Una vaca y su ría en Cuba. Foto: Fernando Medina.

Una vaca y su ría en Cuba. Foto: Fernando Medina.

“Pues pongámosles tecnología a las vacas”

27 / mayo / 2019

Emprendimientos en la ganadería son sometidos a verdaderas “cadenas improductivas” que impiden la aplicación de sus innovaciones. ¿Por qué hacer tan costoso y excepcional el éxito?

***

Sentado en aquella cómoda silla, Pedro miraba la salida del sol y degustaba su café tan especial, totalmente orgánico, que solo se podía conseguir en aquel lugar, también tan especial, apartado de los ruidos mundanos, totalmente exclusivo.

De pronto lo sobresaltó el sonido de una campanilla que salía de su bolsillo insistentemente, llevó su mano izquierda al interior de este, sacó el celular y comprobó que una de sus aplicaciones le estaba avisando de un acontecimiento decisivo. Abrió la aplicación, allí en el mapa estaba lo que generaba la alarma: Campana, su vaca más querida, su vaca vanguardia, estaba en celo. La aplicación también le decía que Campana estaba a apenas 200 metros al norte de su posición, pastando cerca del lindero de su finca. Desde su celular envió un mensaje al inseminador y recibió confirmación de entrega y de lectura. Todo resuelto. Se llevó la taza a los labios, terminó su café y esbozó una sonrisa.

Hoy en casi todos los países del mundo es muy común que todas las mascotas lleven un dispositivo de localización remota. Es muy probable que en algunos sea una obligación legal de sus dueños. Se compra en cualquier tienda de mascotas.

Aprovechar el celo es muy importante para los ganaderos, tener un dispositivo que le avise del probable celo de sus vacas sería una ganancia neta. No sé si se pueda crear el dispositivo que he descrito, fantaseando con la comedia cubana titulada De tal Pedro, tal astilla. Lo que sí sé es que celo perdido es ternero no nacido y leche dejada de producir.

La tabla que se reproduce más abajo habla por sí misma.

n el año 2017 Cuba importó más de 173 millones de dólares en leche en polvo, más de 10 millones en mantequilla y más de 25 millones en quesos y cuajada, en total más de 215 millones en productos lácteos (ONEI, AEC, 2017, tabla 8,12), mientras la producción nacional de leche se comportó como sigue:

Mis compañeros de la secundaria y yo asistimos a nuestra primera experiencia de inseminación artificial en 1965. Estábamos en nuestro primer trabajo voluntario en el tiempo de la semana santa. Nuestro profesor de “artes industriales” nos levantó a las 3:30 am para que viéramos un gran logro de nuestra nueva ganadería.

Tan temprano como a mitad de la década de los 60 ya Cuba practicaba un procedimiento tan moderno; es muy probable que nuestro país haya sido de los primeros en América Latina en utilizarlo. Y sí, a pesar de haber sido pioneros en ese revolucionario procedimiento, hoy no tenemos leche ni carne suficientes y gastamos una parte importante de nuestros ingresos importando leche en polvo o sus ingredientes para producirla en Cuba, o importando cortes finos de carne de res para los hoteles, o intentando que en algún momento futuro nuestra población se reencuentre con la carne de res y las carnicerías vuelvan a ser lo que un día fueron. Es cierto que esta historia da para muchos tomos, un día volveremos sobre ella.

Todo esto me vino a la mente aquel viernes cuando dediqué mi mañana a visitar un evento sobre Reproducción animal en la Feria Agropecuaria de Rancho Boyeros. Allí me enteré de que aún conservamos semen de ejemplares históricos y de que hubo años en que Cuba exportó semen de este ganado a otros países por cantidades importantes y que hoy esas exportaciones están bastante reducidas.

Ganadería en Cuba. Foto: Fernando Medina.

También allí conocí a cubanos emprendedores que habían “inventado”, con factura nacional, un dispositivo que permitía a los campesinos saber por dónde andaba su vaca usando una aplicación móvil.

Ellos lo habían hecho todo, desde el hardware hasta el software. El sábado en la noche un reportaje de la Televisión Cubana mostró a estos Sapiens cubanensis presentándole su “invento” a los campesinos. También apareció en el reportaje un ganadero que resumió el asunto de forma magistral: “Pues pongámosles tecnología a las vacas”.

Lo cierto es que esos Sapiens cubanensis llevan un tiempo ya largo intentando formalizar su organización como una cooperativa no agropecuaria, también es cierto que hay funcionarios cubanos de más de un ministerio interesados en que puedan formalizarse e intentando ayudar en el propósito, pero lamentablemente no se ha logrado (1).

