—No podrás negar que la noticia de esta semana es la imposición del título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Sociales de la Universidad de Matanzas al compañero Esteban Lazo.

—Nunca mejor dicho: imposición. La «honoris causa» debe ser el antes y el después que significa para la informatización de la sociedad el hecho de que «los campesinos tengan celulares gracias a la Revolución».

—No parece. Se dice que en sus años como dirigente en la Atenas de Cuba se caracterizó «por sus capacidades innovadoras y potencial científico, con numerosos aportes al desarrollo del territorio matancero y del país».

—Debían sumarle a su expediente los numerosos aportes a los estudios sobre somnolencia desde que asumiera como presidente de la Asamblea Nacional.

—Lo que más se resalta para la entrega de la condición académica es «la intachable trayectoria revolucionaria, de trabajo y entrega en defensa del crecimiento del sistema social socialista de la nación».

—Poderoso incentivo para optar por la categoría científica: con currículo similar cualquier cederista puede obtenerla.

—No creas. La cota está muy alta desde que el doctorando Canel presentara su tesis «Sistema de gestión de Gobierno basado en Ciencia e Innovación para el desarrollo sostenible en Cuba».

—El sistema de digestión se me paraliza cuando leo (y aquí te va lo para mí más trascendental de la semana) que la que el presidente acaba de finalizar es la cuarta visita gubernamental al municipio de Moscú en poco más de cinco años.

—¿Fue a ver lo que estaba bien o lo que estaba mal?

—¿Cómo que mal? Es obvio para él, tras más de tres décadas de cambios, que el proceso de restauración socialista marcha bien en Rusia. Imagino que en su encuentro con Guennadi Ziuganov, secretario general de los comunistas rusos, le haya preguntado qué espera para entregarle a Putin el carnet del Partido.

—Si no se lo planteó, es de conjeturar que Miguel y Vladimir no las tienen todas consigo. Eso de que el mandatario ruso ha mantenido este jueves un «cara a cara» con su homólogo de Cuba…

—Cara no les falta.

—Sobre todo al primer secretario nuestro. Afirma que esta visita a la Federación de Rusia, como las anteriores, siempre constituye «un momento de aprendizaje». ¿Aprenderá de Putin que ya es hora de que Cuba realice una «operación militar especial» en Haití por el surgimiento, a pocos kilómetros del extremo oriental cubano, de prácticas fascistas?

—Es poco probable. Se ha cuidado de hacer críticas directas al gobierno de Ucrania. Debe tener esperanzas de que Zelenski lo ayude a reparar Tarará.

—Sus proyecciones en los últimos años se han dirigido hacia «una Eurasia que parece lejos, pero que está cerca». Ha puesto miras en la Unión Económica Euroasiática y la adopción por esta de una «hoja de ruta» para su crecimiento acelerado.

—Crecimiento acelerado que no será posible si nuestro país no pasa de Estado observador a país miembro. Debe haber bronca al respecto, pues en la reunión de Moscú «los dignatarios se esforzaron por limar algunas contradicciones». Preguntarse qué demonios hace Cuba allí es una de ellas. Sentaría precedentes funestos para la estabilidad en Asia que naciones como Nepal pidieran su ingreso en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

—El Consejo Económico Euroasiático no sabe lo que se pierde. «Cuba tiene mucho que ofrecer en ramas como la farmacéutica y la biotecnología».

—Allá no saben cómo organizar una cola cuando llegan los medicamentos.

—Aprenderán rápido. Son notables las coincidencias culturales con esos países.

—No se ha citado la cantidad de bailadores de la taigá siberiana que amanecieron el otro día organizando ruedas de casino.

—Ya verás, por nuestros vínculos con la Unión Económica Euroasiática, las tiendas en MLC inundadas de productos de Belarús, Kazajistán, Kirguistán, Armenia y Rusia.

—Así nos desprendemos de la «Unión Económica Dolamericana».