total que Cuba va a tener disponible, porque el resto van a ser las mismas termoeléctricas que se rompen cada seis meses».
Otra pregunta importante que plantea el experto es qué van a hacer con las patanas después de la instalación de los 2 000 MW si tienen un contrato por 17 años que hay que pagar aunque estén paradas porque no tienen combustible.
El consumo de electricidad en Cuba en 2022 fue de 18 323 GW y en 2019 se consumieron 21 155 GW. O sea, los 1 000 MW que se proyectan para 2025 pueden llegar a producir 1 500 GW al año, que sería el 8 % del consumo de 2022. Por tanto, los 1 000 MW harían un aporte a la generación, pero por sí solos no resolverían el déficit actual y mucho menos son una solución para los próximos 12 a 15 meses. Del consumo total en 2022, las patanas turcas produjeron 2 590 GW y las termoeléctricas cubanas unos 15 732.
Para Ricardo Torres, el análisis del tema energético no puede verse separado del desempeño general de la economía del país.
«Hay una regla empírica básica que dice que un país debe invertir en general alrededor del 25 % equivalente al producto interno bruto (PIB) y de ese total, como norma empírica, se debería dedicar el 7 % aproximadamente en inversión en infraestructura. Cuando uno ve los números queda claro en qué medida Cuba se ha ido quedando retrasada en términos de volumen de recursos que se requieren para capitalizar adecuadamente un sistema como el sistema electroenergético».
«No se trata solamente de la cantidad de recursos, sino de la estructura porque la inmensa mayoría de la inversión tiene que financiarse con moneda extranjera».
«Cuba después de 1990 no ha llegado a tener algo cercano al 25 % de su PIB en inversión total. A partir de ahí se puede entender que el sistema acumula un déficit inversión y eso se hace evidente en las plantas de generación eléctrica. En 30 años los recursos que se han dedicado al sector están muy por debajo de las necesidades del país en infraestructura».
«Tiene que haber una economía saludable en crecimiento para que se puedan generar los recursos para pagar las inversiones en infraestructura en sentido general, pero particularmente en la energética si uno no tiene ese contexto entonces van a venir las dificultades y Cuba ha tenido una economía durante más de 30 años prácticamente estancada».
«No es posible capitalizar un sistema como el energético, sin pensar en la reforma económica más general e integral que requiere el país. Si se divorcia una cosa de la otra, lo que va a pasar es algo como lo de la revolución energética. Esta solucionó problemas a corto plazo, pero tenía un fallo de origen, la isla siguió dependiendo de los combustibles fósiles importados, ese fue su pecado original y no se atendió a ese problema.
«¿Cuáles son las perspectivas económicas del país en términos de importación, de atracción de capital extranjero e incluso de obtención de crédito fresco internacional que van a permitir capitalizar un sistema y luego devolver todos esos recursos? Para ello tiene que garantizarse el crecimiento económico en el mediano y largo plazo; si no, lo que vamos a hacer es endeudarnos más».
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