“Me reúno con alguien de una institución estatal –me contó uno de ellos– y le explico los trabajos que hacemos y los resultados que estábamos teniendo y nos responde: ‘¿Pero ustedes son cubanos? ¿Particulares? y reaccionó como si eso no fuera posible. ¿Usted duda de la capacidad del cubano? Lo que pasa es que no tenemos recursos, le dije’”.

También han producido una especie de pequeña estación meteorológica que permite detectar los niveles de radiación solar y la falta de humedad en la tierra, y transmite una señal al móvil avisando de que a las plantas les hace falta agua.

¿Se imaginan las máquinas de riego eléctrico habilitadas con dispositivo que las hagan suministrar agua cuando –y solo cuando– la planta lo necesite? ¿O todas las parcelas de la agricultura urbana o suburbana con esos mismos dispositivos? ¡Cuánta agua se ahorraría y en cuánto se elevaría la productividad de esos cultivos!

Cuba tiene solo 39 kilómetros cúbicos de agua, mayoritariamente en reservorios superficiales. Del agua que se utiliza, la agricultura usa el 50% en sus sistemas de riego y de esa, una buena parte –en algún momento fue el 50%– se pierde o se utiliza mal.

Es cierto que ninguna de esas innovaciones lo es a nivel mundial, todas son tecnologías ya conocidas y que se aplican, pero también es cierto que importarlas puede ser muy costoso, y darles mantenimiento a los sistemas también. Ellos, sin embargo, pueden hacerlo aquí, en Cuba. Podrían escalar esa producción y dar empleo a otros cubanos, y además colaborar con las empresas estatales.

Producirlos en Cuba cuesta decenas de pesos por equipo, importarlos cuesta centenares, o quizás miles. Pero ellos aún no son una empresa pequeña, ni una llamada cooperativa no agropecuaria. Sin embargo, podrían ser una de las semillas de la cooperación y colaboración (en temas de cierta complejidad tecnológica) entre la empresa privada, la empresa estatal e incluso la empresa extranjera, idea que el presidente Díaz-Canel ha repetido una y otra vez.

Pues bien, esos cubanos emprendedores también han caminado el viacrucis de un diseño institucional que no permite aprovechar su potencial humano o su capital humano (como más acomode al gusto de cada cual), algo que es de hecho uno de los ejes estratégicos en los cuales debe basarse el desarrollo futuro del país. Y ese diseño institucional y esa lentitud en decidir sobre algo y esa manera tan especial de aferrarnos a algún pasado que no se repetirá en el futuro, también los tiene encerrados, o encadenados.

El país lo necesita, los ministerios y empresas estatales lo necesitan, los campesinos y cooperativas lo necesitan, todos están de acuerdo en que sería provechoso, pero algún tipo de encadenamiento improductivo lo impide. Ellos, esos Sapiens cubanensis, no pueden ir al registro cubano de empresas, inscribir la suya, pedir un crédito, empezar a producir y vender de forma ordenada y transparente.

Triste sería que algún empresario extranjero, listillo él, les ofrezca fuera de Cuba lo que nuestro diseño institucional les ha impedido alcanzar en todo este tiempo. Ellos, cubanos 100%, han preferido desgastarse de organismo en organismo y no cejan de intentar convencer a ¿…? de que lo que hacen es provechoso para todos.

Pasa que, si bien ya nuestra Constitución admite todas las formas de propiedad posible, si bien nuestros documentos programáticos también las admiten, sin bien nuestros dos últimos presidentes han repetido la necesidad ponernos a tono con estos tiempos y con esta Cuba que tenemos hoy, pareciera que existen demasiadas mentes encadenadas en viejos prejuicios que, lejos de ayudar, entorpecen la tarea tremenda de echar el país adelante. Son encadenamientos improductivos, florecen solos, no hay que esforzare ni siquiera en encontrarlos.

Se necesita con urgencia cambiar mucho de nuestro diseño institucional y también decir adiós a estructuras y burocracias que, lejos de facilitar, traban los propósitos refrendados en la nueva Constitución.

Es cierto que no todo es gris, hay ejemplos exitosos… que han costado un esfuerzo significativo. ¿Por qué hacer tan costoso y excepcional el éxito?

 

 

 

  1. Acaba de ser publicada en la Gaceta Oficial de Cuba un nuevo Decreto Ley sobre las cooperativas agropecuarias, que merece un espacio de discusión, aunque sea a posteriori.ley

Este texto fue publicado originalmente en OnCubaNews y su autor es el Dr. Juan Triana.

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