Como promedio, menos de dos cerdos diarios procesa la Empresa Cárnica de Granma, según reportó en días recientes el periódico local La Demajagua. De acuerdo con los números que se dieron a conocer en el balance anual de la entidad, pasaron de procesar entre 500 y 700 puercos al día en sus mejores tiempos, a solo 400 en 2024.

A pesar de esas cifras —y «de importantes debilidades en la gestión de dirección»—, la empresa granmense recibió la Condición de Destacada Nacional en 2024 por «diversificarse» (produjeron mango, vegetales, sal condimentada, hielo y comidas elaboradas) y lograr 5 000 toneladas de producciones físicas.

Roger Diego Fernández Bodaño, director general, recordó que para 2025 «el compromiso de 10 000 toneladas es “moral”, no oficial, pero esencial para sostener la empresa ante la crítica situación de la ganadería. En ese camino, proyectan incluir el guarapo, la rapadura y las comidas de los comedores.

No resulta novedoso que la empresa cárnica de Granma no procese casi carnes. En los últimos años, para poder «sobrevivir» (que no significa ser rentable) y mantener el salario de sus trabajadores, varias fábricas y entidades estatales productoras de alimentos han tenido que cambiar sus producciones principales.

El pecado de la carne y el pescado

«El 27 de agosto se cumplen diez años de una carta que le envió el Comandante en Jefe a Jorge Luis Tapia donde le decía que le agradaba mucho la idea de que la provincia de Camagüey volviera a ser la de más producción de leche y carne del país. A juzgar por los índices productivos, esa carta no llegó nunca a su destinatario». Escribe Jorge Fernández Era.

Aunque el discurso oficial le llama «diversificación», la «estrategia» refleja la crisis que afecta la economía cubana.

El deterioro de la producción porcina —que también incluye la ganadera—, no solo se manifiesta en la escasez de esa proteína, sino también en los precios «astronómicos» a los que puede encontrarse tanto en ventas en dólares en tiendas online, como en grupos de redes sociales.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el precio máximo de la libra de paleta de cerdo en La Habana subió de 600 pesos cubanos (CUP) en septiembre de 2023 a 980 CUP en febrero de 2025.

Sin embargo, en tiendas online como Supermarket 23, por ejemplo, una libra cuesta 1 309 CUP (de acuerdo con el cambio informal del 20 de marzo de 2025.

En grupos de redes sociales es posible encontrarla a precios similares a los de la ONEI, en dependencia de si es carne de producción nacional o importada.

Los precios actuales contrastan con los 17 o 25 CUP que se pagaba por una libra de bistec de cerdo antes de la pandemia y el inicio de la Tarea Ordenamiento.

De alimento básico a lujo inalcanzable

En 2022, varios habaneros entrevistados por la televisión cubana dijeron que la carne de cerdo era «impagable» y «un lujo» para la mayoría de las familias. En aquel momento, el precio por libra rondaba los 250 CUP y variaba según el corte específico (paleta, lomo o costilla).

Fue precisamente ese año cuando se hizo más evidente el declive acelerado de la producción porcina en Cuba, que había caído casi un 90 % en solo cuatro años.

El 2018 había marcado el pico histórico más alto en la producción porcina, con 149 400 toneladas entregadas a la industria. Para 2020, la producción se redujo de manera considerable y alcanzó apenas las 93 400 toneladas. Aunque entonces parecía que había tocado fondo, el descenso continuó profundizándose de forma alarmante.

En 2022, la producción total de carne de cerdo fue de tan solo 15 000 toneladas, una caída drástica que afectó la disponibilidad y el acceso al alimento preferido de los cubanos. Pero el declive no se detuvo ahí: en 2023, Cuba registró la cifra más baja en los últimos 15 años con apenas 13 300 toneladas producidas, según cifras oficiales publicadas por la ONEI. Los datos de 2024 aún no están disponibles.

