Cubanos irregulares en Rusia entre redadas y estafas: ¿Qué esperar en 2025?

Foto: Natasha Vázquez

Cubanos irregulares en Rusia entre redadas y estafas: ¿Qué esperar en 2025?

26 / septiembre / 2024

Unos gritos en ruso, seguidos de un gran estruendo, despertaron a Yoel en una fresca madrugada del verano moscovita. El hostal donde se alojaba, en la zona de Vidnoe, al sur de Moscú, fue el epicentro de una de las frecuentes redadas policiales en locales que albergan migrantes. Más de 75 cubanos, incluyendo mujeres y algunos menores, en su mayoría en situación irregular, terminaron esa noche en un establecimiento policial. «Lo desbarataron todo, dicen que estaban buscando drogas o armas, no sé bien. El caso es que cargaron con todos nosotros para una unidad y ahí nos quedamos hasta el otro día, tirados por el suelo y donde podíamos. Es de los momentos más duros que he pasado en Rusia», relató.

Yoel, un habanero de 32 años, fue de los primeros en salir en libertad. A pesar de que se encuentra en Rusia de manera irregular desde 2021, los cuños en su pasaporte indicaban que estaba aparentemente «legal». Llegó, como la mayoría de los cubanos, en calidad de turista, para lo que existe un acuerdo de exención de visado entre ambos países. Hacía solo 2 meses que había viajado a Armenia para reiniciar el conteo de los días de estancia permitidos en territorio de la Federación Rusa. «Aparentemente legal», pues, aunque la ley actual estipula que los turistas pueden permanecer en el país 90 días en seis meses, hasta ahora las autoridades no solían chequear las estancias previas. 

Otros, que ya habían superado el tiempo reglamentario, estuvieron algunos días detenidos, pero finalmente los soltaron con una multa y una orden de deportación. «Tuvimos suerte, después de todo. Conozco personas que están o han estado meses en centros de detención, hasta que logran que alguien les pague su pasaje a Cuba», explica Yoel.

No es país para migrantes

En 2025 las cosas podrán empeorar para los extranjeros en situación irregular, incluyendo a miles de cubanos, cuando entre en vigor una nueva ley de inmigración que firmó en agosto el presidente ruso, Vladímir Putin, tras un rápido paso por la Duma Estatal (Parlamento ruso). 

La legislación federal, entre otras cosas, establecerá un nuevo régimen jurídico de expulsión para los inmigrantes que no tengan motivos legales para encontrarse en territorio ruso, autorizará a las fuerzas del orden a deportar sin juicio previo, y reducirá el tiempo de permanencia sin visado a 90 días en el año. Se prevé la restricción de algunos derechos de los ciudadanos extranjeros en situación irregular, como la libertad de movimientos o el cambio de lugar de residencia sin autorización. Además, se les prohíbe conducir vehículos, contraer matrimonio, acceder a líneas telefónicas, abrir cuentas bancarias, recibir créditos o transferir dinero. También se aplicarán mayores medidas de control por parte de las autoridades. 

Con el objetivo de frenar la inmigración ilegal, más de 20 nuevos proyectos de ley elaborados por la Comisión de la Duma Estatal sobre Política Migratoria han sido enviados al Tribunal Supremo y al Gobierno de la Federación Rusa y deberán discutirse y ser aprobados próximamente.

En los últimos años se ha notado un recrudecimiento de los controles, redadas y expulsiones de migrantes. El ambiente hostil se ha intensificado desde marzo, tras el ataque terrorista en la sala de conciertos Crocus City Hall, en las afueras de Moscú, que dejó 145 muertos y más de 550 heridos, y del que se acusa a nacionales de Tayikistán. Este y otros hechos, sumados a la postura de las autoridades, ha llevado al aumento de expresiones de racismo y xenofobia en la sociedad rusa.

«Las autoridades están tajantes. En el metro ha aumentado la seguridad, hay mayor cantidad de puntos policiales para poder controlar la documentación de los inmigrantes. Si vas en un taxi, paran al taxista [frecuentemente extranjero], le piden la documentación, pero si ven que tú eres extranjero, te piden los documentos también. Yo he ido en mi propio carro y me han parado sin motivo para revisar mis documentos», relata Pedro Luis García, un joven cubano con familia y ciudadanía rusas, que vive hace una década en Moscú.

