Alexis Alonso mira su reloj mientras nos habla. En solo unos minutos pasará a recoger a sus muchachos por las diferentes escuelas. Antes de hacerlo, alista las agujereadas mesas de la Academia de ajedrez. Hace 6 años que este joven instruye a una veintena de niños en el mundo de los alfiles y caballos. Allí, en un vetusto edificio de la calle José Antonio Peña en Remedios, se preparan estos talentos que no rebasan los 12 años de edad.
“No te puedo explicar la satisfacción que se siente al ver su desarrollo. De un día a otro es increíble como aprenden la técnica. Yo me río como bobo cuando veo que hacen una buena jugada y me miran con picardía esperando mi aprobación. Entonces me alegra saber que los enseñé bien, porque esa es una preocupación que uno siempre tiene cuando es joven y quiere formarlos”, explica Alexis, mientras dispone las piezas sobre las despintadas cuadrículas.
Si bien de niño primero se inclinó por las velas, el kayak y el karate, con el paso de los años creció su interés por el ajedrez hasta licenciarse en la escuela de deportes. Hoy se identifica a tal punto con el magisterio que hasta a su hija de 6 años la sienta frente a un tablero.
“A esa edad es cuando mejor se adquieren estas habilidades. Los cubanos somos muy deportivos por lo general, pero el ajedrez es más que un simple juego, porque desarrolla la capacidad analítica de quienes lo practican y educa en la paciencia y la meditación. Vaya, que hasta nos hace mejores personas”, sonríe.
La provincia de Villa Clara es reconocida como la de mejores resultados en el ajedrez cubano y Remedios tradicionalmente se ha destacado en esta disciplina, aportando campeones nacionales como el gran maestro Jesús Nogueiras. Pero, si bien se ha priorizado por años la enseñanza del juego ciencia, lo cierto es que ahora mismo Alexis y sus muchachos tienen limitaciones.
“El ajedrez no es una disciplina que necesite demasiados implementos, solo lo básico. Y ya tú viste como están las mesas; independientemente de que son pocas para el número de alumnos, están llenas de huecos. Y eso por no hablarte de los relojes, pues hace rato no tenemos. Y también otros detalles como la falta de lámparas, que nos limita el entrenamiento cuando va cayendo la tarde.”
“Sin embargo, el INDER no nos dice sí y no, sencillamente no se da por enterado del asunto”, dice.
El mismo instituto estatal que se ha preocupado por garantizar la enseñanza extensiva del juego ciencia desde las más tempranas edades, y que hasta le asegura un modesto salario a Alexis como entrenador de ajedrez, se desentiende de necesidades tan elementales como la bibliografía actualizada. El joven nos explica que hasta la computadora asignada, luego de una rotura, desapareció por los complejos laberintos de la burocracia administrativa, tan presente en los ámbitos del deporte.
“Entre los profesores y los padres de los propios alumnos nos ayudamos, y buscamos textos digitales, los compartimos e imprimimos por donde podemos. Igual hacemos para topar con otros municipios cercanos como Caibarién o Camajuaní, con nuestros propios recursos nos buscamos el transporte y vamos, porque el ajedrez necesita de la confrontación. Y yo no me voy a parar”, confirma.
Aunque la academia luzca deteriorada, allí no huele a derrota. Eso lo perciben hasta los turistas que pasan cerca y suelen llevarse fotografías de esos niños, afanados en aprender.
El turismo desplazará la Academia de lugar, su sitio será ocupado por una instalación que genere divisas.
“En parte nos hubiera gustado quedarnos aquí, pues estamos más céntricos y los niños tienen que caminar menos para llegar desde sus escuelas, lo que hace que aprovechemos más el tiempo de entrenamiento. Pero el local que nos proporcionará turismo tiene mejores condiciones constructivas, así que lo asumo desde la filosofía del ajedrez, lo veo como un gambito. ¿Sabes lo que es? Cuando sacrificas algo para obtener una ventaja. Te lo dije: el ajedrez más que un juego es una filosofía de vida”.
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