Cuando los veas, envíale saludos a los amigos de allá. Diles que estoy de lo más bien y que sigo en el mismo trabajo, que no les mando nada contigo porque no hay espacio para mis boberías. Diles también que te dije que no lo hicieras pero no escuchaste y explícales que no dio tiempo a tomarme la foto del sofá con la familia.
En la camisa te cosí unos bolsillos ocultos con bulticos de dinero. Enseña primero los del pantalón que tienen cambio y monedas, por si te cogen desprevenido los ladrones. Tus papeles y los títulos los envío después con un sobrino del vecino que va para allá, no vaya a ser que se te mojen con la lluvia o te los quiten.
Te lavé los zapatos cómodos, para las caminatas esas por la jungla y zurcí otro compartimento secreto debajo de las plantillas, por si fallara algo. Si te quitan los zapatos no hay más reservas, pon la voz fuerte y muestra los puños o cierra los ojos y pide al cielo.
Regresa un día para ver cómo han crecido los niños y escribe siempre. Guarda sus dibujos en tu cuarto con la cadenita que te di y no dejes de llamar para que no olviden tu voz y de enviar fotos para que recuerden tu cara.
Trata de hacer todo lo posible por tocar la meta. Recuerda que una vez no estemos a tu lado no hay marcha atrás y deberás seguir. Un día hablaremos sentados frente a frente de las cosas que pasamos juntos, de los tiempos grises y las carencias, de esas ideas de querer volar y de los sueños, de los poemas que sobraban y los que no llegaron a ser. De las madrugadas estas caminando solo y la promesa de que volverías por nosotros convirtiendo cada paso tuyo en oro.
Si te paran y crees que no hay salidas, busca soluciones siempre, piensa positivo para que todo salga bien y avanza al frente sorteando las fatalidades. No te unas a grupos de desconocidos y no confíes en las promesas de quienes viven de jugar con la fortuna ajena.
Me quedaré de este lado como una vela encendida a mitad de la noche, preguntando a todos por la última noticia, el último país de paradero, la última mirada que asomó tu rostro y la palabra que dijiste para apaciguarme. Descontando fronteras en un mapa, sumando consejos a mis cartas, anotando toda clase de cosas por decir que nunca dije y deseándote que se acorten tus distancias.
Regresa pronto o llévanos contigo. Encuentra la manera de llenar eso que falta rápido. No te desvíes del camino, no pienses en el miedo, en el frío, en el hambre, en el peligro, en todo lo que está oculto en esos sitios. No te olvides de nosotros, de quien eres, de quien fuiste, de este lugar de dónde vienes, de tus sueños y tus luces, de tu raíz y tu pasado todo. Acá esperamos el final de esta travesía, que deja mucha oscuridad y mucha luz.
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Mayte