Hace un tiempo, Daniel me pidió que le hiciera una cocinita para prepararle la comida a su Tata. Con una caja de cartón hicimos la cocina, incluso le inventamos un horno, mientras él cortaba las verduras de juguete y repasábamos los colores. Aprovechó y alimentó a Margarita, la muñeca más malcriada de la casa. Luego le sacó los gases y la durmió encima de él. No se podía ni hacer bulla para no despertarla.
Por su parte, Emma prefiere los carritos, el mando del televisor y los dinosaurios para entretenerse. A los dos les encantan los bloques de construcción y hacemos las torres más altas cuando nos sentamos a jugar.
En la casa todos los juguetes están juntos, incluidos los muchos que hacemos con cajas y cartulinas. Ellos eligen con lo que quieran jugar, mientras improvisamos nuestras actividades diarias en medio de una crianza respetuosa y diversa.
Cuando yo era niña, todo parecía homogéneo, pero era solo eso, apariencia. En realidad, las personas llevan siendo únicas toda la vida, pero las diferencias se escondían. Todos queríamos ser iguales: tener la misma talla, el mismo color, el mismo aspecto, la misma ropa, llevar las mismas cosas, tener la misma orientación sexual.
En el juego de las casitas, las niñas eran las mamás que cuidaban de sus hijos, mientras los varones jugaban a los carritos y a las bolas. Si una niña lo hacía, la llamaban «marimacha», como una manera despectiva de asumir que las niñas solo podían jugar con ciertos juguetes y asumir determinados roles.
Las barbies eran blancas y delgadas y los niños jugaban con robots fuertes y poderosos. Esto remarcaba esa homogeneidad que supuestamente daba paso a lo que la sociedad aceptaba como normal. Las diferencias eran silenciadas como si fueran pecados capitales.
Actualmente, persisten muchos estereotipos de género naturalizados en diversos ámbitos de la vida. Uno de ellos es el mundo de los juguetes. A menudo se etiquetan y promueven como «juguetes para niñas» o «juguetes para niños». Sin embargo, es fundamental comprender que los juguetes no tienen género. Es vital fomentar un ambiente de juego libre de barreras que les permita disfrutar y desarrollarse plenamente en la infancia.
Roles y juegos: los colores de una infancia diversa
Los juguetes son herramientas para la exploración y el aprendizaje, y no deberían responder a otras funciones que no sean esas. Al etiquetar y segmentar los juguetes según el género, reforzamos estereotipos que pueden limitar las opciones de juego y desarrollo de los niños.
El mundo del juego es un espacio en el que la imaginación y la creatividad florecen sin límites. Sin embargo, con demasiada frecuencia, nos encontramos con juguetes que están fuertemente vinculados a estereotipos y a roles de género. Las muñecas y los juegos de té se etiquetan como «juguetes para niñas», mientras que los carros y los bloques de construcción se consideran «juguetes para niños». La falsa división limita las opciones de juego y pone barreras al desarrollo integral de nuestros hijos.
También sucede con los colores. El azul siempre se ha visto ligado a los varones y el rosa a las hembras. Yo, que desde niña prefería el color verde y que me encanta el azul del mar, no entendía esa división de colores. Ahora como madre, disfruto ver a Daniel y a Emma descubriendo un mundo lleno de colores y eligiendo acorde a sus gustos.
El juego es esencial para el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños. Por tanto, cuando les ofrecemos juguetes diversos y no los limitamos a opciones estereotipadas, les damos la oportunidad de explorar diferentes habilidades, de desarrollar su creatividad y de ampliar sus horizontes.
Cuando los juguetes se presentan como exclusivos para un género en particular, se limita la forma en que los niños ven y experimentan el mundo. Las niñas pueden sentir que solo deben interesarse en actividades relacionadas con el cuidado y la belleza, mientras que los niños pueden ser desalentados de explorar emociones o habilidades consideradas «femeninas». Esto no solo limita su desarrollo personal, sino que también perpetúa desigualdades de género a lo largo de sus vidas.
Por eso, es fundamental ofrecer a los niños una amplia variedad de juguetes y permitir que elijan los que más les interesen y atraigan.
De esta forma, estamos abriendo un mundo de posibilidades para nuestros hijos. Las niñas pueden explorar la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas con juegos de construcción y experimentos científicos. Por su parte, los niños pueden desarrollar habilidades sociales y emocionales jugando con muñecas y juegos de simulación de roles.
No podemos olvidar que los juguetes y los roles dentro del juego pueden influir luego en la elección de las profesiones que vayan a asumir, así como en las habilidades y capacidades que deben desarrollar para el autocuidado y para el cuidado de otras personas.
