El Gobierno cubano combate a los pobres, no a la pobreza

Foto: elTOQUE.

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Horas después de que Marta Elena Feitó Cabrera, ministra de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), asegurara que en Cuba no hay mendigos, sino personas que se disfrazan para buscar en los latones de basura, vender materias primas y trabajar ilegalmente; horas después de que dijera en alta voz lo que la casta del poder se inventa para construir una realidad ficcionada sobre la situación cubana que los exima de su responsabilidad —acostumbrados como están a culpar al otro—; horas después de que irrumpiera en el Parlamento para ratificar el resentimiento y el desprecio estatal hacia la mendicidad y la pobreza; horas después de que esas declaraciones se viralizaran y demostraran la mentira de la política social de la isla, Díaz-Canel tuvo que salir a hablar.

El presidente cubano intentó por todos los medios calmar la situación, aunque eso no sea posible; procuró desmentir a la ministra sin mencionarla, dijo que no estaba de acuerdo con ella, que era «contraproducente emitir juicios como esos». Salió a explicar bien cuál es la «divisa» y la «misión» de la Revolución. «Debemos seguir ratificando que la Revolución no deja a nadie atrás. El bienestar del pueblo es nuestra principal divisa (…). Existe una prioridad para superar el difícil momento con inteligencia y creatividad colectiva», dijo Canel en una de las comisiones del Parlamento al día siguiente. 

Un presidente que sale a desvalorizar a sus ministros y a contradecir lo que afirman en la Asamblea Nacional los titulares de los Ministerios no hace sino corroborar la ilegitimidad de las instituciones gubernamentales. Instituciones y dirigentes intermedios a los que hace mucho tiempo les han asignado el papel de «culpables de los errores» para así tener chivos expiatorios a los que purgar y castigar, extendiendo la política represiva y dejando a la casta invulnerable. 

Un presidente que sale a rectificar lo que la ministra aseguró en un ritual como lo es el Parlamento —en el que nadie dice lo que no puede ni de la forma en que no puede ni con las palabras que no puede— solo confirma la ruina de la gobernabilidad en la isla y la política oficial de falsear la realidad e inventar una narrativa alterna (que es totalmente falsa).

El contrapunteo entre Canel y la ministra del MTSS fue muy claro y se puede resumir en esta expresión del presidente cubano: «sí existen esas manifestaciones [mendigos]. No sentimos vergüenza en reconocerlo». Aunque fuera tímido, Díaz-Canel, continuó llamándole «manifestaciones» para no reconocer el fenómeno.

Lo que les salió mal ahora a la propaganda y por lo que Canel tuvo que hacer «control de daños» fue la escandalosa y burda invención que eligió la ministra para repetir lo que ya era una línea comunicativa oficial desde antes. 

En Cuba sí hay mendicidad y personas en condiciones de vulnerabilidad extrema. Evidencias existen. Canel no puede admitirlo del todo porque, como aseguró Granma en marzo de 2025, «la mendicidad no es compatible con el proyecto social cubano». ¿Qué hace entonces? Pantomimas. Malabares. 

¿Por qué lo que dijo la ministra no contradice la política estatal de despreciar a los pobres? 

Acá algunos ejemplos:

En abril de 2025, la Gaceta Oficial publicó el Acuerdo 10056 del Consejo de Ministros, una guía de procedimiento «para la atención a conductas deambulantes». ¿Qué hace el acuerdo? Conceptualizar una definición de deambulante que le es funcional al régimen porque permite culpabilizar a esas personas y llamarlos «trastornados». Es decir, son personas «enfermas», «inestables» y que terminarán trasgrediendo «las normas de convivencia y la disciplina social». Por esa razón, está permitido despreciarlas y, además, castigarlas punitivamente para que no afeen el socialismo cubano.

Díaz-Canel dejó claro, también en abril de 2025, que los mendigos no podían proliferar y que aunque él entendía que había personas vulnerables, también había «farsantes» y «descarados». «Hay gente que uno ve que está bien físicamente, que podía estar trabajando y están en el descaro, están en el invento y están creando situaciones muy negativas». O sea: sí hay vulnerables, pero no son todos ni es un fenómeno del cual deberíamos preocuparnos demasiado.

Otra vez en abril de 2025, Belkis Delgado, la directora de Prevención Social del MTSS, repitió la narrativa de que hay personas que deambulan porque tienen una «conducta desajustada» o un «trastorno psiquiátrico». Fermín Anzardo Ramírez, director de un Centro Provincial de Protección Social de la capital, dijo que existía «un plan de recogida por parte del Gobierno provincial» de estas personas deambulantes. Otra vez: ellos son desajustados, que no saben lo que hacen; y nuestro plan es desaparecerlos de las calles.

En una nota publicada en el portal del Gobierno de Matanzas, en abril de 2025, la gobernadora, Marieta Poey Zamora, instó a erradicar a los deambulantes. En el texto también se destacó: «Los Grupos de Enfrentamientos (grupo que tiene en sus funciones esta tarea) a conductas nada positivas para la sociedad, deben estar activados a su máxima potencia en cada circunscripción y consejo popular de la provincia matancera, actuarán de inmediato contra todos estos males sociales». Nuevamente: ataquemos a las personas con estas conductas, pues ellos son los responsables. 

En marzo de 2025, Isabel Acosta —magistrada del Tribunal Supremo Popular— publicó en Granma un texto en el que pintó un panorama alterno. Según ella, había personas aprovechándose de los vulnerables para inducirlos en «actos de mendicidad», a los que llamó «flagelo». Dijo, además, que esas prácticas «violan las normas legales establecidas» e incitó a encarcelar a quienes incurrieran en ello. Una vez más: el problema es qué hacemos para castigar a los pobres, cómo los «recogemos» de las calles, no cómo resolvemos que esa situación no exista. 

El sistema político de los humildes, por los humildes y para los humildes es humo. No existe en la isla. El Estado cubano ha construido, con ahínco, un sistema que se basa en el desprecio al otro que ellos consideran indigno y, por lo tanto, debe quedar fuera de la sociedad. Nada que nos contradiga. Volquemos nuestras fuerzas represivas, comunicativas y de poder hacia ello. Canel quiere que la ministra del MTSS se lleve los platos rotos. Pero esas manos no alcanzan para tapar el desastre.  


Nota: horas más tarde de la publicación de este texto, los medios de prensa oficiales anunciaron que Marta Elena Feitó había renunciado a su cargo.
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