La isla y el tiempo

La isla y el tiempo

2 / noviembre / 2015

Los años pasan y Cuba parece seguir flotando en el encanto de una burbuja de tiempo. Para algunos es una magia única y exótica a preservar, para otros evolucionar es un sacrificio necesario que salvaría la nación.

Resulta inevitable evocar a Cuba y no pensar en sus autos clásicos abriéndose paso tras una inmensa estela de humo, o cerrar los ojos y no recorrer de un lado a otro los vetustos y descoloridos edificios de la capital isleña, sus majestuosos castillos o su colonial arquitectura. Qué decir entonces de las lecciones de patriotismo al más crudo estilo soviético; pregonando por cada esquina lo que un día fuimos y jamás volveremos a ser.

Es sin lugar a dudas un escenario atípico, único e irrepetible; sin embargo no solo perceptible en la capital cubana, sino esparcido por toda la isla como deuda pendiente con el tiempo. Lo curioso es que de alguna manera los cubanos casi no percibimos lo exótico de la situación, pues con una población nacida en más del 70% bajo crisis económica y bloqueo norteamericano, poco hemos podido percibir en cuanto a prosperidad y desarrollo se trata.

Este panorama, hostil por lo que a algunos puede llegar a doler, es lo que irónicamente motiva la visita cada año de millones de turistas de todas partes del mundo, haciendo que nuestra economía sea prácticamente dependiente de la historia y la corrosión del tiempo.

Al menos así lo reflejan Adam y Nicole, un matrimonio norteamericano que recientemente ha visitado el país para cumplir un sueño ante temores muy triviales:`conocer La Habana antes que se llene de Mc Donalds, pasear por el Malecón en un Ford de los años 50, y sentir la energía de los cubanos con los Castros aún en el poder´.

Quizás sea una visión un tanto estereotipada, pero seguramente tampoco debe ser única y parece estar tomando aires de moda. Sobre todo en estos últimos meses, respondiendo al reciente cambio de relaciones entre Washington y La Habana, lo que ha puesto a debate cuánto podría influir el pueblo y gobierno norteamericano en el futuro y desarrollo de nuestra nación.

No obstante la diversidad de criterios parece tener bien delimitadas sus fronteras. Si bien es cierto que para los turistas venir a Cuba es casi transportarse en el tiempo, y que por tanto es un lujo que no quisieran perder; a los nacionales nos tiene harto tanto atraso tecnológico, la falta de recursos para desarrollar el país, o disfrutar de un sistema de transporte digno del siglo XXI.

Lo que no saben los turistas es que detrás de los bellos autos clásicos hay un alarmante índice de accidentes cada año, o que el hollín que despiden causa graves enfermedades respiratorias a los citadinos, sin contar el daño que de manera general le causa al medio ambiente. Por eso Víctor Alejandro, un taxista privado de la capital, no dudó en confesarme que su mayor anhelo es `poder cambiar algún día su viejo Pontiac por un auto moderno con aire acondicionado´.

Una vez más la contradicción se plantea en escenario difícil. Los nacionales parecen preferir el progreso económico y desarrollo social, sobre todo con aires de modernidad; mientras los extranjeros prefieren ver Cuba como una exótica huella del tiempo al estilo Jurassic Park.

¿Qué hacer entonces ante una peligrosa encrucijada como esta? ¿Valdría la pena sacrificar cambio y desarrollo por una máquina de tiempo?

Quizás lo ideal sería preservar la historia y belleza arquitectónica de las más importantes ciudades, sin embargo, negar la modernidad y desarrollo o pretender sobrevivir al hilo de las ruinas del pasado no deben seguir siendo opciones para apostar por el futuro de una Cuba prospera y sostenible.

Crear nuevos espacios para la paulatina transformación de contextos y realidades deberá ser prioridad en este sentido, pero poco podrá lograrse si no se cambia de una vez la mentalidad de empresas estatales y emprendedores privados, o se realicen a tiempo las necesarias alianzas estratégicas.

Llegar a una Habana limpia, moderna y desarrollada a lo mejor no sea el sueño exótico de millones de turistas europeos o norteamericanos, pero es el desafío que tendrán que enfrentar toda vez que esta nación encuentre el camino al desarrollo que tanto merece. Solo así comenzaremos a ocupar nuestro verdadero lugar en la historia, y los de afuera dejarán de vernos como cavernícolas de ultramundo en la tierra prometida.

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Iraida Navarro

Si rompen con lo que los ha caracterizado por décadas, tal vez se pierda el encanto o entren en la modernización y sean otras ciudades como otras que no llamen la atención a propios o visitantes.
En este sentido,pudieran preservar espacios que atrajeran a los turistas .
Pudiendo existir la Habana vieja y la moderna.
Modernizar los autos invirtiendo en nuevos,pero no sacando los viejos o excecrándolos, por el contrario arreglándolos y poniéndolos servibles.
Progresar y producir es bueno.Seguir adelante,construyendo y haciendo.
Iraida Navarro

Iraida Navarro

Si rompen con lo que los ha caracterizado por décadas, tal vez se pierda el encanto o entren en el modernización y sea otras ciudades que no llamen la atención a propios o visitantes.
En este sentido,pudieran preservar espacios que atrajeran a los turistas .
Pudiendo existir la Habana vieja y la moderna.
Modernizar los autos invirtiendo en nuevos,pero no sacando los viejos o excecrándolos, por el contrario arreglándolos y poniéndolos servibles.
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