Turistas recorren La Habana en auto fabricado en la primera mitad del Siglo XX. Foto: Norges Rodriguez.

Turistas recorren La Habana en auto fabricado en la primera mitad del Siglo XX. Foto: Norges Rodriguez.

Airbnb y sus “Experiencias” en Cuba

20 / marzo / 2019

Cuba está cambiando es la frase más recurrente para intentar explicar una serie de fenómenos que han estado sucediendo desde hace más o menos cinco años. Esa palabra, cambiando, neutral pero esperanzadora, más que nada ha sido el resquicio. Por ella se han colado el cuentapropismo —empresas y empleos privados—, un presidente estadounidense, Internet, cuatro millones de turistas, compras por valores astronómicos de los cubanos en Panamá y la nueva cara de nuestra presidencia.

Por ella, por supuesto, se coló Airbnb, que es el tema de esta historia.

Para empezar, tenemos que deshacernos de la idea de que Airbnb llegó innovando. Esa en realidad es una perspectiva colonizadora. Cuando Airbnb llegó, en abril de 2015, los cubanos ya rentaban sus casas y daban recorridos con amistades y amistades de amistades que venían interesados en conocernos. La diferencia —en cuanto a los recorridos únicamente— es que a veces había un pago y otras no.

Lo que sí hizo la empresa, en los dos primeros años, fue traspasar por su embudo un promedio de 70 mil huéspedes mensuales y cerca de 40 millones de dólares en la forma de un turismo esencialmente estadounidense, ávido por conocer Cuba.

***

Ahora debemos ir un momento a los años 1990. Se desata una crisis económica producto del derrumbre del campo socialista soviético (el tan nombrado Período Especial). El gobierno tiene que echar mano urgente a nuevos modelos de desarrollo económico. Para un archipiélago en medio del Caribe, ¿qué puede resultar más fácil e inmediato que el turismo? Se construyen hoteles, se introduce una segundo moneda —primero el dólar estadounidense y luego el Peso Cubano Convertible, el CUC—, se abren agencias de viaje… Incluso luego, en 2003, se crea la carrera de Licenciatura en Turismo en la Universidad de La Habana para formar profesionales en el sector.

El Estado comienza a promocionar y vender el archipiélago como un destino de sol y playa. Vende Varadero, Trinidad, Guardalavaca, Cayo Santa María, Cayo Coco y Cayo Guillermo. Vende por supuesto La Habana Vieja; y también algo de Viñales, Las Terrazas, Santiago de Cuba y Baracoa. Punto.

Regresamos al 2015. Reestablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, levantamiento de las restricciones de viajes para nuestros vecinos del norte. Prácticamente la mitad (el 43%) son empresarios, directivos y representantes de las ciencias y las artes, en busca de atractivos como naturaleza, cultura y patrimonio, naútica y turismo de ciudad. También casi la mitad (el 40%) planifica y reserva a través de Internet.

Nada para lo que Cuba, estatalmente, estaba preparada.

El escenario perfecto para su éxito en Airbnb.

La Habana es junto a Detroit, Londres, París, Nairobi, San Francisco, Miami, Los Ángeles, Ciudad del Cabo, Seúl, Florencia y Tokio, de las que Airbnb consideró sus doce ciudades originales. Ciudades culturalmente sólidas y peculiares donde la autenticidad podía venderse en forma de un nuevo producto: las Experiencias. En noviembre de 2016 ya estaban disponibles las primeras. La empresa contrató a una venezolana, Jessica Pecoraro, como manager de los anfitriones habaneros, los únicos de todo el Caribe, América Central y del Sur.

Dos años después, en diciembre de 2018, son más de 300 las Experiencias que se concentran solo en La Habana. Muchísimas de ellas son recorridos por el Centro Histórico y sus alrededores o por el Vedado. Lo que varía es el motivo: un paseo en auto clásico o en bicicleta, una clase de economía, historia, baile, cocina o yoga, un taller de vitrales o de manualidades, buscar rincones y detalles para tomar fotos… Por cada cosa que a los anfitriones se les ocurra hay una Experiencia.

