Luego de la explosión en el hotel Saratoga el viernes 6 de mayo, en la cual se lesionaron 99 personas y de ellas 46 fallecieron, varias iniciativas ciudadanas y gubernamentales pusieron su foco en aumentar las donaciones de sangre para ayudar a los heridos.
La respuesta ciudadana fue inmediata y, según el sitio Cubadebate, en menos de 24 horas sumaban más de 2 mil donaciones voluntarias.
Al mismo tiempo, usuarios de redes sociales iniciaron una contracampaña alegando que durante décadas el Gobierno cubano ha vendido a otros países gran parte de la sangre donada. Por eso, pedían a los ciudadanos que no fueran a donar.
Esta no es la primera vez que se habla del comercio de sangre y órganos desde Cuba.
Desde 2013 y con cierta frecuencia, algunos medios independientes e internacionales han denunciado la exportación de sangre por parte del Estado cubano. Las denuncias nunca han sido aceptadas o desmentidas por el Gobierno de la isla.
Sobre las denuncias
Las agencias españolas EFE y ABC, y medios de prensa como Diario de Cuba, ADN Cuba, Periódico Cubano y CiberCuba han basado sus acusaciones en las denuncias de la ONG Archivo Cuba —organización que se dedica a documentar violaciones a los derechos humanos en Cuba— y de su directora Maria Werlau.
Un artículo publicado en junio de 2021 aseveró que «según estadísticas de comercio asequibles en plataformas internacionales, de 1995 a 2019, Cuba exportó 794.2 millones de dólares en productos sanguíneos y 566.3 millones de dólares en productos derivados de glándulas, tejidos y órganos, lucrativo negocio de exportación a partir de 2005».
Las «plataformas internacionales» a que se refiere Archivo Cuba es el Observatorio de Complejidad Económica (OEC), dedicada a la visualización y distribución de datos en línea y centrada en las actividades económicas mundiales. La OEC obtiene sus datos a partir del análisis de fuentes internacionales, informes mercantiles de la ONU o la comparación entre países receptores y exportadores, por ejemplo, de la plataforma CEPII.
La cifra proporcionada por Archivo Cuba como ingresos por la exportación de productos sanguíneos el OEC la publica como las ganancias por vender «otras fracciones de sangre y productos inmunológicos, modificados u obtenidos por procesos biotecnológicos en Cuba».
El sitio registra que en 2020 Cuba exportó 14 millones de dólares en este apartado, lo que constituye el 1.21 % de las exportaciones totales de ese año.
Los principales destinos fueron Sudáfrica, Tailandia y Argentina, con el 18.8 %, el 17.8 % y el 13.7 % del total de exportaciones de Cuba en ese sector, según datos de el OEC.
Pero, ¿a qué se refiere el OEC con «otras fracciones de sangre y productos inmunológicos, modificados u obtenidos por procesos biotecnológicos en Cuba»?
Pues a productos elaborados a partir de la sangre humana o animal para usos terapéuticos, profilácticos o de diagnóstico; entre estos, los antisueros y demás fracciones sanguíneas, productos inmunológicos, vacunas, toxinas, cultivos de microorganismos (excepto las levaduras) y productos similares que se emplean en la prevención y el tratamiento de enfermedades.
En resumen, medicamentos y otros productos biotecnológicos confeccionados a partir de la sangre humana o animal.
Dentro del renglón, el sitio reporta que en 2020 Cuba ingresó 2.45 millones por la exportación de «sangre humana; sangre animal preparada para usos terapéuticos, profilácticos o de diagnóstico; toxinas, cultivos de microorganismos y productos similares (excluidas levaduras y vacunas)»; 11 millones por «antisueros “sueros con anticuerpos”, demás fracciones de la sangre y productos inmunológicos modificados, incluidos los obtenidos por proceso biotecnológico» y 620 mil por «sangre humana o animal, antisueros, otras fracciones sanguíneas y productos inmunológicos».
De forma similar ocurre con los «566.3 millones en productos derivados de glándulas, tejidos y órganos», que según Archivo Cuba el Gobierno ha obtenido por la venta de órganos durante años.