Aunque los controles y redadas suelen estar dirigidos básicamente a ciudadanos de Asia Central (de las antiguas repúblicas soviéticas), que son mayoría entre la población extranjera, los cubanos no se libran. Los migrantes procedentes de la isla, cada vez más, son foco de atención de las autoridades por su frecuente condición de irregulares, debido a las escasas vías legales para establecerse. 

Por su trabajo como asesor jurídico y creador del canal de Youtube Moscowexpress, cubanos en Moscú, Pedro ha estado al tanto de muchos casos de deportación y ha notado una aplicación más estricta de las leyes en los últimos meses.

«Uno de mis clientes está a punto de casarse con una ciudadana rusa, ella está embarazada. Él está pendiente de juicio por una vez que se pasó 15 días del plazo establecido. Ahora está en riesgo de deportación y prohibición de entrada por 10 años».

En parte, esto se debe —explica Pedro— a que ya se está implementando un registro digital en el que se hace un perfil de cada extranjero cuando entra o sale del país, el cual queda en la base de datos de las autoridades migratorias. Además, el Ministerio de Desarrollo Digital de Rusia propuso un proyecto piloto para la toma de datos biométricos a ciudadanos extranjeros, y a quienes ingresen en territorio nacional sin visado, que comenzaría a implementarse este mismo año.

De esta forma, «será prácticamente imposible mantener un estatus aparentemente legal de la forma en que lo hacían muchos cubanos hasta ahora, saliendo y volviendo a entrar al país», afirma Pedro Luis.

Las vías para residir de manera habitual y legal en el país, en el caso de los ciudadanos cubanos, son muy reducidas. Las opciones son el matrimonio, tener hijos que sean ciudadanos rusos, los visados de estudio o las invitaciones de trabajo de determinadas empresas para puestos específicos, pero en todos los casos se deben gestionar en el país de origen. No existe prácticamente ninguna posibilidad para los que arriban en calidad de turistas y sobrepasan los plazos establecidos, excepto enrolarse en el ejército ruso, por contrato, para participar en la guerra de Ucrania.

El resto parece condenado a vivir al día y esquivando constantemente a las fuerzas del orden. «Yo entiendo que las autoridades rusas deben velar por la seguridad y es necesario regular la migración, pero es muy difícil la situación que se está viviendo aquí en Moscú con los extranjeros, incluyendo a los cubanos», subraya Pedro Luis.

De redadas y otros demonios

Lo que le ocurrió a Yoel y a sus compañeros no es algo nuevo, aunque ha aumentado su frecuencia y se ha convertido en el día a día de los inmigrantes. 

Betty llegó a Rusia hace ocho años, también en calidad de turista, y ha «pasado por todo». Ha tenido que sufrir la indefensión de su situación migratoria irregular, la imposibilidad de legalización, la corrupción, las multas, las estafas y las redadas. De estas últimas ha presenciado varias, aunque ha navegado con suerte porque no la han detenido ni deportado. 

«Que los policías te paren por cualquier cosa y pidan dinero para dejarte ir, es casi lo normal. Muchas veces he tenido que dejar el salario en eso. Las redadas también han existido siempre, yo he estado presente en varias. He tenido que estar hasta cinco horas arrodillada en un rincón, escondida para que no me cojan, pero últimamente son cada vez más frecuentes». [sic]

Para evitar las redadas, intenta vivir sola y trabajar en lugares donde no haya muchos inmigrantes. «Por suerte puedo pasar por rusa, y trato de vestirme como ellas para no llamar la atención», dice. 

Cubanos detenidos en Rusia

Con una aplicación de traducción en línea y algunas palabras chapurreadas en ruso, consigue comunicarse con arrendadores y empleadores, y hasta conseguir trabajo o alojamiento para otros cubanos. Pero no ha sido fácil. 

