—El encadenamiento productivo se entroniza con fuerza tal que nos encadenamos a recibir la cuota de azúcar en dependencia «de la producción y entrega de la industria».

—Es una fortaleza: del central directo a la bodega.

—En ese proceso hay hazañas distributivas. Cómo evaluar que en la información de Granma sobre la canasta normada (que más que canasta ya va siendo el cobro de una falta) se mencione que Guantánamo aún no ha terminado de entregar el azúcar de enero, pero comenzó a repartir la de este mes.

—Cualquier día adelantan la de marzo. La gente no sabrá cuál consume. La escasez de azúcar en sangre produce demencia.

—Como la de olvidar que fuimos por doscientos años los más grandes productores y exportadores mundiales, tanto que (lo dice también el periódico) el alzamiento de la Demajagua es un hecho histórico «netamente azucarero».

—¿Sugiere el órgano oficial del Partido que la manera de asegurar los mandados es la organización de un nuevo alzamiento?

—Los territorios reciben cada vez menos productos, pero sí más visitas gubernamentales. A eso le llaman «aterrizar teoría práctica sin distinción de etapas fáciles o complejas». La explicación de tal exabrupto filosófico te lo sueltan más adelante con un «no hay que ser experto ni vidente para saber qué ese nexo directo, franco, cordial, claro y optimista con la gente deviene receta muy efectiva hoy para detectar dolencias, curar males, sembrar confianza y plantar bandera».

—Sin sembrar caña.

—Son «espacios y momentos así, bien enyugados con análisis a instancia central».

—Sin central y con bueyes viejos.

—Los mismos bueyes que anuncian, como si no nos hubiésemos dado cuenta, que «resulta evidente que nuestro país se enfrenta a una situación económica difícil».

—Para aliviarla, Canel cambia de estrategia: hoy comenzó una nueva etapa de visitas en la que irá a los lugares «donde las cosas no funcionan bien».

—Menos mal que empezó en febrero. Le ocupará prácticamente todo el año, salvo que tenga que asistir a trabajos voluntarios con pila de gente guataqueando.

—El desvarío es tal, que un periodista fabula con el hecho de que el complejo agroindustrial Uruguay, el más grande del país, «no muele en la actual contienda... ¡pero está en zafra!». Agrega que, «a cierta distancia, pareciera que el central de Jatibonico es un coloso dormido, en reposo, sin actividad, ajeno por completo al ajetreo que desde hace siglos media entre plantaciones cañeras y los engranajes de una industria que chupa jugo y entrega dulce azúcar».

—Chupar jugo. Pareciera que habla de una guarapera. Milagro los centrales no adoptan la costumbre de moler la caña quince o dieciséis veces.

—Ni aunque la muelan treinta nos darán más allá de las escurridizas cuatro libras de la libreta. La caña ya no tiene ni para ponerse a tres trozos.

—Buen momento para producir azúcar, a nivel mundial su precio crece.

—La demanda aumenta desde que nuestro presidente sentenció que la limonada es la base de todo.

—Tendrá que exigir a los demás países que le devuelvan la chatarra, a ver si logra rearmar los centrales que desmantelamos hace veinte años.

—¡Pero si no tienen ni para echar a andar los que quedan! Los trabajadores del Uruguay andan desperdigados en cuatro provincias, ayudan a aliviar los atrasos de otras industrias azucareras. Eso encarece los costos: transporte, albergue, salarios y alimentación... incluida alguna que otra limonada.

—Lo del central Uruguay es hermosa crónica de lo que pasa con el país: Cuba vive.

—A pesar de la diabetes crónica.

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