La cifra coincide con el monto percibido por la exportación de «glándulas y demás órganos para usos opoterápicos, desecados, incluso pulverizados; extractos de glándulas o de otros órganos o de sus secreciones, para usos opoterápicos; heparina y sus sales; las demás sustancias humanas o animales preparadas para usos terapéuticos o profilácticos, no expresadas ni comprendidas en otra parte», según el OEC.
Ambos renglones corresponden a la producción del Grupo de las Industrias Biotecnológicas y Farmacéuticas (BioCubaFarma), organización empresarial que produce medicamentos, equipos y servicios de alta tecnología y que según un informe de 2016 exportaba 308 productos a 48 países, a través de la empresa importadora-exportadora FARMACUBA.
En 2021, BioCubaFarma suministró el 85 % de los medicamentos para el protocolo cubano contra la COVID-19.
En agosto de ese mismo año, la jefa del Programa Nacional de Sangre del Ministerio de Salud Pública (Minsap), la doctora Delia Esther Porto González, explicó a Prensa Latina que «con el plasma que va a la industria se desarrolla un medicamento hemoderivado, la gamma anti-SARS-CoV-2». Esta gammaglobulina se obtiene a partir de las donaciones de sangre de pacientes recuperados y vacunados.
Entonces, Cuba sí exporta sangre humana a otros países; pero en forma de medicamentos y hemoderivados, un comercio legítimo en el mundo. De hecho, según la Organización Panamericana de la Salud, 50 de los 173 países que presentaron datos para un informe al respecto obtienen productos medicinales derivados del plasma mediante las donaciones de sangre del propio país. Además, 83 países importan productos medicinales derivados del plasma.
En Cuba, el problema radica en cómo se obtiene esa sangre: de manera gratuita y voluntaria, en la mayoría de los casos, y en el desconocimiento de los donantes sobre sus otros usos. A esto se suma una escasez de sangre en las instituciones médicas, que obliga a los propios pacientes a gestionar un donante. De ahí la pregunta: ¿existe en Cuba suficientes donaciones de sangre como para sustentar una industria de hemoderivados?
La ruta de la sangre en Cuba
El 19 de mayo de 2022, Mayte Oviedo publicó en Facebook: «Hola a todos mis amigos de Facebook en Cuba. Mi mamá está ingresada hace tres días y tiene menos de 4 de hemoglobina, lleva dos días esperando una transfusión, pero su sangre es O + y en el banco de sangre no hay. Por favor, si alguien es de este grupo sanguíneo o conoce a alguien, le agradecería mucho si puede donar la sangre. Gracias». Una persona le ofreció su sangre, la transfusión fue realizada y la madre de Mayte logró recuperarse.
Situaciones como esta entran en contradicción con el artículo 72 de la Constitución de la República de Cuba, que reconoce la salud pública como «un derecho de todas las personas y es responsabilidad del Estado garantizar el acceso, la gratuidad y la calidad de los servicios de atención, protección y recuperación».
Si no hay sangre para transfundir, si son los propios familiares del paciente quienes deben gestionar las donaciones, no puede hablarse de un servicio de salud digno y de calidad.
El de Mayte no es un caso aislado. Durante años, quienes deben someterse a algún procedimiento quirúrgico deben garantizar al menos un donante, en especial si tienen grupos sanguíneos poco frecuentes. En otras ocasiones, el hospital no tiene la sangre asegurada para los pacientes, como ocurrió con la madre de Mayte, aunque su tipo de sangre sea de los más comunes.
Según una nota de 2020 de la Agencia Cubana de noticia, replicada por otros medios, en Cuba existen 46 bancos de sangre, algunos independientes y otros asociados a instituciones hospitalarias. De ellos, 15 son provinciales y 31, municipales; además de 168 centros de extracción de sangre. En estos sitios, no solo se extrae el tejido líquido, también se realiza parte del procesamiento para la obtención de componentes sanguíneos.
El Anuario Estadístico de Salud recoge que durante 2020 se realizaron 357 665 donaciones de sangre, aunque solo 313 800 cumplieron los criterios para ser utilizadas. La sangre puede ser inhabilitada, y por tanto no apta, si no pasa los controles de detección de enfermedades virales o infecciosas.
