«No hay leche» dejó de ser una frase repetida en la isla: porque todo el mundo lo sabe y, probablemente, a estas alturas se ha resignado. No la reciben con la frecuencia necesaria los niños menores de siete años y tampoco los ancianos con dietas médicas, el único sector poblacional con derecho a adquirirla mediante el subsidio del Gobierno. Porque no hay leche en Cuba.
El resto de los cubanos debe comprarla en las tiendas en moneda libremente convertible (MLC). Sin embargo, hace meses no se encuentra leche en polvo ni fluida en las tiendas en MLC. La última vez, a inicios de año, el precio de la bolsa de 1 a 1.2 kilogramos oscilaba entre 6 y 8 MLC. Encontrarla fue noticia referenciada por varios medios independientes cubanos.
Ese precio implica hoy pagar al menos 750 pesos cubanos (CUP) o la tercera parte del salario mínimo en Cuba. Pero no hay leche en polvo, tampoco en el mercado negro.
Culpan a las vacas cubanas, a las que matan de manera ilegal, y los campesinos ordeñan y cuidan a pesar de los pocos recursos de los que disponen para alimentarlas. En este contexto de crisis, el Gobierno cubano demuestra sus prioridades: en 2021 había añadido 4 000 nuevas habitaciones para el turismo internacional que, valoradas todas al precio menor de la Cartera de Negocios, equivalen a 660 millones de USD. Con los 165 mil USD que cuesta cada habitación, como mínimo sería posible importar 10 tractores.
Aunque la peor producción de leche fluida en los últimos 30 años fue en 2005 (353.2 miles de toneladas), la tendencia a la baja comenzó en 2012, hasta llegar a 455.3 mil toneladas en 2020, lo que equivale a consumir 39.5 litros por habitante durante todo un año: menos de medio vaso diario.
Para quienes lo escucharon en vivo, quedaron en el recuerdo las palabras del expresidente Raúl Castro Ruz cuando el 26 de julio de 2007 auguró un vaso de leche para «todo el que quiera»… La versión taquigráfica del Consejo de Estado borraría la promesa del registro oficial ese mismo día.
En la ciudad de Santa Clara, en Villa Clara, Leo debe recibir tres litros de leche, un día sí y otro no, por estar embarazada y por sus dos niños pequeños. Este año, solo ha llegado una o dos veces a las tiendas de víveres subsidiados por el Gobierno.
Su vecina Nereida, de 80 años, tiene asignada una dieta médica por un facultativo debido a varios padecimientos y, por tanto, tiene derecho a un litro de leche (0.25 CUP) cinco veces al mes. «Durante el mes de abril solo la recibí tres veces», comenta.
A finales de 2020 la prensa oficial reconocía la incapacidad de satisfacer las necesidades de los grupos priorizados en Villa Clara, que equivalen a 77 mil litros diarios. Las entregas oscilaron entre los 68 y los 69 mil litros.
Gonzalo (izquierda) es albañil, pero todos los días se levanta a las 4:15 de la mañana para ordeñar una veintena de vacas en la cooperativa donde trabaja su amigo Manuel (derecha), en las afueras de Remedios, Villa Clara. Su pago es algo de leche fresca.
La menor cantidad promedio de vacas en ordeño de los últimos 30 años se registró en 2020 (311 400 cabezas: 41 300 en el sector estatal y 270 100 en el no estatal), último año con cifras disponibles según la ONEI.
Manuel trabaja en la cooperativa hace 12 años y cree que la medida adoptada por el Gobierno para incrementar la producción llega tarde. Ahora los ganaderos pueden decidir matar a sus vacas si cumplen primero los compromisos del encargo estatal, según los contratos de compraventa de leche y de carne; además de garantizar el crecimiento del rebaño, sin faltantes, requisito también aplicado para la categoría vacas.
La pena por el delito de sacrificio ilegal de ganado mayor en Cuba es de tres a ocho años de cárcel, y de dos a cinco para quienes vendan, transporten o comercien con su carne, según el artículo 317.1 del nuevo Código Penal.
«Sí, es muy bueno que ahora te dejen matar la vaca que tú con tu sacrificio y trabajo crías (antes no se podía de ninguna manera), pero ese por sí solo nunca fue el verdadero problema. El bajo precio estatal de la leche al productor, el incumplimiento de los pagos, la falta de incentivos concretos, como acceso a recursos y equipos… de eso no hablan», se encoge de hombros Manuel.
«A veces te preguntas si vale la pena todo este esfuerzo… Pero entonces ves el hambre que se pasa por ahí y entiendes que estás en la primera línea para conseguir lo que a todo el mundo le resuelve. Al menos aquí y ahora consigo leche para mi familia», confiesa Manuel.
«Se está pasando mucha hambre y por eso andan matando muchas vacas ilegalmente. Sé de algunos guajiros (campesinos) que tienen una vaquita o dos y, por miedo a que se les metan los bandidos, hasta las guardan dentro de sus casas», reconoce Manuel.
«Hasta ahora no se han metido por aquí porque esta zona es un poco apartada, pero siempre cabe la posibilidad. Ojalá y los perros que tenemos sirvan de algo, en todo caso», comenta Manuel mientras se prepara para enrumbar su bicicleta por el pedraplén de tierra roja que conduce al municipio villaclareño Remedios.
Así trasladan la producción lechera hasta los centros de acopio la mayoría de los campesinos cubanos. El Gobierno paga 5, 17 o 20 CUP por litro de leche, en dependencia de su calidad, según la medida aprobada el primero de noviembre de 2021 que esperaba alzar su producción. En el mercado negro alcanza los 35 CUP el litro.
Para los productores resulta más lucrativo producir queso o yogur y venderlo en el mercado negro, a 175 CUP la libra y 140 CUP el litro, respectivamente. En las márgenes de la autopista nacional suelen encontrarse vendedores de queso.
La crisis por la pandemia y el incremento del embargo norteamericano a Cuba son las justificaciones del Gobierno para declarar dificultades en la importación de envases y embalajes, lo que ha afectado la distribución de todos los productos, por ejemplo, el café y la leche. Las personas deben llevar sus propios recipientes a las tiendas de abastecimiento de alimentos subsidiados para adquirir la leche.
A finales de abril de 2022, varios medios independientes cubanos se hicieron eco del video viral de la influencer española Rosa Martorell sobre la distribución de la leche en Trinidad, provincia Sancti Spíritus. En efecto, la ausencia de envases individuales para la entrega de leche implica su distribución irregular mediante pipas, y las mangueras y tanques plásticos que la contienen son antihigiénicos.
Leo reconoce que la mitad de las veces la leche se le corta y debe convertirla en dulce para poder aprovecharla. El problema entonces es que no le alcanza el azúcar.
*Esta es una galería que forma parte del Laboratorio Periodismo Situado.
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Tony