Algunos organizadores son fieles al término y realizan sus ventas en garajes abiertos a quien quiera entrar y mirar. Foto: Pedro Sosa.
Ventas de garaje se vuelven populares en La Habana
16 / septiembre / 2019
En la entrada de un garaje en el Vedado, ropa de uso en el suelo o colgada en unos pocos percheros llama la atención de quienes pasan. Las “vendedoras” los invitan a entrar y a mirar “sin compromiso”, les explican que “hay ropa de todo tipo: para mujeres y hombres, jóvenes y adultos; todo barato”.
Se trata de una venta de garaje, similar a la práctica de habitantes de algunas ciudades de Estados Unidos, quienes bajo el término garage sale, venden lo que no van a usar ni a botar (ropas, muebles, objetos decorativos).
¿Cómo llegó esta práctica a Cuba? Quizás, cree Carolina Escobar, principal organizadora de la venta descrita, “alguien lo vio en una película y le gustó la idea”. Lo cierto es que cada vez más personas (mayoritariamente jóvenes) realizan estas ventas de forma esporádica.
“Vi en Instagram que alguien lo había hecho con buenos resultados y me pareció la mejor forma de reunirse un grupo de amigas y hacer dinero. Somos jóvenes, estudiamos todas, estábamos de vacaciones y queríamos ganar algo para poder salir y disfrutar en el verano”, explica Carolina sobre su primera venta de garaje, experiencia que ha repetido ocasionalmente siempre que ella y sus amigas tienen ropa para ofertar.
“Vendemos cosas muy baratas, que al final le sirven a cualquiera y todo está en muy buen estado”, agrega.
Kamila Quiñones, quien también participa en las ventas organizadas por Carolina, comparte su opinión sobre la nueva moda. “Este tipo de ventas se está haciendo porque la gente tiene ropa y cosas guardadas, sin usarlas, y prefieren venderlas para comprar cosas nuevas”, comenta.
La mayoría de las ventas de garaje visitadas ofertan artículos desde 1 a 10 CUC, límite en los precios que, sin ponerse de acuerdo, parecen haber instaurado varios organizadores. Otro rasgo en común son los medios por los cuales algunas se promocionan: las redes sociales. Facebook, Instagram y los estados de Whatsapp han sido las principales vías a través de las cuales se han hecho públicas estas iniciativas.
La divulgación en las redes sociales ya estaba siendo usada por las tiendas por encargo en Cuba, negocios online cuyos dueños viajan al extranjero para hacer compras y venden productos que los clientes les pidieron con anterioridad. Ahora, ambas modalidades de venta se entrelazan.
Piruet, una tienda online de adornos —elaborados manualmente con objetos (botellas recicladas, flores artificiales y luces LED)—, nació en una venta de garaje, cuenta Katherine Ochoa, una de sus creadoras. “Y nos uniremos a cuantas podamos, porque no tenemos una tienda física y aprovechamos estas oportunidades para darnos a conocer entre los asistentes”.
Aunque las ventas de garaje ofrecen en mayor medida ropa usada en buen estado, en ocasiones terminan pareciéndose a los negocios de venta de ropa en portales o salas de viviendas que abundaron en Cuba luego de 2010, cuando se amplió el trabajo por cuenta propia y tener la licencia de modista o sastre se volvió una moda.
Pero muchas de esas prendas eran importadas y no confeccionadas por quienes las vendían. Por tal razón, gran parte de esos negocios tuvieron su fin luego de publicada la Gaceta Oficial No. 027 Extraordinaria de 26 de septiembre de 2013, en la cual, entre las funciones a ejercer bajo dicha licencia, se especificaba: “no incluye la comercialización de ropa de fabricación industrial o importada”.
Aunque no son iguales las experiencias —en primer lugar porque su frecuencia es esporádica— algunos organizadores de ventas de garaje entrevistados han decidido realizarlas en patios traseros, de forma no tan pública.
Hasta el actual “boom” de las ventas de garaje, el comercio de ropa de uso (tratada industrialmente para su reutilización) pertenecía casi totalmente al Estado y se efectuaba en las tiendas conocidas popularmente como “Recicladas”, “Trapichopis” o “Chopitrapos”, en dependencia de la región del país. En estas, además de ropa, se ofertan productos de aseo y limpieza, y otros accesorios como mochilas o calzado. En el caso de la ropa, el valor de las prendas, por lo general, no supera los 150 pesos, cifra equivalente a 6 USD.
A pesar de contar con precios tan bajos, algunos compradores prefieren adquirir la ropa con otras personas, y más si es de uso.
Kamila, por ejemplo, considera mejor las ventas de garaje porque ve la cara de quien le vende, mientras en las Recicladas no sabe de dónde salió. Tania Quindelán, entrevistada mientras compraba en una de estas ventas ocasionales, ve con menor calidad los productos ofertados en las tiendas de ropa reciclada del Estado.
Sin embargo, Mercedes Rodríguez —administradora de una Reciclada en el municipio de Guanabacoa— opina que los productos de esos establecimientos son de buena calidad, tanto material como estética.
A pesar de tener popularidad entre algunos grupos de la población, el número de ese tipo de tiendas cada vez es más reducido. “Mi amiga y yo estamos intentando ir a una Reciclada desde hace tiempo, pero parece que cerraron todas las de La Habana”, cuenta Indira González en una venta de garaje.
Aunque no han cerrado “todas las de La Habana”, en el Vedado, uno de los municipios con mayor proliferación de las ventas de garaje, varias Recicladas, como la de 12 entre 13 y 15 y la de 17 entre B y C, han perdido su función de venta de ropa económica para ofertar solo productos de aseo y limpieza, entre otros accesorios.
En Guanabacoa, por el contrario, quedan varias activas, pero su funcionamiento ha ido variando: “Ahora mismo estamos en crisis —confiesa Mercedes. No sé si es por el problema de combustible del país o porque no hay ropa, pero desde diciembre de 2018 no nos abastecen. Por lo que he oído, en el municipio solo se está abasteciendo aseo, aunque a mi tienda ni eso ha llegado. En cuanto a la ropa, solo contamos con la que en todos esos meses nadie ha querido comprar”.
Según ella, en tiempos normales llegan personas hasta del lejano municipio Playa a comprar allí, la mayoría jóvenes. Los trabajadores del centro sacan la ropa en bultos para la entrada de la tienda y el flujo de clientes es muy bueno, pero ahora ni siquiera logran cumplir el plan de ventas mínimo previsto para cada mes.
Mientras las tiendas estatales de ropa reciclada parecen estar en declive, las iniciativas privadas de ventas de garaje cada vez ganan más popularidad en ciudades como La Habana. Si bien estas prácticas hasta hace poco no formaban parte de nuestra cultura, han encontrado en algunas zonas de la capital cubana un público que las sigue.
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