Desde que nos «ordenaron» con una «tarea», los cubanos estamos más obligados a usar divisas: algunas verdaderas (como el USD y el EUR) y otra postiza (la MLC).
Cada una de esas monedas tiene su propio mercado oficial e informal (el más dinámico). Los precios en dichos mercados, dígase las tasas de cambio de las diferentes divisas (sea la oficial o informal), suelen ser similares respecto al CUP y se mueven de manera sincronizada.
Si esa simultaneidad tiene explicación, y centrémonos solo en el mercado informal de divisas, es poco probable que se deba a la fuerza de alguna razón matemática entre la cantidad de CUP destinada a comprar divisas y la cantidad de divisas a vender en un período de tiempo.
Sería como decir que, por ejemplo, por cada USD y cada MLC que hay moviéndose en la economía circulan 180 CUP (360 en total). Ni los precios reales se forman a partir de equilibrios monetarios tan automáticos ni tres mercados tan cercanos como los de las divisas mencionadas deben moverse casi uniformemente ni, al mismo tiempo, ser independientes entre sí.
Al contrario, la correlación del movimiento de las tasas de cambio informales de divisas respecto al CUP sugiere una fuerte conexión entre ellas, ya sea a través de elementos externos que constituyan un denominador (causal) común (por ejemplo: que sean vulnerables en igual magnitud a los shocks externos, como pueden ser cambios bruscos de cantidad ofertada o demandada) o a través de la interdependencia entre dichos mercados de divisas (lo que ocurra con una divisa es la causa de lo que ocurre con otra). La idea sirve de base para explicar, en alguna medida, algún rasgo del comportamiento de una divisa a partir del que tenga otra.
El origen de la dependencia
El mercado cambiario informal surgido del ordenamiento-dolarización comienza a determinarse en el momento en que el sistema bancario cubano estableció como tasa de cambio oficial que 1 MLC = 1 USD. Es una tasa de cambio que no siempre funciona para que un ciudadano cubano, si tiene MLC, vaya al banco y reciba USD a razón de 1x1. Dada la escasez de divisas que llevó al Gobierno a crear la MLC, esta no es convertible en USD. Pero dicha tasa nos dice cuánta MLC se tendrá en la tarjeta por cada USD recibido en una transferencia desde el exterior (excluido el costo de la transferencia, claro).
Luego, al tomar como base esa tasa de cambio oficial, se establece también la relación de la MLC respecto al EUR. Así, por ejemplo, ahora que el EUR está por debajo del USD, está por debajo de la MLC (si 1 USD = 1 MLC, y 1 EUR = 0.97 MLC, entonces 1 MLC = 1,03 EUR). Para simplificar la exposición, en lo adelante solo haré referencia al USD.
Al mismo tiempo, esas tasas de cambio oficiales de divisas respecto a la MLC son el costo de la MLC para quien envíe remesas: 1 MLC recibido en Cuba cuesta 1 USD; al descontar el costo de la transferencia hacia Cuba, claro, y hacer abstracción de los márgenes comerciales que puede poner el banco antes de poder disponer del dinero. Se trata del mercado oficial de remesas, que no es más que entender las tasas de cambio oficiales respecto a la MLC como el precio en divisas que pagan familiares y amigos en el exterior para comprar la MLC que enviarán a Cuba.
La necesidad de llenar espacios
Como en Cuba el consumo de bienes de primera necesidad en la actualidad pasa por el acceso a la MLC, y no todos los ciudadanos reciben remesas ni tienen ingresos en divisas, es de esperarse que se genere socialmente una solución espontánea a ello. Así, las remesas no se envían solo desde el exterior, también se hacen desde dentro. Hay otro mercado de remesas, que no es más que entender las tasas de cambio informales respecto al CUP como costos para generar remesas sin salir de Cuba; y eso también se convierte en un negocio.
