La profundidad de la crisis económica en Cuba se nota, sobre todo, en el precio de los alimentos. Comer se ha convertido en el centro de la atención y de las preocupaciones familiares desde hace tiempo.
En marzo de 2024, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez reconoció que el 70 % de los gastos de las familias se dedicaba a la compra de alimentos. Mientras, el economista Omar Everleny calculó ―de manera conservadora― que el gasto de la canasta básica de una familia era 20 000 CUP. La cifra excede el salario medio en Cuba (4 648 CUP, según la Oficina Nacional de Estadística e Información [ONEI]).
En diciembre de 2024, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), el primer ministro Manuel Marrero dijo que «la inflación [mostraba] una ligera desaceleración» y enunció que entre las prioridades del Gobierno estaba actualizar la política de precios y aumentar la producción nacional. Sin embargo, en las calles, los precios durante todo el año fueron muy altos, lo que provocó que muchas personas comieran menos y peor.
Para final de 2024, en La Habana, un cartón de 30 huevos podía costar 3 200 CUP; un paquete de 5 kg de muslos de pollo alrededor de 1 200 CUP; 1 lb de pierna de cerdo 900 CUP (con hueso y pellejo), si era carne limpia llegó a 1 200 CUP; un paquete de salchichas 400 CUP, un paquete de coditos o espaguetis 300 CUP; 1 kg de arroz 250 CUP y 1 lb de frijol negro se podía comprar por 350 CUP. Los precios pudieron ser más altos.
En Cuba, escribir sobre precios es siempre difícil porque estos varían mucho en dependencia del territorio, el tipo de mercado, la disponibilidad de oferta e, incluso, el origen del producto (nacional o importado). No es posible obtener un valor absoluto. No obstante, para muchas personas, durante 2024 el acceso a los alimentos se redujo debido a los altos precios, la escasez, la ausencia de productos de la canasta básica y el retraso en la distribución. Así lo confirman los datos oficiales y un monitoreo sistemático de elTOQUE a varios alimentos.
Mirar atrás: precios en 2024
Según los datos recopilados por elTOQUE durante 2024, el precio de alimentos esenciales (como el pollo, el cerdo, la leche en polvo y el arroz) mostró una tendencia al alza. Hubo un pico entre marzo y mayo, y un ligero descenso en agosto, que coincidió con las medidas del tope de precio anunciadas por el Gobierno. El comportamiento de cada producto varió, por ejemplo: el precio promedio de la leche en polvo bajó con respecto a enero, pero el arroz y el huevo volvieron a subir.
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Los cálculos que se muestran en la gráfica se realizaron a partir del promedio de los registros de precios diarios en más de 30 establecimientos en La Habana, Villa Clara y Cienfuegos. Entre enero y noviembre se recopilaron 3 473 datos con precios de la leche en polvo, 5 986 de arroz, 2 758 de huevo, 2 389 de frijol colorado y 4 622 de frijol negro.
El precio promedio del pollo durante el año estuvo por encima de 1 500 CUP. La pechuga fue la parte más cara y la que menos bajó; la más económica, el muslo con contramuslo. El precio del pollo estuvo determinado por los volúmenes de importaciones tanto del sector privado como estatal.
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El cerdo es otro alimento fundamental en la dieta cubana; antes de 2019 casi todo el consumo del país provenía de la producción interna. Con 12 751 registros en establecimiento de venta formales, el promedio de cada mes de 2024 no bajó de 1 500 CUP.
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Las variaciones en los precios de los alimentos básicos a lo largo de 2024 reflejan la inestabilidad del mercado, una consecuencia de la falta de oferta y de las limitadas producciones. Ante la escasez, el Gobierno responde con discursos en los que declara que «la producción es una prioridad» y que el país tiene «un programa de soberanía alimentaria», pero los resultados no llegan a la mesa.
El mercado privado y el tope de precios
A principios de julio de 2024, el Gobierno anunció el tope de precios máximos para seis productos básicos comercializados por el sector privado: pollo troceado, aceite vegetal, salchicha, leche en polvo, pasta alimenticia y detergente.
El 8 de julio se publicó la Resolución 225 del Ministerio de Finanzas y Precios en la Gaceta Oficial, la cual puso en marcha la regulación temporal de precios minoristas máximos para esos productos de alta demanda.