Cada persona puede donar de 250 a 450 mililitros de sangre. En un año, los hombres pueden donar sangre cuatro veces y las mujeres, tres; en el caso de plaquetas, se puede donar cada dos semanas. Una unidad de sangre total se constituye por 63 mililitros de solución anticoagulante-conservadora y 450 mililitros de sangre obtenida de un donante.
En 2020 se realizaron 174 721 transfusiones de sangre. El tratamiento, efectuado únicamente a nivel intrahospitalario, se emplea en pacientes con enfermedades que generan un déficit de cualquiera de los elementos de la sangre, como pueden ser las oncológicas.
Una transfusión puede llevar más de una unidad de sangre completa o de alguno de sus componentes por separado, como los concentrados de eritrocitos (glóbulos rojos), plaquetas y el plasma. Estos se obtienen a través de un proceso llamado aféresis.
De una unidad de sangre entera donada se puede producir una unidad de plaquetas, una unidad de plasma fresco concentrado y una unidad de concentrado de eritrocitos. Por lo que un donante puede ayudar a tratar a varios pacientes.
Según explicó el Dr. L, especialista en Hematología quien prefirió no revelar su nombre, un procedimiento de urgencia puede consumir múltiples unidades de concentrado de eritrocitos, que pueden complementarse además con plaquetas y plasma. «Las cirugías cardiovasculares con circulación extracorpórea son de los procedimientos que más consumen», añadió.
Llama la atención que el número de donaciones útiles en 2020 sobrepasa al de transfusiones en casi 140 mil unidades de sangre. Entonces, ¿por qué el déficit en los hospitales que obliga a personas como Mayte a pedir donaciones a familiares y conocidos?
Una de las razones está dada por la disponibilidad de los grupos sanguíneos, según aclaró el Dr. L. En ocasiones, aunque los bancos de sangre de los hospitales estén abastecidos, no cuentan con el grupo que requiere el paciente. De ahí la necesidad de pedir un donante específico.
El especialista también precisó que la sangre tiene fecha de vencimiento, aunque no es habitual que se deje vencer. Por ejemplo, el concentrado de eritrocitos vence a los 30 días; el concentrado de plaquetas, a los siete, y; el plasma fresco congelado, al año.
En Santa Clara, una trabajadora del Banco Provincial de Sangre refirió que, en ocasiones, la sangre se lleva a otras provincias en caso de que estas la necesiten. Además, en esa provincia, a principios de mayo existió escasez de bolsas, utilizadas para la recogida y conservación de la sangre, por lo que se suspendieron temporalmente las donaciones.
Médicos de distintas instituciones del país hablan de una carencia de sangre en los hospitales, lo que obliga a reservarla para los servicios de urgencia y operaciones de emergencia; aunque desconocen los motivos tras la escasez y lo asocian, principalmente, a la disminución del número de donantes.
«No hay, sencillamente no hay», declaró una doctora del Hospital Clínico Quirúrgico «Arnaldo Milián Castro» de Santa Clara.
En Sancti Spíritus, un especialista en Cirugía confirmó que ha existido irregularidades en el suministro de sangre dentro de los hospitales. Menciona que, aunque ahora no hay problemas con la sangre, hace aproximadamente dos meses el hospital donde trabaja se enfrentó a la carencia del producto.
Desde Ciego de Ávila, un residente de la misma especialidad refirió que la escasez de sangre es constante, a la que también se le suma la ausencia de bolsas. «Este es uno de los problemas más grandes que estamos enfrentando para operar. El otro es la disposición de algunos grupos sanguíneos».
Sin embargo, según el Anuario Estadístico de Salud en 2020 se realizaron 7 097 donaciones útiles en la provincia y solo se efectuaron 4 924 transfusiones.
«En teoría, el banco de sangre (del hospital) tiene una disposición diaria, una cantidad mínima que es completamente insuficiente y el PAMI (Programa Materno Infantil) tiene prioridad por encima de los demás servicios. Si un paciente se va a operar a electivo, los familiares tienen que donar sangre. Esta es una de las formas para asegurar las donaciones y suministrar al banco, porque no en todas las cirugías se necesita transfundir. Si el enfermo sale de alta, la sangre se queda en el hospital para otros casos», explicó.
El galeno también relató que, recientemente, uno de sus pacientes presentó un sangramiento digestivo y había varias personas dispuestas a donar su sangre pero no fue posible por la ausencia de bolsas.