«En 2016 vine por primera vez a Rusia. En Cuba estaba sin trabajo, tras sufrir acoso laboral. Empecé comprando mercancía y piezas de carros para vender. Me fue bien, hasta que confié en otro cubano y me robó dos cargas de piezas. Todo mi dinero estaba invertido ahí. Además, las pidió a mi nombre y no las pagó, por lo que cuando entré a Rusia ya tenía esa deuda, de más de 8 000 dólares, sin saberlo. Me amenazaron y tuve que vender mi casa, y quedarme para terminar de pagar con mi trabajo».

La historia de Betty es bastante común entre los cubanos en Rusia, que con demasiada frecuencia han sido víctimas o victimarios en casos de estafas, robos y abusos; ya sea por parte de rusos o de coterráneos. La modalidad más reciente de estafa, que ha florecido a la luz de las leyes recién aprobadas, es justamente la venta de supuestos visados de trabajo que resultan falsos, denuncian Betty y Yoel. 

Moscú no cree en lágrimas

En sus casi ocho años en la capital rusa, Bety ha llorado mucho; aunque, como en la antigua película soviética, la ciudad no cree en lágrimas.

«He pasado muchos momentos duros. He tenido que vivir hasta debajo de un puente, literalmente. Cuando las cosas estuvieron un poco mejor, traje a mi hijo adolescente. Aquí se le han revelado algunos problemas psiquiátricos y se ha hecho muy difícil que reciba la atención requerida. Yo he estado a veces sin dinero, sin trabajo, enferma, pero siempre he logrado levantarme».

Conseguir vivienda es de los temas más difíciles para los cubanos en Moscú. La mayoría deben optar por hostales como en el que estaban Yoel y sus compañeros, o rentas compartidas, en las que por lo general viven muchas personas en un espacio muy pequeño. Alquilar una vivienda de manera independiente no es sólo caro para la mayoría de los migrantes, también resulta complicado por las dificultades para comunicarse en ruso, el estatus irregular, y los prejuicios de muchos rusos.

En la actualidad, Betty vive junto a su hijo en un pequeño y antiguo estudio (una sola habitación con baño y cocina) en una zona periférica de la capital rusa, y trata por todos los medios de no perder esa renta, aunque tenga que priorizar su pago antes que la comida. 

«Una de las palabras que conozco en ruso es ‘slavian’ (eslavos). Muchos de los anuncios, o los mismos dueños de los apartamentos, te dicen que es sólo para eslavos cuando notan que no eres de aquí», cuenta. «Casi nadie quiere alquilar a extranjeros, aunque también es verdad que a veces tenemos otras costumbres, y que no todo el mundo se comporta bien».

Y si antes era difícil, encontrar alquiler se convertirá casi en misión imposible si se implementa otra de las medidas propuestas para controlar la inmigración ilegal. A finales de julio, un diputado introdujo una iniciativa en la Duma para, además de multar a los dueños de los locales que acojan a inmigrantes ilegales, establecer una gratificación de 100 000 rublos (unos 1000 dólares) a quienes los denuncien. Hasta donde se conoce, aún no se ha tomado una decisión oficial al respecto. 

A inicios de septiembre, varios medios se hicieron eco de la creación de bots en Telegram para recibir denuncias anónimas sobre migrantes en varias regiones, entre ellas la conocida como Nueva Moscú, en los alrededores de la capital. El canal Cuidado, noticias asegura que la decisión de crear el bot se tomó en una reunión en la que participaron funcionarios locales y la policía. A través de esta plataforma se recibieron decenas de denuncias, por las que fueron realizadas 42 redadas y se ordenó deportar a más de 30 personas.  

El bot «Vigilante popular» de la zona de Kommunarka, activo en la plataforma de Telegram, describe como su primer objetivo «recibir información sobre los apartamentos “de goma”», conocidos así por albergar a muchas personas.

El pan nuestro de cada día

«He tenido que hacer de todo, desde [trabajar en] la construcción o palear nieve con -30 grados, hasta trabajos un poco más ‘suave’, como limpieza en tiendas o escuelas. Menos prostituirme, he hecho de todo. Lo más difícil es que no tienes ningún derecho, ni descansos, ni límites de horas, menos vacaciones. Te explotan siempre y a veces ni siquiera te pagan. Y no puedes ni protestar, porque te amenazan con entregarte a Migración».