Según la propuesta, el litro de aceite vegetal ―excluyendo el aceite de oliva― se limitaría a 990 CUP. El kilogramo de pollo troceado tendría un precio máximo de 680 CUP, el de salchicha se fijaría en 1 045 CUP, el de leche en polvo no podría superar los 1 675 CUP, el de pasta alimenticia tendría un tope de 835 CUP y el de detergente no podría venderse a más de 630 CUP.
La norma se estableció para los actores privados de la economía, pero no se aplica en los comercios estatales, una de las principales críticas de la implementación.
«Se están topando precios al mercado minorista más dinámico de la actualidad, el no estatal. Este representó en 2023 el 44 % de las ventas de bienes y servicios, y aun con una mayor probabilidad de crecimiento en el futuro inmediato», dijo Omar Everleny Pérez. Para el economista, los precios topados han mostrado ser ineficientes porque contribuyen al desabastecimiento y al crecimiento del mercado informal.
Manuel Marrero evaluó los resultados del tope de precios ante el Parlamento y dijo que entre agosto y diciembre «fueron impuestas 371 333 multas por más de 980 300 000 CUP; se ejecutaron también 17 767 ventas forzosas, fueron cerrados 3 522 establecimientos y aplicados 1 024 decomisos». El primer ministro destacó que la implementación de los topes de precios era una medida necesaria para proteger el poder adquisitivo de la población. Aunque algunos precios han bajado, su discurso evidencia que la apuesta del Estado es corregir la consecuencia y no la causa de los problemas.
La canasta básica: una prioridad que no se cumple
Varias han sido las explicaciones y justificaciones que dio en 2024 el Ministerio de Comercio Interior, pero se reducen a que no pudieron garantizar, ni en tiempo ni en cantidad, sus compromisos con la distribución de alimentos normados. La solución a largo plazo, reconoció Marrero, será quitar la libreta, mientras tanto la mantienen casi de forma decorativa.
En mayo de 2024, Betsy Díaz, ministra del ramo, justificó los retrasos en la entrega de los productos de la libreta de abastecimiento con la gestión portuaria, los mecanismos de distribución e, incluso, el clima. En septiembre se anunció que no habría café ni aceite en las bodegas, la sal y el azúcar escaseaban, el chícharo volvía después de varios meses en falta y el arroz estaba «asegurado», aunque con retrasos. A finales de diciembre, también escaseó la leche en polvo para los niños y otros alimentos básicos.
Una encuesta realizada por Food Monitor Program en 2 624 hogares, entre abril y mayo de 2024, reveló que el 60.63 % de los entrevistados perdieron considerablemente el acceso a los alimentos y que el 31.14 % lo perdió de forma moderada. El estudio registró que el 4.7 % de las personas mayores de 60 años se limitaron en el último año a una comida al día, lejos de las 2 300 calorías diarias que recomiendan los expertos (desagregadas en el consumo abundante de granos, vegetales, proteínas y lácteos).
Menos inflación, pero no más alimentos
En septiembre de 2024, luego de que la ONEI publicara datos que mostraban una reducción de la inflación en el tercer trimestre del año, el economista Pedro Monreal dijo que la reducción del efecto del precio de los alimentos en la variación mensual de la inflación general era una anomalía que se podía entender por cuatro factores. A saber: la estabilización de la tasa de cambio informal (a valores altos), las limitaciones del gasto familiar como resultado de la «normalización» de una pobreza masiva, el cálculo de base para medir la variación de precios que tiene como referente el año 2010 y la manera en que se miden los precios en establecimientos en zonas urbanas (en su mayoría).
En otras palabras, se ve una contracción de la inflación porque las personas tienen menos dinero para adquirir los productos, no porque haya una mayor oferta; lo que redunda en mayores limitaciones.
El precio de los alimentos ―aun con reducciones― elevó el costo de la vida en Cuba. En el primer trimestre de 2024, aumentó el precio del combustible y una parte de su venta se comercializó en divisas extranjeras. Al cierre del año, anunciaron que aumentarían las tarifas de Internet para 2025.
En resumen, 2024 fue un año en el que hubo alimentos caros y suministros inestables; medidas para controlar las ventas del sector privado, aún más dolarización de la economía y reducción en el poder adquisitivo del salario; fue un año en el que desaparecieron, otro poco, los productos de la libreta de abastecimiento, lo cual redujo la responsabilidad social del Estado con la alimentación. ¿Tú cómo lo viviste?
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