Existe dentro de Cuba un grupo de personas, pymes, cooperativas o cualquier forma de gestión que, sin salir del país, envían remesas. Llamémosle «remesadores internos». Hablamos de los negocios clásicos que anuncian: «deposita 130 y recibe 100 en Cuba», «deposita 130 y que tu familia reciba…».
Un negocio establecido
Los «remesadores internos» operan de muchas formas, entre las que destacan:
- Recibir divisas en el exterior a cambio de entregar MLC a una persona en Cuba. Esa MLC la obtienen comprándola en el mercado informal o, con el dinero que reciben afuera, hacen una transferencia que llega en forma de MLC a las tarjetas cubanas en esa moneda.
- Recibir divisas en el exterior y entregar CUP a personas en Cuba.
- Comprar divisas en Cuba para sacarlas del país —a través de algún viajero— y depositar desde afuera MLC para vender. Esto puede hacerse directamente con depósitos de euros en Cuba.
Para generar ganancia, tales negocios, sobre todo los de tipo 1 y 2, aplican una diferencia o margen entre lo que reciben por hacer la remesa (ingresos) y cuánto destinan a convertir en remesas en Cuba (sus costos); lo que se combina con las diferencias de las diversas tasas de cambio informales de divisas. Una ganancia extraordinaria en los casos de los tipos 1 y 2.
Para los «remesadores internos» que funcionen bajo la opción 3, la diferencia favorable entre la tasa de cambio informal sería la única fuente de ingresos. Lo que sugiere que, cuando se dan dichas diferencias, se estimula la proliferación de ese tipo de negocios.
Las ganancias determinan
Supongamos que, manteniéndose la relación de tasa de cambio oficial, en la cual 1 USD = 1 MLC, por razones independientes del comportamiento de los «remesadores internos», en el mercado informal baja el USD con respecto a la MLC (o que sube la MLC con respecto al USD) de manera muy significativa. Digamos: la MLC a 180 y el USD a 100.
En ese caso, lo esperado es que los «remesadores internos» y quienes se sientan incentivados a serlo identifiquen la diferencia de tasas de cambio en el mercado informal como una ganancia. Por ejemplo: comprar 130 USD a 100 CUP, sacarlos de Cuba por alguna vía (un familiar o compinche) y hacer una transferencia a Cuba (supongamos un costo de 30). Se reciben 100 MLC en Cuba para vender a ¿180? En una sola operación hay una ganancia (individual o a repartir) de 5 000 CUP.
Ello resultaría un claro incentivo para que los «remesadores internos» amplíen su inversión y aparezcan varios emprendedores que usen el tipo de negocio 3. En consecuencia, en una segunda etapa, o se dispararía o paulatinamente aumentaría la compra del USD, y en la medida de ello, el precio aumentaría. Etapa que duraría mientras los agentes económicos interpreten que es rentable dedicarse a ese negocio (3).
El aumento de la demanda no estaría libre de demorar meses en desplegarse, pero en alguna magnitud volvería a acortarse la distancia entre las tasas de cambio de la MLC y el USD. Incluso, la velocidad a la que entrarían los nuevos «remesadores internos» a comprar USD podría ser mayor que la velocidad a la que subiría el precio; por lo que el mercado podría volver a alcanzar un precio del USD que deje de incentivar a «remesadores internos» (demasiado tarde para ellos) y el precio dispararse. Esto podría llegar a ser, incluso, casi un ciclo. En Cuba, de la tendencia del fenómeno se puede esperar cualquier cosa.
Habría que agregar que, si de las interioridades del mercado cambiario informal se trata, además de los «remesadores» mencionados, muchos cubanos residentes apostarán por comprar USD para sacarlos del país y hacerse una transferencia para recibir MLC para su autoconsumo. De hecho, el negocio de remesador no sería solo el de comprar el USD para convertirlo en remesa (MLC), sino también tener el monopolio sobre las transferencias a Cuba desde el exterior (vía algún familiar, compinche o alguien con quien se divida el negocio). Se le añaden otras acciones en las que la demanda aumentaría ante una reducción de la tasa de cambio informal: comprar divisas para importar bienes (los fenicios de siempre) y financiar la salida del país (pero estos comportamientos son independientes de la relación de las diferentes tasas de cambio informales, y merecen su propio análisis).