“Porque la capacidad de generarlas solo está limitada por la imaginación colectiva de los cubanos”, me dice Ariel Causa, relacionista público del proyecto Alamesa. Desde ese punto de vista, pienso, podría resultar un producto inagotable.

La plataforma, en otras palabras, aguanta lo que tú le pongas. Pese a que los requisitos para la aprobación de nuevas Experiencias han aumentado —y el tiempo para la respuesta de dicha aprobación también— Airbnb no parece tener conflictos con las 300 y más que promociona en otras provincias del país.

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La mayoría de las Experiencias se concentran en La Habana pero poco a poco también van surguiendo en otras provincias del pais.

Porque la competitividad no le supone una contradicción. Ellos no son responsables de las ofertas, sino los anfitriones. A la empresa tan solo le preocupa poner a su disposición el mercado turístico más grande que puedan concebir.

Entonces tenemos a los anfitriones diseñando, promocionando y poniéndole un precio a su oferta. Para muchos, esto último representó la gran duda: ¿Qué precio puedo ponerle a algo que yo casi siempre hacía gratis? O mejor: ¿Qué precio puedo ponerle a algo que yo con gusto haría gratis?

Con estas nuevas actividades disponibles la oferta turística se diversificó y, por tanto, impactaron un poco en las reglas del juego. Si antes el viajero debía acudir a las agencias estatales —u otras extranjeras con permiso de operación— para la planificación de su viaje, a través de la compra de un paquete ya estructurado; ahora puede —y de hecho lo hace— reservar directamente cuantas actividades desee y armarse, en fin, su propio paquete.

“El problema es que Airbnb se dio cuenta de una cosa que otros operadores quizá no habían notado: el turista es un tipo que puede estar durante el mes previo a su viaje investigando sobre el país, con un acceso a la información casi ilimitado. El turista que viene hoy es una persona mucho más informada. Lo que Airbnb hizo fue llevar ese concepto a una escala y distribución globales”, explica Ariel Causa.

Las agencias de viaje estatales, por su parte, se mantienen a su propio ritmo. Claudia Cuevas, profesora en la Facultad de Turismo de la Universidad de La Habana, comenta que estas empresas “tienen varias opciones, pero los atractivos son los mismos. Se trata de paquetes estructurados que venden, pero muchas veces hay que hacerles modificaciones.

“Por ejemplo, una agencia de viajes tiene un mercado específico, vamos a decir el mercado inglés. Le solicitan un producto que ya está conformado, pero siempre le piden hacer cambios. Si normalmente le piden eso, ¿por qué no hace un estudio de su cliente? Aplicar encuestas, procesar los resultados, y eso le va a dar una nueva oferta o el rediseño de la existente. Va a tomarle un tiempo considerable, pero luego le permitirá no tener que ajustar constantemente su programa, porque ya está enfocado en el mercado al que le está vendiendo.

“Nosotros, como Facultad de Turismo, le proponemos a las agencias hacer los estudios, pero a cambio nos tienen que dar acceso a su información. Y es ahí donde no funciona”.

Y es ahí donde Airbnb, otra vez, toma ventaja. La plataforma solo te exige una buena idea, y ella misma se encarga de guiarte a través del proceso de implementación. No establece contratos, ni papeleos, ni horarios fijos.

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La Experiencia “Into Queer Havana”, de la periodista Susana Hernández, incluye un recorrido por espectáculos de transformismo de La Habana. Foto: Susana Hernández.

¿Quiénes logran colarse en esta dinámica?

Susana Hernández, periodista de formación y activista de la comunidad LGTB+, me cuenta que a mediados de 2017 solicitó la baja en el CENESEX (Centro Nacional de Educación Sexual), lo que no significaba abandonar el tema. “Yo no quiero dedicarle tiempo a nada que no sea trabajar por los derechos humanos y sexuales de las personas LGBT+. En esa lógica tenía que encontrar un trabajo que me permitiera seguir conectada con la comunidad y que me generara ingresos”.

