“Soy Mandy desde que tengo once años, desde que entré la primera semana en la escuela de Arte. Yo venía de un pueblo de Remedios y mi formación era callejera. Me gustaba andar en pandilla, era guapo, me fajaba. Me decían Mandarria”.
“Un niño de la escuela me dijo que allí estaba para ser artista, que no podía convertirme en un elemento antisocial y que tenía dejar ese carácter. Me dijo: te voy a cambiar el nombre y te voy a llamar Mandy, eso si quieres ser amigo mío. Así se me quedó. Hasta en otros países a los que he ido a actuar me llaman como Mandy González”.
Acabado de graduar de nivel medio, Yusniel González Broche comenzó a trabajar en el cabaret Parisién, del Hotel Nacional, para pagar el alquiler mientras estudiaba en el Instituto Superior de Arte. Finalmente, en el 2001 regresó a Santa Clara para bailar con Danza del Alma, una agrupación integrada solamente por bailarines masculinos. Tras ocho años en la compañía, decidió tomar su camino como director y creó su propio grupo de espectáculos y variedades. Quería trabajar también con mujeres.
“Hasta el 2010 no me aprobaron el grupo, y lo hicieron como una prolongación de Danza del Alma. Antes, no trabajábamos oficialmente y no cobrábamos ni un peso.”
Y aunque ahora ya es profesional, Mandy tampoco ha tenido cómo retribuir con justicia a sus bailarines, porque la mayoría de ellos no tienen formación académica. “Aquí al que no sea graduado, no le pueden hacer contrato. Es una barrera que va en detrimento de mi creación”.
Por eso, y para poder garantizar ingresos, vende sus espectáculos en los municipios donde las exigencias de “calidades artísticas” no son tan burocráticas y logra facturar algún dinero para repartirlo entre los muchachos.
Baila Cuba, la única compañía de su tipo en Villa Clara, integra desde el flamenco y la música folclórica hasta las artes circenses. “Aquí lo mismo puedes ver un chico montado en una patineta, que un payaso, que una obra de circo, que un jazz, tap, flamenco, rumba o una columbia con cuchillos. Trabajamos lo moderno, lo contemporáneo, el ballet…”
“La diseñé para el espectáculo, para experimentar en todos los campos de la danza. Simplemente aproveché un campo inexistente en la ciudad. Quería que no fuera, como otras, solamente para el turismo, sino destinada también a un público menos conocedor. Baila Cuba es para la gente, no solo para intelectuales”.
Además de su carrera como bailarín, Mandy incursiona como instrumentista en la música folclórica. Cuando era estudiante aprovechaba las tumbadoras con las que le marcaban el ritmo en las clases y las tocaba en su tiempo libre.
“Se me fue metiendo en el oído ese sonido. Aprendí solo música yoruba. Me consagré en la religión en el culto al tambor. Hice un pacto con la entidad Omó Añá. Entré entonces al mundo del bembé y la música de los santos”.
Mandy aprendió por su cuenta a tocar al unísono los tres tambores batá, que usualmente ejecutan tres músicos diferentes. Se presentó a las audiciones y catalogó también como profesional de la música, condición que aprovechará para montar shows a gran escala para cabaret, que incluyan bailarines con una orquesta en vivo.
“Tengo muchos planes. Quiero bailar en el mundo y llevar lo que yo hago. Por ejemplo, fui a China con el grupo, pero a bailar una coreografía de otro, muy diferente a lo que acostumbro a hacer. El show ya estaba montado. Mis bailarines se lo aprendieron y lo reprodujeron. Aquí hay un gran problema con la comercialización y demasiados tabúes respecto a ese tema. Contamos con un mercado internacional inmenso con mucha demanda, y en Cuba existe talento suficiente; pero las barreras internas nos impiden llegar allí”.
Como ocurre con muchos de los artistas y agrupaciones cubanas, excepto las más reconocidas o mediáticas, la producción y promoción de Baila Cuba depende en gran parte de la gestión personal de su director, que no cuenta con fondos para contratar a quien realice ese trabajo en su lugar.
“Quisiera llegar a tener un spot de publicidad para vender el espectáculo, incluso, en las redes sociales. He tenido que ser productor, relacionista público, comerciante, de todo, además de bailarín, músico y maestro, y no debería funcionar así”.
El sueño de Mandy con Baila Cuba incluye, pero supera, las fronteras nacionales: ansía con elencos en cruceros, en escenarios por todo el mundo. “Allá voy”, confiesa.
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