Ya uno no puede evitar las comillas ni cuando escribe “futuro”, porque el futuro cubano, como yo lo veo, cada vez se parece más al pasado.
Ahora mismo, por ejemplo, suenan los tambores del Quinquenio Gris –o Década Negra, según el autor— con el linchamiento mediático de supuestos “centristas” y “neoplattistas” que todo cuanto tienen en común es el delito de rechazar el fundamentalismo ideológico.
Y suenan también los de la Ofensiva Revolucionaria que en 1968 dejó a miles de carpinteros sin serrucho en nombre de una prosperidad pareja que a la larga resultó ser pobreza pareja.
Esta vez “no habrá marcha atrás”, dice la prensa oficial, porque los “documentos rectores” definieron un nuevo tipo de socialismo que reconoce el trabajo por cuenta propia. Pero con un pueblo como el nuestro, tan loco así…, todo, hasta despertar un día de nuevo en los años 70, parece cosa posible.
Es que los cubanos aplaudimos como si tuviéramos clítoris en las palmas.
Aplaudimos a Fidel diciendo que sí, y a Fidel diciendo que no; y a Raúl diciendo que sí, y Raúl diciendo que meehhh. Queda el aplauso en la Historia, entre paréntesis, junto a las frases más airadas del discurso.
No somos los mismos en la plaza que en la esquina.
El paquete de medidas anunciado para el trabajo por cuenta propia, cuyo primer paso fue congelar la entrega de las licencias más populares y prohibir la continuidad de 5, por ejemplo, hubiera arrancado aplausos en una plaza, pero provocó incertidumbre en la esquina.
¿Vale la pena fundar una carpintería, aun cuando los carpinteros, milagrosamente, no fueron tocados en esta ronda? ¿Dónde están las garantías de que mañana no seamos otra vez el país de los carpinteros sin serrucho?
En medio de semejante espectáculo doméstico, además, el gobierno pretende atraer al inversionista extranjero para que participe y confíe en nuestra emotiva economía.
En el fondo, creo yo, el problema es de creatividad, porque las soluciones neandertales sí pueden brotar como el mango en primavera. Es más, voy a ensayar dos o tres en esa línea, a ver si aceleramos el proceso:
1- Reinstaurar el Permiso de Salida al Exterior (o carta blanca) mientras arreglan la desviación de las “mulas” y los “muleros”, que utilizan la importación personal para burlar el veto sobre la importación comercial…
2- Suspender la compraventa de carros y casas hasta que la gente, desviada y mala, declare el monto real de las transacciones y pague el impuesto que debe…
3- Crear una tercera moneda de transición que nos ayude a superar los desvíos de la dualidad monetaria…
Hasta lo más absurdo puede ocurrir cuando pocos participan y todos aplauden para evitar etiquetas como la de “neoplattista”.
Y cuando una libertad llega regalada— en este caso la libertad de empleo— te la pueden pedir de vuelta en cualquier momento.
Lo otro es que deberíamos aprovechar la decadencia del béisbol y declarar a “Un dos tres, Cruz Roja es” como nuevo juego nacional…: tienes que avanzar lo más que puedas mientras el vigilante no observa, porque cuando sí lo hace, el que se mueva un milímetro pierde.
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Lis P.
delaisla89
María la santiaguera