«Garantizan los productos de la canasta familiar» es el titular preferido de la prensa estatal cubana. Poco importa que las autoridades del Ministerio de Comercio Interior (Mincin) hablen de tensiones, complejidades, problemas en el completamiento, irregularidades logísticas… Mientras se entregue una libra de algún producto, los medios estatales harán loas a la libreta y al «esfuerzo gubernamental».

Alguien podría decir que a esta altura la libreta sirve para poco, pero los mandados son la principal fuente de alimentos de muchas familias en Cuba, aunque no les alcance para el mes.

Expertos de la iniciativa Food Monitor Program comentaron a elTOQUE que, según una encuesta a 2 624 hogares entre abril y mayo de 2024, el 60.63 % afirmó haber perdido considerablemente el acceso a los alimentos; mientras que el 31.14 % dijo haberlo perdido de forma moderada. El estudio registró que el 4.7 % de las personas mayores de 60 años se limitaron en el último año a una comida al día.

«En 2024, se ha visto un agravamiento de la inseguridad respecto al año anterior. Un tercio de la población aseguró haberse ido con hambre a dormir en los últimos 30 días por falta de alimentos. Las provincias más afectadas fueron Artemisa, Guantánamo, Isla de la Juventud y Mayabeque, con hasta el 52.83 % de respuestas afirmativas», explicaron expertos del FMP. «El 80.60 % de los encuestados afirmó haberse preocupado en los últimos tres meses porque no alcanzaran los alimentos y los recursos para comprarlos».

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Una vejez sin garantía alimentaria

Varias veces las autoridades cubanas han repetido que «lo justo» sería subsidiar personas y no productos, pero la lógica no funciona en un país donde la inflación interanual supera el 400 % y la mayoría de la población podría considerarse en situación de vulnerabilidad por el bajo nivel adquisitivo que representan sus ingresos.

En tal contexto, los adultos mayores son quienes más sufren la irregularidad del desabastecimiento de la canasta familiar normada, sea porque se reciba con retraso o porque disminuya la oferta.

«Téngase en cuenta que la mayor parte de las personas de la tercera edad vive solo de su pensión, que además ha perdido significativamente su poder adquisitivo debido a la alta inflación», explicó a elTOQUE Elaine Acosta, directora del Observatorio de Envejecimiento, Cuidados y Derechos Cuido60. «Son uno de los grupos más empobrecidos y afectados por la crisis alimentaria. De ahí que las personas mayores sean tan dependientes de los alimentos que se ofrecen subsidiados a través de la libreta de abastecimiento».

En días recientes, Betsy Díaz Velázquez, ministra de Comercio Interior, informó que a inicios de septiembre de 2024 se completará la entrega de los chícharos pendientes desde junio. Reconoció que los productos de aseo llegan con retraso por falta de combustible para la transportación y que la disminución de la cantidad de alimentos (azúcar, arroz y sal) será constante en la canasta cubana por no tener financiamiento para la importación. Además, en septiembre tampoco habrá aceite ni café, como sucedió en agosto.

Al referirse a las anunciadas irregularidades en el abastecimiento, la también socióloga Elaine Acosta explicó que agravarían la inseguridad alimentaria que padecen los ancianos.

«Las personas mayores cuentan con escasas alternativas para conseguir alimentos debido al desabastecimiento y los altos precios, además de las barreras para acceder a ellos, ya sea porque son los venden en tiendas en MLC o en línea», argumentó Acosta. «Se agregan también las dificultades para la preservación y cocción de los alimentos, debido a los problemas con el suministro de agua y el aumento de los cortes de electricidad».

Elaine Acosta asegura que el panorama para los ancianos cubanos se complica aún más con la reducción de la cobertura de servicios sociales, como los comedores del Sistema de Atención a la Familia —de los cuales las personas no solo refieren disminución de las ofertas, sino también de la calidad—.

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Los enfermos tampoco tienen nada

Pacientes diabéticos, oncológicos, con trasplantes de órganos y hasta embarazadas y menores de edad sufren también la irregularidad en la entrega de los llamados «productos de dieta».

«Tengo cáncer hace dos años y se supone que debo tener una dieta reforzada», comentó a elTOQUE una tunera operada de tumor mamario. «Ni leche ni carne ni las libras extras de varios productos han llegado en los últimos meses. Si el Gobierno no puede completar los mandados “normales”, mucho menos podrá hacerlo con las dietas de los enfermos», añadió.

Iguales comentarios recibió el Mincin en su página de Facebook luego de anunciar los retrasos de la canasta básica. Muchos individuos con situaciones personales y familiares diversas expusieron su inconformidad no solo con la demora de los productos, sino con el silencio —y, por tanto, confirmación— ante la no reposición de los productos de meses anteriores.

En varias ocasiones, el Gobierno cubano ha repetido a la ciudadanía que importa el 100 % de los productos de la canasta familiar y la imposibilidad de pagar los alimentos por falta de divisas. El ejemplo más reciente son los tres barcos con «el arroz de septiembre» que se encuentran en los puertos de La Habana y Santiago de Cuba, pero no han podido descargarse por impagos a los proveedores.

Los expertos de FMP coinciden en que la situación actual ha agravado de forma drástica las condiciones de vulnerabilidad de subgrupos poblacionales en Cuba.

«Hemos recabado testimonios de casos graves como el aumento de personas mayores de 60 años que piden limosnas, viven solas y restringen sus hábitos alimenticios o buscan trabajo en espacios alternativos», explicaron a elTOQUE. «Otra parte de la población, la que vive en zonas periurbanas o rurales, presenta similar desprotección no solo con el aumento de costos y desabastecimiento de bienes, sino con el colapso o irregularidad en servicios (abastecimiento de agua y electricidad)».

Según estudios de FMP, se han registrado retrasos de hasta tres meses en la distribución de productos de la libreta de abastecimiento. En algunos lugares no se ha vendido pan fuera de la libreta desde hace un año.

Mientras la prensa estatal y los funcionarios resaltan los «esfuerzos gubernamentales» para garantizar los «mandados», los observadores independientes aseguran que predomina la precarización de la salud mental; el aumento de sensaciones de incertidumbre, impotencia y de depresión; y el gasto de tiempo en la búsqueda física de alimentos en mercados estatales y privados.

El retraso —o ausencia— de los productos de la libreta de abastecimiento se ha convertido en otra preocupación para los cubanos. En muchos casos, la más importante.