Ariel Causa, que llevaba unos meses como anfitrión de una Experiencia, le sugirió que podía crear una. Tomando como excusa los shows de transformismo en la ciudad, Susana diseñó un recorrido donde conversa y muestra la situación actual de la comunidad en Cuba. Le puso por nombre Into Queer Havana.

“La Experiencia me permite trabajar con otros proyectos con los que no puedo mantenerme desde el punto de vista económico, pero que me dan una satisfacción personal inmensa. Me permite además recibir contactos de personas que están interesadas en la temática y que pueden conectarse con la comunidad de aquí”, dice Susana.

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Susana diseñó un recorrido donde conversa y muestra la situación actual de la comunidad LGBT+ en Cuba.

Jorge Guillén, Licenciado en Economía, también quería hacer algo en relación con su profesión. “Me decidí por un tour con un economista para descubrir cómo es el día a día de los cubanos, cómo hacen dinero, cuáles son los mercados donde compran, cómo usan el transporte público”.

Jorge comienza el recorrido en Centro Habana, una zona donde prácticamente por cada portal hay montado un pequeño negocio privado. Con ellos ilustra su speech: cuentapropismo, impuestos, doble moneda; y también migración, Internet, todo lo que el viajero pregunte.

“No es un tour estrictamente de economía, porque yo no voy a hablar del libre mercado, ni del marxismo, ni lo que dijo Lenin sobre la propiedad privada. Es más bien hablar de cómo es Cuba”, aclara Jorge.

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Jorge comienza el recorrido en Centro Habana, una zona donde prácticamente por cada portal hay montado un pequeño negocio privado.

Por lo general, las Experiencias coinciden con la profesión o estilo de vida de sus anfitriones. De ahí que —sin intentar establecer un perfil del anfitrión cubano— la mayoría de ellos son jóvenes de entre 25 y 35 años, con una cultura emprendedora y freelance ya incorporada, que no dependen de una sola fuente de ingresos, conectados virtualmente con el mundo, con rutinas y conceptos de sus vidas que desean compartir. Jóvenes que sin tener un conocimiento previo del turismo pueden llegar a comprender cómo funciona actualmente. Airbnb solo les facilita las herramientas.

Con esto no podemos pensar que ellos suponen una amenaza para el turismo que maneja el Estado a través de sus agencias y paquetes. Como dice Ariel, “hay dos tipos de mercado: turistas y viajeros. El turista es una persona que quiere estar dentro de su zona de confort. ¿Qué más confort que llegar en un crucero, hospedarte en el Hotel Nacional o en un resort en Varadero? Hay un turismo que genera la demanda para ese mercado, al que no puedes imponerle las actividades que viene a realizar un mochilero. Son mercados absolutamente complementarios”.

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Experiencias que ofrece AirBnB en Cuba agrupadas por categorías. Infografía: Cynthia De La Cantera.

Cuando le preguntas a los anfitriones cuánto pueden ingresar en un mes, todos responden lo mismo: depende. Las variables son el período del año —sabemos que nuestro turismo es estacional, de noviembre a abril—, la disponibilidad de la Experiencia (cuántas veces se oferta en una semana) y la cantidad de reservas. La cifra puede ir desde los 200 CUC mensuales hasta los 500 CUC en una semana.

Es importante aclarar que estas cifras no aplican para todas las Experiencias. Aun así, Airbnb representa para muchos anfitriones su fuente primaria de ingresos.

Adriana de la Nuez e Irena Martínez, por ejemplo, disfrutan de ciertos privilegios legales por su condición de cooperativa espontánea —sin asociación estatal— con su proyecto de diseño y producción de vitrales, Vitria. Uno podría suponer que ese estatus les concede prioridades dentro de su mercado. Sin embargo, luego de llevar dos Experiencias, Airbnb se ha convertido “en el medio de vida durante los meses en que no hemos tenido otra entrada”, dice Adriana.

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Adriana de la Nuez e Irena Martínez disfrutan de ciertos privilegios legales por su condición de cooperativa espontánea -sin asociación estatal- con su proyecto de diseño y producción de vitrales.