En pocas palabras, una reducción significativa del precio del USD respecto a la MLC traerá un aumento de la demanda del USD (como costo de un negocio u oportunidad de mejorar el consumo individual) que volverá a hacer subir el precio. Por tanto, es poco probable que ocurra y sea duradera.
Queda al descubierto algo implícito y que no siempre se tiene presente. El precio de la MLC es la medida más directa del nivel de acceso que tienen los ciudadanos a satisfacer sus necesidades básicas. Porque la moneda es imprescindible para obtener bienes de consumo de primera necesidad. Por tanto, su precio es una expresión más de los niveles de oferta de bienes de la economía y de lo que es capaz de ofrecer la ciudadanía por esa oferta en el hostil y excluyente escenario que es la escasez. A su vez, esto último es resultado de la capacidad de generar riqueza correspondiente a la lógica económica que rige en el país, pasando por las reglas de juego, instituciones y actores autorizados a existir. O lo que es lo mismo: la relación USD-MLC nos dice que el precio del USD no puede desprenderse de las condiciones reales de la sociedad cubana para garantizar un mínimo de condiciones de vida, por tanto, al costo de la MLC.
Si no sabes del dólar, pregúntale a la MLC
Lo anterior no quiere decir que siempre habrá una distancia corta entre la tasa de cambio informal del USD y la MLC. En cambio, sí quiere decir que, por ejemplo, si ocurre un shock de oferta o de demanda que traiga una reducción importante de la tasa de cambio informal del USD, este podrá alejarse demasiado de la MLC, aunque no por mucho tiempo. Tampoco quiere decir que no ocurran varias veces esos momentos en los que el USD baje significativamente, pero sí que no perdurarán.
Lo que revela que hay una parte del precio del USD que es explicada y causada por la MLC; en tanto, la tasa de cambio informal de la MLC le pone un límite inferior en los que puede estabilizarse el USD. El USD no puede estabilizar su precio en un punto en el que sea claramente rentable dedicarse a comprar USD para ser «remesador interno». Para ese caso concreto, es poco probable que, si la MLC está a 165, el USD se sostenga en cifras como 100, incluso 120 (la tasa de cambio oficial) en el mercado informal.
Algunos problemas de información, quizá estratégicos, se resuelven si se logra conocer el devenir de la MLC y sus causas. Así, ante la imposibilidad de estabilizar una baja tasa de cambio informal del USD desde la relación con la MLC, la sociedad podría prestar más atención al comportamiento de esa divisa postiza, y a cómo un posible escenario de mayor escasez podría hacer que su precio aumentara. Algo de lo que el USD no se salvará. Cuando suba la MLC, arrastrará consigo al USD porque sus tasas de cambio no soportan estar muy lejos por mucho tiempo.
Por último, si bien hasta ahora a simple vista pudiera parecer que el mercado del USD depende exclusivamente de la demanda que busca financiar las salidas del país e ingresos personales en USD, resulta que, a pesar del engorroso proceso del envío de remesas a Cuba, la compra de USD tiene una relación directa con la de MLC, que hará que el USD tienda a valores cercanos a la MLC.
En otras palabras: si hasta ahora se ha pensado que es la ola migratoria la que determina el precio del USD, según el simple ejercicio aquí expuesto, se puede anticipar por qué la confluencia de actores económicos en el mercado informal de divisas para dar respuesta a necesidades creadas fuera de dicho mercado traerá como resultado que el USD tenderá a ir a donde vaya la MLC. Así, aunque nadie se vaya del país, el USD no costará 25 CUP ni 50, sino que surgirán nuevos mercados a su alrededor con otros centros de gravedad que harán que el USD tenga siempre un alto valor. El papel determinante del precio de la MLC es tan solo uno de los tantos factores que lo condicionarían.
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