Las causas de esta crisis han sido múltiples: desde la escasez extrema de pienso y materias primas esenciales, hasta la desmotivación creciente de los productores que comenzaron a abandonar sus contratos por la imposibilidad de mantener una producción rentable y sostenible bajo las nuevas condiciones impuestas.

Hambre y hoteles, la producción de alimentos fracasa en Cuba

El Gobierno cubano exige practicar lo que llaman «resistencia creativa»; que es resignarse a la pobreza, pero con fe.

De corrales llenos a cerdos hambrientos

En 2020, Cuba contaba con 96 000 reproductoras porcinas; sin embargo, en 2022, la cifra se redujo a 26 000, y muchas de ellas en malas condiciones, de acuerdo con las declaraciones de Idael Pérez, ministro de Agricultura, en la Mesa Redonda. ​

Según reconoció el funcionario, la principal causa de la situación fue la crisis de piensos y la carencia de recursos para importarlos debido a la falta de liquidez.

Una familia de Aguada de Pasajeros, dedicada a la producción porcina desde hace una década, contó a elTOQUE que tuvieron que reducir en más de la mitad el número de animales porque no tenían comida suficiente.

«Hace tres años se nos comenzaron a morir uno o dos cerdos diarios por hambre», dijo uno de los campesinos.

Según contó, en 2020, el contrato con el Ministerio de la Agricultura les garantizaba el 70 % del pienso y ellos resolvían el otro 30 con yuca, afrecho, desechos no comestibles de campesinos y cooperativas cercanas, y con plantas proteicas.

«Pero los cerdos de capa blanca —raza tradicionalmente usada para la ceba— no resisten si no tienen buena comida. Tuvimos que vender una parte de las crías porque no había forma posible de alimentarlas».

De 2022 hasta la actualidad, el panorama no ha mejorado para la familia aguandense. La comida de los cerdos sigue siendo escasa y apenas crían para vender a un negocio privado de embutidos en Cienfuegos.

«Las cuentas no dan. Teníamos más motivación y ganancias en el tiempo de los “cerdos gordos”», dice parafraseando a la frase «vacas gordas» que se refiere a los tiempos de bonanza.

Según anuncios en redes sociales, el pienso de ceba para cerdos ronda hoy entre 7 000 y 9 000 CUP por saco, en dependencia de sus ingredientes. La mayoría de las ventas de particulares son de productos importados y es obligatorio comprar en grandes cantidades.

Aunque algunos productores han sembrado plantas proteicas para alimentar a sus animales y reducir la dependencia de importaciones, esos esfuerzos no han sido suficientes para contrarrestar la escasez. ​

Desde 2022, varios productores alertaron que la falta de alimentos no solo mataba de hambre a los animales, sino que bajaba el rendimiento de los que sobrevivían. Las cerdas, por ejemplo, que solían parir 12 lechones, redujeron su promedio a cinco crías por camada.

Los reportes de prensa aseguran que, en algunos lugares, la empresa porcina está garantizando otra vez la mayor parte del pienso de algunos productores. «Son los pasos para que haya más carne, la empresa provee los animales y parte del alimento; yo aquí he dedicado varias hectáreas para pastos, forrajes y viandas, porque con la yuca y el boniato se elaboran piensos líquidos, y son muy nutritivos», dijo a Granma un productor santiaguero.

El productor porcino aguadense cuenta que le «duele en el alma» ver los corrales vacíos. Su biodigestor no ha funcionado más. «Requiere una cantidad y frecuencia de desechos que ya no se generan. ¡Y mira que nos vendría bien en estos tiempos de apagones!».

«Pero lo que más me duele es ver cómo lo que iba a ser un negocio familiar se convirtió en algo que a duras penas mantenemos mi esposa, mi nuera y yo».

Desesperanzado, cuenta que los dos hijos varones emigraron y que la hija se mudó para Cienfuegos.

«Al menos el cerdo asado no nos falta en fin de año, como sí pasa en otras casas», se consuela.