“En el momento en que quisiéramos tener más ingresos —continúa— con abrir más disponibilidades tenemos. Pero igual eso nos aburre. Cuando tienes que hacer lo mismo todos los días, y hacerles el mismo cuento…”.

“… lo sentiría más como un trabajo”, termina Irena.

Considerándola trabajo o no, lo cierto es que se trata de una actividad remunerada. En ese aspecto, Airbnb ha tenido concesiones con este país que no tiene con ningún otro en el mundo: pago en efectivo en la puerta de tu casa. El mecanismo, que funciona a pesar de las restricciones comerciales impuestas por el embargo de Estados Unidos, es otro de los factores de éxito de la empresa en Cuba.

El procedimiento se realiza a través de VaCuba, que se autodefine como empresa que “lleva dedicándose a asuntos cubanos desde 1962”. Ofrece servicios de reservas de vuelos, alojamientos y transportación para el viajero. Y ofrece además estos servicios de pagos.

De igual manera, los anfitriones tienen la posibilidad de recibir su dinero mediante transacción bancaria a través de cuentas con la empresa American International Service (AIS). Pero solo algunos tienen este sistema implementado. Incluso teniendo la tarjeta, prefieren el pago en efectivo y en casa.

“La principal problemática de la tarjeta es que algunos hosters (anfitriones) no quieren que existan transacciones por las cuales se puedan saber sus ingresos”, comenta Claudia Cuevas.

Aquí es donde entra otro tema delicado: la situación legal de los anfitriones cubanos. Ellos no constituyen personal contratado de Airbnb, por tanto, no obtienen respaldo legal de la empresa.

Airbnb aconseja a los anfitriones que deben poseer las licencias correspondientes para desarrollar las Experiencias dentro del marco legal de su país. El asunto es que dentro de las 123 actividades aprobadas para el ejercicio del Trabajo por Cuenta Propia no se contempla ninguna bajo la cual los anfitriones puedan acogerse.

“Airbnb es una plataforma nueva en Cuba, pero la actividad que hacemos no es nueva. Se llaman Experiencias pero, ¿qué cosa es una experiencia? Un tour. ¿Qué seríamos nosotros? Guías de turismo, quizá de un turismo más cultural, pero guías. ¿Qué tiene que hacer el Estado? Que esa actividad, que puede realizarse por Airbnb o no, esté regulada”, comenta Susana.

La mayoría de los anfitriones opera con licencias de fotógrafos, organizador de eventos o trabajador contratado. Para sus impuestos pagan las cuotas correspondientes y el 10% de sus ingresos. ¿Pero cómo se determina esa cifra? Es lo que el Estado no tiene forma de comprobar.

Ahora, esto no significa que los anfitriones no declaren el total de sus ingresos, sino que no pueden valerse de documentos ni facturas emitidas por Airbnb para respaldarlos. En el momento de la declaración jurada, ¿con cuáles facturas harán la deducción de gastos? Algunos anfitriones aun no lo saben.

“Sé que con las nuevas regulaciones tiene que haber constancia de tus ingresos. El Estado debe tener un control a través de los impuestos, y yo lo veo bien. Lo que pasa es que aquí los impuestos son muy altos. Hay mucha inconformidad con los servicios que brinda el Estado, las condiciones de las instituciones educacionales y los centros de asistencia médica. Y uno tiene que sentir también que el tributo se revierte en un beneficio social, ¿no?”, dice Susana.

“La regulación tiene que interesarle además al MINTUR (Ministerio de Turismo), porque estos guías están proyectando una imagen, están dando información sobre el patrimonio. Entonces tenemos que cuestionarnos quiénes son los que están haciendo de guías turísticos”, dice Claudia.

Susana tuvo una huésped que reservó para el mismo día de su llegada. “Una muchacha muy andrógina. Dijo que para ella hacer la Experiencia era una manera de estar tranquila, de ponerse en contexto, lo que podía esperar cuando saliera a la calle, qué podía hacer y qué no; una manera de estar tranquila y saber que no va a sufrir ningún tipo de violencia. Para un país que no tiene una historia súper progresista con el tema LGTBIQ, saber cómo están las cosas es muy importante. A mí me encanta, pero es una responsabilidad tremenda porque yo les estoy dando los estándares de seguridad que pueden tener aquí”.