En Villa Clara, cada año el número de donaciones va en descenso, según explicó la trabajadora del Banco de Sangre. Desde 2020, disminuyeron notablemente, pues muchas empresas y centros de trabajo cerraron durante las cuarentenas y es en estos lugares donde se obtiene la mayor cantidad de donaciones.
La técnica en Medicina Transfusional reconoció que existe gran desinformación sobre los usos de la sangre, que van desde la fabricación de vacunas hasta las transfusiones directas a pacientes infantiles de Oncología. Movidos por esta razón, muchas personas no quieren donar, además de una creencia enraizada de que su sangre irá a parar a «los jefes».
Aunque resulta innegable que la disponibilidad de los grupos sanguíneos y la caducidad de la sangre afectan en el abastecimiento de los hospitales, todo indica que una parte de las donaciones voluntarias se destinan a la industria farmacéutica. ¿Qué volumen y quién decide esto? No está claro.
«Los hemocomponentes son muy demandados en el sistema de salud. Son recursos que se consumen con avidez. Por ejemplo, un paciente que requiera plaquetas consumirá una unidad por cada 10 kilogramos, o sea, siete unidades aproximadamente. Para conseguir siete unidades de plaquetas se requiere del procesamiento de siete donantes», expuso el Dr. L.
Según la web del Ministerio de Salud Pública, durante 2019 y hasta junio de 2020, se garantizaron más de 1 millón 200 mil cirugías (aunque no en todos los procedimientos quirúrgicos se necesita transfundir sangre), se transfundieron más de 250 mil pacientes y se realizaron 237 trasplantes, con prioridad para el Programa Materno Infantil.
La cantidad de donaciones y transfusiones realizadas durante 2018 y 2019 no se encuentran disponibles en el Anuario Estadístico de Salud correspondiente a ese año.
La industria de hemoderivados
Un hemoderivado es un producto derivado de la sangre humana que, tras un proceso de tratamiento de esta, puede ser procesado en laboratorios para utilizarlo con fines médicos, y se emplea para sustituir o enriquecer ese mismo componente en el organismo.
Dentro de los hemoderivados se incluyen: la albúmina y las soluciones de proteínas plasmáticas, las inmunoglobulinas, los factores de la coagulación y el factor de transferencia.
La producción nacional de estos productos se realiza en la Empresa de Sueros y Productos Hemoderivados «Adalberto Pesant», perteneciente a BioCubaFarma.
La «Adalberto Pesant» produce albúmina humana, para la restitución de la volemia (volumen total de sangre circulante) y osmolaridad (número de partículas por volumen) de la sangre, distintos tipos de inmunoglobulinas humanas, y sueros gamma contra la hepatitis B.
La empresa está asociada al Centro para la Promoción del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba (ProCuba); es decir, comercializa sus productos en el mercado internacional, aunque la falta de datos estadísticos transparentes y accesibles impiden conocer la cantidad y valor de las transacciones.
También en la UEB Sueros y Hemoderivados (UEB SH) perteneciente a la Empresa Laboratorios AICA, desarrollan un ensayo clínico con el producto Gammaglobulina anti-SARS-CoV-2 a partir de las donaciones voluntarias de sangre de pacientes convalecientes de la COVID-19.
Dentro de la Zona de Desarrollo del Mariel, se contempla la construcción de un complejo para la producción de medicamentos derivados del plasma humano, con capacidad diseñada para 150 toneladas de plasma anual en la etapa inicial y 250 toneladas en la segunda etapa.
El proyecto incluye la creación de una Red Nacional de Centros de Plasmaféresis y de tres centros regionales de Analítica Viral por técnicas (PCR) de Biología molecular.
La empresa mixta, cuyo monto de inversión es de 155 millones de dólares, sumará a su línea de producción el factor-VIII y el factor-IX de la coagulación sanguínea, junto a los otros productos que ahora elabora la «Alberto Pesant».
Hasta el momento, no es público de dónde se obtendrá la sangre o el plasma para satisfacer la producción de esta industria. Anualmente, Cuba apenas supera las 350 mil donaciones, lo que equivale, aproximadamente, a 200 mil litros de sangre.
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Adrian Borrego Domínguez
Alejandro