Son las nueve de la noche en la zona más histórica de Trinidad y Adriana Rivero Martínez y Darién Peña Prada trabajan afanosos en una segunda colección de poesía. Ellos son la viva estampa del proyecto cultural editorial “Callejas”, que junto a otro amigo actor, ha logrado producir y presentar 200 libros, distribuidos gratis a personas e instituciones de la ciudad.
Por: Luis Orlando León Carpio
“Nuestro objetivo es recopilar la literatura local pero desde una perspectiva más creativa, no convencional. Somos una editorial que produce libros alejados de la esencia de una empresa, no es un negocio. De entrada no los vendemos. Regalarlo forma parte del espectáculo que proponemos”, dice Adriana, sin detener la manufactura de nuevos prototipos de portada.
Ella es actriz de profesión, graduada de la Escuela Profesional de Arte de Santa Clara e hija de un linaje de artistas plásticos. Él es ingeniero informático, amante ferviente de la buena literatura y aspirante a escritor. Los dos comparten el amor de pareja y la vida cultural de su ciudad, “que está como resentida”, aseguran.
Fue el afán de coleccionista de literatura local lo que los condujo a la idea del proyecto. Darién, fiel seguidor de la poesía del trinitario Héctor Miranda, decidió que era tiempo de darle cuerpo y alma a las toneladas de poemas que yacían en su computadora sin un formato que pudiese perdurar en el tiempo.
“Pero el resultado no nos gustó —cuenta Adriana— y quisimos hacerlo mejor. Había que economizar papel y estudiamos las maneras de editar, primero en Word, después en InDesign…”
“Aun así seguíamos inconformes. Adri, que tiene habilidades plásticas, comenzó a hacerle diseños de portada, de interiores… y el resultado fue tan hermoso que decidimos aprovecharlo en algo: así nació el proyecto Callejas, cuyo nombre alude las viejas calles de Trinidad”, dice Darién.
Lo demás llegó con el tiempo y un ganchito, como dice el refrán popular: la impresora, el papel, los soportes. Y llegó también la idea de convertir aquello en una obra de arte en toda su extensión. Debían presentarlo como exposición plástica en la galería municipal de Trinidad pero de una manera tan sui generis como la idea misma.
“No quisimos una mesa con sillas, un vaso de agua y un conversatorio sobre el libro. No. Quisimos un espectáculo artístico que invitase a leer. No creo que esa sea la prioridad de las editoriales tradicionales, que por su dinámica no lo hacen”; valora Darién.
“De una editorial tradicional nos diferenciamos en la forma de distribución y en la selección de la obra. Mientras que las pequeñas editoriales de provincia, por sus características económicas, tienen que lanzar un cuaderno de 50 páginas para vender a precio asequible una obra limitada de un autor, nosotros recopilamos todo lo escrito por él y se la ofrecemos al público, con espectáculo artístico incluido”, comenta Adriana.
El día 20 de julio de 2015, se presentó el proyecto en la galería municipal Benito Ortiz de la ciudad. Un actor vestido de anfitrión de fiestas —años 20, chaleco, pajarita, sombrero de copa — mandó a pasar al público. Adentro, a la luz tenue de las velas, un declamador presentó la obra de Miranda. Y hubo música del trovador santaclareño Roly Berríos y un ejemplar para cada integrante del público.
“La garantía de todo aquello fue nuestro bolsillo. Somos arrendadores de un hostal para turistasy eso nos permite disponer de cierta solvencia. Los gastos fueron muchos, pero no nos pesa poner nuestro dinero en función de crear. Quizás cuando se haga más grande el proyecto, podemos pensar en una vía de buscar financiación sin recurrir a la venta de los libros”.
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anonimo
Jorge Luis
Trabajo en una editorial “tradicional”, incluso conozco a los protagonistas de este bello hecho, los felicito desde Santa Clara. Les propondría abrirse a los ebook. Se multiplicaría el alcance