La situación del fútbol cubano es un sinsentido. Durante mi época de reportera deportiva en medios estatales en la isla, hace poco más de un lustro, viví una enorme cantidad de problemas en el desarrollo de la disciplina en provincia. Mientras el gusto crecía entre los cubanos, dado el fanatismo por el Real Madrid y Barcelona, el balompié nacional iba en picada.
En más de una ocasión he denunciado cada una de las calamidades del deporte que, en cuanto a apoyo material, seguía a la sombra del béisbol. Desde traslados en ómnibus Girón, vasos con sirope y un pan de bodega con mortadela de merienda, hasta escasez de uniformes, balones, spikes, medias, canilleras.
La desafortunada situación del fútbol nacional se extendía a canchas en pésimo estado, millonarias inversiones que nunca se ejecutaban o que se ejecutaban mal y a destiempo (como la del estadio «Camilo Cienfuegos» de Zulueta, en Villa Clara). Un proyecto de renovación, pero el diseño original nada tiene que ver con lo que se hizo después.
En los encuentros del Nacional de fútbol, no existía lo mínimo para atender las lesiones. Más de una vez, vi a los médicos del Expreso del Centro salir con un pedazo de hielo (de la cubeta de agua que les ponían a los atletas) para atender lesiones en el medio del campo. Solo eso, un pedacito de hielo para aliviar los golpes. Así era con el resto de los problemas.
Lamentablemente, nada de eso es pasado y supongo que en medio de una crisis como la actual las condiciones sean peores que las que narré con antelación. Lo triste es que la imagen deplorable es tendencia internacional. No se puede esconder la basura bajo la alfombra.
Esta semana, medios deportivos de prestigio (como el diario español Marca) se hicieron eco de un nuevo ridículo del fútbol cubano, más allá del resultado deportivo de 8-0 en contra en el amistoso contra Rusia, en Volgogrado, el pasado 20 de noviembre de 2023.
Se habló del mal manejo del partido por parte del nuevo DT Yunielys Castillo, algo que se esperaba tras la política de limpieza que ejecuta en el seleccionado, tras la ausencia de legionarios y tras el llamado a juveniles que están en plena «maduración».
Se esperaba el score abultado en contra, aunque hastía que se repitan las mismas maneras de los directivos «puestos a dedo». También se expuso al mundo la indigente imagen del futbolista cubano que no pudo intercambiar camisetas al término del choque, porque solo contaba con un uniforme.
Fabian Gloor, uno de los legionarios de reciente inclusión que juega en Suiza, solicitó una camiseta a sus rivales rusos tras el choque, petición muy común en la disciplina. Pero los rusos se sorprendieron cuando le pidieron la camisa cubana a cambio y Gloor les explicó que «solo tenía una y debía cuidarla».
Las camisetas de la selección cubana de fútbol tienen el auspicio de la marca española Joma, para las competiciones nacionales e internacionales. Un contrato fresquito, apenas de abril de 2023.
La marca tiene presencia en más de 120 países y lleva la vestimenta de otros equipos nacionales como Honduras, Ucrania y Rumanía. Que se sepa, ninguno de los seleccionados tiene problemas para intercambiar camisetas. Solo Cuba. ¿De quién es responsabilidad entonces?
Al respecto, especialistas de la disciplina reaccionaron en redes sociales con numerosas críticas, como es lógico. Uno de ellos fue el empresario y comunicador Mario Lara, quien calificó el hecho de «vergüenza y total falta de respeto».
«En pleno 2023, con PATROCINIO de JOMA y un jugador no puede intercambiar su camiseta, una camiseta que ni nombre tiene. ¿Cuánto más se tiene que aguantar?», escribió en la red social X.
Un poco antes, la prensa rusa no daba crédito a otro ridículo del seleccionado cubano, incluso antes del pitazo inicial. Según informó la agencia española EFE, los cubanos tuvieron que adquirir en Volgogrado botas con tacos adecuados para césped natural, lo que causó sorpresa en los medios que cubren este tipo de partidos.
«Nos dimos cuenta de que las botas que traíamos no servían. Nosotros jugamos en campos artificiales (…). Al llegar a Rusia vimos que necesitábamos otro tipo de calzado para el partido», explicó Miguel Ángel Díaz, responsable técnico de las selecciones nacionales de la comisión cubana de fútbol.
Lo que ocurrió en Rusia no es un caso aislado. En la visita a Honduras, durante la Liga de Naciones, el seleccionado cubano había jugado sin uniformes de respaldo y sin utillero; los atletas tuvieron que lavar sus uniformes.
Hace varios años que me pregunto lo mismo: ¿Qué hace Cuba con el dinero de la FIFA, con las ayudas al desarrollo de la disciplina en países pobres? Evidentemente, no lo invierten en el fútbol.
La única esperanza ante la calamitosa realidad del balompié cubano, que solo sabe empeorar en cuanto a gestión, es que ridículos como los ocurridos de Rusia no pasan de largo.
Mientras nos sigan moviendo el piso y escandalizando casos como este, habrá pelea y el fútbol cubano seguirá con respiración asistida, pero vivo.
ELTOQUE ES UN ESPACIO DE CREACIÓN ABIERTO A DIFERENTES PUNTOS DE VISTA. ESTE MATERIAL RESPONDE A LA OPINIÓN DE SU AUTOR, LA CUAL NO NECESARIAMENTE REFLEJA LA POSTURA EDITORIAL DEL MEDIO.
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Jose Gonzalez