Las Experiencias, como los youtubers, los medios de prensa alternativos, las revistas, el cine independiente, resultan otra ventana de Cuba al mundo.

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“Cuban Spirits” es una de las Experiencias de las que Ariel Causa es anfitrión.

Una vez que le cogen la vuelta a las Experiencias, muchos anfitriones se abren una segunda. Incluso a veces una tercera. Es un producto más que ofrecer. Entonces buscan otras plataformas y canales de promoción (páginas web propias, redes sociales). Se expanden. Comienzan a pensar como emprendedores.

Susana dice que “muchas personas que tienen Experiencias nunca hubieran creado un negocio así. A mí sola no se me hubiera ocurrido. Airbnb me dio la plataforma. Y si ahora mismo Airbnb desaparece, ya yo tengo un modelo de negocio”.

En el barrio Los Pocitos del municipio Marianao, Michel Sánchez creó su Experiencia para solventar el proyecto comunitario de religión abakuá que lidera: Akokán, que en términos abakuá significa corazón.

Un proyecto “de corazón” en Los Pocitos

Este tipo de Experiencias —donde los ingresos no se destinan para el anfitrión sino para fundaciones y ONG— Airbnb las etiqueta como Experiencias con fines solidarios y están libres de impuestos por parte de la empresa. Es decir, que Airbnb paga el 100% del dinero recaudado en las reservas.

Pero sucede que Akokán no está registrada en Cuba como ONG. No tiene forma de declarar sus fines solidarios a Airbnb. Para validar este tipo de experiencias la plataforma explicita en su sitio web que “debe ser una ONG/organización sin fines de lucro registrada, tal como lo estipula nuestro socio TechSoup”, una ONG que se dedica a la asesoría y asistencia técnica para otras organizaciones de igual tipo. TechSoup contempla a Cuba entre los países desde los cuales no pueden registrarse ONGs, junto a Corea del Norte, Sudán, Irán y Siria. Así que aun cuando Akokán lograse registrarse oficial y legalmente, su modelo continuaría aplicándose igual que el resto de las Experiencias: un pago por concepto de impuestos a la plataforma del 20%.

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Michel Sánchez creó su Experiencia para solventar el proyecto comunitario de religión abakuá que lidera: Akokán, que en términos abakuá significa “de corazón”.

Tres años después de que Cuba se posicionara mundialmente como destino turístico, tres años después de que Cuba se pusiera, en fin, de moda, los anfitriones comienzan a sentir un poco los efectos en cuanto a la cantidad de reservas. A esto se le suma que la administración del actual presidente de los Estados Unidos Donald Trump volvió a levantar cercos en torno a los permisos de viaje para los ciudadanos estadounidenses.

Los anfitriones saben que deben mirar hacia otros mercados. El europeo, que continúa siendo el emisor más importante a nivel global, australiano, canadiense, incluso el mercado asiático que ha aumentado en los últimos años. Según la Organización Mundial del Turismo, los turistas chinos representan 257 mil millones de dólares de gastos en los países receptores.

La organización publicó además que la mayoría de los destinos se beneficiaron en 2017 gracias al mercado regional, pues los viajes resultan más cortos y económicos. En las Américas (del Norte, Central y del Sur), Argentina y Brasil se posicionaron como los primeros países emisores. La única subregión que no obtuvo tal beneficio fue la nuestra, el Caribe, como consecuencia de los huracanes Irma y María.

Cuba es el país con mayor crecimiento en menos tiempo en toda la historia de la plataforma. No podemos entonces ignorar el impacto que ha tenido sobre el turismo, más aun cuando ese resulta nuestra segunda fuente de ingresos.

Su éxito radica en que logró, como empresa y como herramienta tecnológica, traducirnos su concepto.

 

Este texto fue publicado originalmente en Yucabyte.

 

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lEANDRO

Muy buen artículo. Gracias.
lEANDRO

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