Cambios en la creación de juguetes
Cuando vivíamos en Cuba, era muy difícil conseguir algún juguete para los traviesos. Teníamos que improvisar. Fue entonces que comencé a hacer mis manualidades, primero para Daniel y luego se sumó Emma.
Íbamos al mercado negro conocido como La Cuevita, en el municipio capitalino San Miguel del Padrón. Allí vendían juguetes plásticos muy rústicos y fue donde le compramos al Travieso su primer trencito y su guitarrita de madera.
También comenzaron a aparecer algunos emprendimientos privados que, ante la ausencia de juguetes en las tiendas estatales y sus elevados precios en el mercado informal, buscaban soluciones didácticas para que los niños pudieran entretenerse mientras también aprendían según sus edades y necesidades cognitivas.
Desde que llegamos a Estados Unidos muchas personas les han regalado juguetes a los traviesos; aunque mantengo la tradición de hacer nuestros propios entretenimientos con cajas de cartón convertidas en avioncitos, camiones y cocinitas.
Aquí también he descubierto que, en muchas tiendas y negocios, los productos no están segmentados por género, desafiando los estereotipos arraigados y adoptando un enfoque más inclusivo al organizar los juguetes.
En lugar de etiquetar los juguetes como «de niños» o «de niñas», ahora se agrupan según las habilidades o destrezas que fomentan, la edad recomendada o las características específicas del juguete. En las imágenes comerciales cada vez aparecen más niñas construyendo o como pilotos de carrera, y niños fregando en la cocina o representados como médicos.
Al desarrollar y comercializar juguetes sin género, los negocios pueden contribuir a una sociedad más igualitaria y respetuosa. No es suficiente el cambio y parece lento, pero al menos comenzó.
Al organizar los juguetes de una manera integral, sin segmentaciones, se les brinda a los niños una gama más amplia de opciones y se les anima a explorar diferentes áreas de interés sin sentirse limitados por su género. Esto fomenta un ambiente de juego más igualitario y estimula el desarrollo de habilidades y aptitudes diversas.
Actividades y juegos sin género
Juegos de construcción y bloques: Los juegos de construcción, como bloques de construcción, LEGO u otros conjuntos similares, son excelentes para desarrollar habilidades motoras, creatividad y pensamiento espacial. Además, pueden fomentar el trabajo en equipo y la resolución de problemas.
Arte y manualidades: Las manualidades son fundamentales para que niños y niñas exploren su creatividad y expresen su imaginación a través del arte. Acuarelas, crayolas, plastilina, papel, cartón, todo puede ser utilizado para que desarrollen sus habilidades artísticas, mientras estimulamos la autoexpresión y la confianza en sí mismos.
Juegos de roles y disfraces: En casa nos encanta disfrazarnos. Hace poco recreamos escenas de El principito. Emma interpretó El principito y Daniel el zorro, los dos buscaron la rosa y dibujaron sus propias lunas. Los juegos de roles son una excelente manera de que los niños desarrollen habilidades sociales y emocionales, mientras aprenden de las diferentes profesiones y el mundo en general.
Juguetes científicos y experimentos: Fomentar el interés por la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas desde una edad temprana es muy importante. En otros textos explicamos cómo hacer un volcán en casa con bicarbonato y vinagre, o un microscopio de cartón mientras dibujamos estrellas.
Juegos de mesa y rompecabezas: Los juegos de mesa y los rompecabezas son excelentes para desarrollar habilidades cognitivas, estrategia y trabajo en equipo. Aunque Daniel y Emma todavía están pequeños, nos encantan los rompecabezas. Tenemos nuestro propio juego de mesa pescando peces de colores y nuestro rap para comer verduras y un mar de letras que nos ayuda a formar palabras.
Deportes y actividades al aire libre: Es necesario fomentar la actividad física y el juego al aire libre sin restricciones de género. Desde que Daniel era pequeño, en medio de la pandemia por la COVID-19, nos fugábamos a la finca que nos sirvió de refugio y él era feliz lleno de fango recogiendo coles. Ahora que vivimos cerca de la playa, aprovechamos para salir casi todas las tardes al aire libre. Estas actividades promueven la salud, el desarrollo físico y la socialización. Todos jugamos al fútbol en la arena y corremos cansados, pero felices.
La diversidad en los juguetes y las actividades es fundamental para permitir a los niños explorar sus intereses y habilidades sin limitaciones. Al proporcionarles una amplia gama de opciones, estamos fomentando una mentalidad inclusiva y abierta desde una edad temprana. Esto permitirá que sean adultos empáticos y auténticos, respetuosos con las diferencias ajenas y propias, sin complejos ni miedos. Necesitamos una infancia real, sin ataduras, sin prejuicios, para construir una sociedad futura que también sea así.
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