La 63 Serie Nacional de Béisbol no deja de sorprender para mal a los fanáticos de la pelota cubana. Esta semana arrancó con dos nuevas actuaciones deplorables para el principal evento deportivo del país.

Primero, un árbitro que no existía. El fantasma de Ricardo Companioni vagó por las bases del «Capitán San Luis» en Pinar del Río el fin de semana y no era Companioni, sino una persona cualquiera anunciada por la amplificación local. Pero resultó que sí era el árbitro amonestado hace unos días, eso sí, con el nombre cambiado.

¿Quién dio la orden? Para la Comisión Nacional de Béisbol (CNB) —primero— no hubo cambio de nombre.

«Es falso que algún árbitro actuara con nombre falso en la 63 Serie Nacional de Béisbol. No ha sucedido ni sucederá, aunque algunos se empeñen en afirmarlo, faltando, intencionalmente, al más elemental sentido de la ética», aseguró la Federación beisbolera en X.

Dos días después dieron marcha atrás, volvieron sobre sus palabras y reconocieron que «escucharon opiniones contrarias» y que estaban «sumando elementos». También aseguraron que rechazaban «cualquier iniciativa que hubiera provocado mentir, dando la espalda a lo reflejado en las hojas oficiales de anotación».

Del arbitraje y los verdaderos demonios de la pelota cubana

Esta semana, dos agresiones físicas a árbitros nacionales empañaron aún más el panorama de la pelota cubana, entre la violencia y los errores habituales.

Claro que anunciaron a Companioni con un nombre falso por la megafonía del «Capitán San Luis», suceso que reconoció en redes el árbitro.

Pero la CNB es demasiado lenta para ver lo evidente. Así anda el béisbol cubano, ciego y minusválido, dando brazadas de ahogado a cada paso.

Finalmente, Reynaldo Pérez Pardo, el mandamás de la pelota cubana, aceptó que sí se reportó al mencionado árbitro con un nombre falso, suceso «inédito» en las Series Nacionales.

El funcionario villaclareño, a estas alturas, mencionó: «quién realizó la acción demerita a nuestro béisbol» y, por tanto, la comisión creará otra comisión para investigar el escándalo. Que alguien le toque el hombro a Pérez Pardo y le avise que méritos es de lo que más carece la Serie Nacional y lo que sobran son mediocridades.

Por si fuera poco, Pérez Pardo todavía intentó limpiar la credibilidad de los funcionarios de la Comisión Nacional que estaban en el partido y volvió a jurar que el nombre falso «nunca fue entregado por un directivo del béisbol».

¿Por dónde se romperá la cadena? Seguramente, a estas horas la cabeza del locutor local pende de un hilo por arrogarse el derecho de cambiar nombres de árbitros sin consultar a los directivos que estaban en los palcos del «Capitán San Luis» devorándose la merienda de turno.

Cuando el escándalo aún estaba fresco e irresuelto, una manada de Elefantes atacó de manera despiadada al árbitro Yovani Simón Martínez en el estadio «5 de septiembre» de la capital cienfueguera, luego de una jugada controversial en el home que les costaba el partido a los locales.

El error en el plato de Simón Martínez provocó una escalada de violencia en el terreno del estadio cienfueguero. Muchos dentro del equipo y del público creyeron que la jugada había sido out en lugar de quieto, como decretó Simón y se la tomaron violentamente con el principal.

Como consecuencia del incidente violento, seis jugadores y un directivo fueron expulsados y suspendidos de manera temporal, según el diario deportivo Jit.

Un error detrás de otro: la pelota cubana «avanza» y eso nos duele (+ Narración)

Solo queda esperar por el «play ball» de la final de la 62 Serie Nacional, con perspectivas nada halagüeñas para la venidera campaña; pero del «lobo un pelo» y al pueblo al menos «circo» porque ni pan tenemos.

Incluso, advirtieron sobre «mayores medidas disciplinarias» para casos similares, por supuesto, cuando ellos terminen de analizar los hechos. Por el momento, solamente pidieron más refuerzos policiales en los estadios.

Hace algunos días, advertí en esta columna dominical que el arbitraje no era el «demonio» al que todos apuntan en la pelota cubana.

«No son santos, pero tampoco son los culpables de una debacle que se cuece hace años en la comisión nacional», escribí. Una afirmación que sigue tan de moda como en los días pasados.

Los árbitros del béisbol siguen en el centro de la diana, acusados de «incapaces» y de «mediocres», culpados de los pésimos resultados de equipos que tienen un anémico promedio de bateo o un risible promedio de picheo.

Tanto así, que para seguir con el conteo de ridiculeces de la 63 Serie Nacional, esta semana también confiscaron un partido al elenco de la capital —Industriales— por utilizar un bateador no autorizado (que hasta había disparado jonrón). Otro «error» del que nadie se percató antes de que finalizara el encuentro.

Lo lamentable es que en el circo que se ha convertido la pelota cubana los anteriores sucesos no serán ni los últimos capítulos ni escándalos. ¿Qué será lo próximo? Ni una novela turca tiene tantas temporadas. 

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