El conjunto de legislaciones recién aprobadas, que entrarán en vigor entre fines de 2024 e inicios de 2025, complica aún más el panorama. Entre otras medidas, se establecen grandes multas para los que empleen a personas irregulares. «Trabajo hay, a mí me llaman de muchos lugares. Hace poco había más de 400 escuelas de Moscú buscando personal, pero se dificulta todo con el tema de los papeles», asegura Betty.

En la actualidad, la tasa de desempleo en Rusia está en mínimos históricos, menos del 3 %. La falta de mano de obra se ha hecho notar en los últimos años, en especial tras el inicio de la guerra en Ucrania. En particular, se ha podido observar escasez de personal para puestos que requieren poca cualificación, históricamente cubiertos por inmigrantes.

«Conozco varios restaurantes que están desesperados buscando fregadores», cuenta Betty. «Los taxistas están subiendo las tarifas porque no hay suficiente. En la construcción hay obras medio paralizadas por falta de trabajadores. Cuando llegue el invierno no sé quién va a palear nieve. Si siguen expulsando a los inmigrantes, pronto los rusos tendrán que hacer ellos mismos esos trabajos», afirma.

Según un estudio de la Academia Rusa de Economía Nacional y Administración Pública, la afluencia migratoria de mano de obra a Rusia aún no ha recuperado el nivel prepandémico. En 2023, el número de trabajadores extranjeros en el mercado laboral ruso era de unos 3.5 millones de personas, lo que supone casi un millón menos que la cifra prepandémica de 2019. Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán son los principales países emisores de trabajadores migrantes. 

En esa estadística no entra Cuba. Por una parte, porque comparada con los países de Asia Central la afluencia de cubanos no es muy notoria, y por otra, porque la mayoría no aparecen como trabajadores, sino como turistas. 

Sin camino a casa

Según el servicio de fronteras ruso, unos 28 000 cubanos visitaron Rusia en 2019. En 2021, en plena pandemia, Cuba lideró las llegadas a Moscú con fines supuestamente turísticos (44 300 personas en los primeros nueve meses del año). Las cifras disminuyeron en años posteriores, pero la isla aún se sitúa entre los principales países de origen de los visitantes. En el primer semestre de 2024, Cuba ocupó el décimo lugar, según estadísticas del Servicio de Fronteras del Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa, con 8500 visitantes. 

Las cifras exactas de los que deciden permanecer en territorio ruso, una vez completados los 90 días de estancia legal, no se conocen. Lo que sí está claro es que han sido decenas o hasta cientos de miles los que lo han intentado, ya sea para establecerse o para continuar a otros países, algo que se ha complicado con la guerra. 

Yoel fue uno de los muchos que llegaron en ese año récord de 2021. «Vine para acá poco después del 11 de julio. Yo fui uno de los que salió ese día en La Güinera (La Habana), y cuando vi que habían detenido a varios conocidos, decidí irme. Mi familia está en España y yo pensaba seguir para allá, pero no me alcanzó el dinero, y después, cuando empezó la guerra (en Ucrania), se complicó todo más para cruzar fronteras. No sé qué va a pasar, pero a no ser que me deporten, para Cuba no vuelvo», dice.

Betty también quemó sus naves. «¿Qué vamos a hacer? No es que nos guste estar así aquí, pero no tenemos otra opción. Si no trabajamos no podemos irnos tampoco. Los que han podido irse no están en el país. Los que quedamos aquí somos pobres. Yo misma, ¿qué hago? ¿Me voy para el aeropuerto? No tengo ni para el boleto ¿Cómo saco a mi hijo? ¿Para dónde vamos? Somos miles los que estamos aquí, que no tenemos casa ni nada en Cuba, y allá la situación está cada vez más difícil».

Mientras tanto, otros continúan llegando a los aeropuertos de Sheremétievo o Vnúkovo, sin comprender que el «sueño ruso» se puede tornar en pesadilla.

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