En Cuba se aprecia que el sector privado está registrando una amplia apertura y este hecho crea la esperanza de que a largo plazo este sector juegue un importante papel en el desarrollo del país. ¿Son estos emprendedores los nuevos ricos dentro de Cuba?
Aunque parezca una contradicción carente de fundamentos, hablar de ricos en la Cuba socialista de nuestros tiempos resulta ser cuando menos, una cruda realidad que hace contrastar las marcadas diferencias de clases sociales existentes en la isla.
Lo que se veía venir desde hace algunos años es hoy una realidad que cada vez se ha ido fortaleciendo más, sobre todo desde que el gobierno cubano actualizó su economía abriendo el camino a la pequeña y mediana empresa privada. Un hecho que contradice una teoría de más de cinco décadas donde los llamados a la austeridad en pro de la igualdad congeló un conflicto que sin darnos cuenta dormía en el tiempo a la espera de su mejor momento. Y aquí estamos.
Según me enseñaron de chico, la sociedad socialista tendría que ser humilde y pura y en el comunismo no haría falta el dinero, ni la abundancia de propiedades, ni tener más de lo necesario para vivir día a día.
Los excesos, la acumulación de capital y los aires de grandeza definitivamente apuntarían al capitalismo. Al mismo tiempo apuntaban a cualquiera sin importar cuál fuera su fuente de ingresos y respondía ante las autoridades por “cada centavo sospechoso” que le fuese encontrado.
Hemos tenido tiempos difíciles pero afortunadamente después de bloqueos y períodos de crisis, finalmente el ciudadano cubano comenzó a tener su propia autonomía. La concesión de algunos privilegios facilitó a músicos, artistas y empresarios privados y estatales, entre muchos otros, tener una determinada libertad de movimiento que con el trascurrir de los años ha venido creando una vanguardia elitista en Cuba, la misma que en materia económica hoy no responde a lo que se conoce como “cubanos de a pie”, sino a una clase más exclusiva conocida popularmente como “los nuevos ricos”.
El caudal de los nuevos ricos
Determinar el caudal de los nuevos ricos en Cuba es una tarea aún pendiente porque el referente más cercano que tenemos es la observación y análisis de algunos detalles que pudieran aportar ciertas luces al fenómeno.
Sin entrar en particulares Claudia Fonseca, una ingeniera de 44 años, dice que “si hay ricos en Cuba muchos de esos son músicos, actores, o artistas de la plástica, porque viajan constantemente y el valor de lo que hacen está muy bien pagado, tanto dentro como fuera de la isla”. Cierto es que según se puede apreciar, los tres sectores mencionados por la ingeniera son bien remunerados.
Para Víctor Alejandro, un joven de 31 años que se gana la vida en un bicitaxi, “los que sí son millonarios de verdad son los boteros (taxistas que recorren La Habana en autos de los años 50) que cada día hacen entre 2000 y 2500 pesos cubanos”, cinco veces más de lo que gana un cubano de salario promedio y equivalentes a entre 90 y 110 dólares. “Es un negocio redondo, auto viejo y grande que camina con petróleo y se cobra a buen precio. Una máquina de hacer dinero brother”, me respondió sonriente con el anhelo de aquel que desea semejante oportunidad.
Recuerdo haber conocido el año pasado a un señor dueño de tres taxis. Su trabajo era fiscalizar el negocio descansando en casa, al finalizar el día 3 socios le liquidaban un saldo de 1000 pesos cubanos por cada taxi trabajado, lo que hace una cuantiosa cifra 21 mil pesos a la semana (casi 1000 dólares) o 81 mil al mes. Al final ganaba más de 3500 dólares sólo por el alquiler de sus tres taxis. También tenía dos pizzerías y un restaurante de lujo en el Vedado capitalino.
“El problema del dinero es que hay que saber invertirlo para que dé frutos”, me aseguró convencido Pedro Montesinos, un agricultor experimentado que asegura conocer a más de un millonario en el pueblo Güira de Melena, al sur de la capital. ¿Millonario?, le pregunté asombrado. “Sí, millonario de los de verdad. Hay guajiros, como se le dice al campesino cubano, que sólamente de la venta de sus productos al Estado se han hecho millonarios, y todo ha sido legal. Por eso te digo que lo que hay es que trabajar duro, y saber dónde invertir el dinero, porque comer necesitamos todos y todos los días. ¿O no?”, dijo retándome con gesto irónico.
Ricos en la sombra
Tampoco se pueden descartar los ricos en la sombra, que si bien sus ganancias no han sido producto del esfuerzo y la legalidad, representan un sector social que a través de la malversación de recursos del Estado o de prácticas irregulares se han enriquecido ilícitamente acumulando cuantiosas sumas en sus cuentas personales.
En los últimos tiempos robar es casi una moda, desfalcar una empresa e incluso fugarse del país cargado con dinero del gobierno, lo que ha hecho que algunos ricos hayan disfrutado muy poco y que otros brinden a nuestra salud con champagne francés desde lo lejos. A esto le podríamos agregar cómo algunos controlan un mercado negro cada vez más variado y necesario debido a la falta de ofertas estatales, lo que facilita precisamente que coexistamos unos con otros, aunque el delincuente que hacemos más rico día a día después de todo siga siendo mal visto por la sociedad.
A la sombra también se encuentran miles de inversionistas en la empresa privada cubana, que poniéndole recursos a diferentes iniciativas han logrado alcanzar el éxito aprovechando la falta de opciones y creatividad del Estado cubano. Todo esto ha traído, poco a poco, unas diferencias remarcables que aumentan el numero de consumidores de productos exclusivos, pues los niveles de vida han subido tanto que ya para muchos resulta incómodo ser humilde y puro. “La exclusividad se paga cara”, me dijo un amigo convencido de que hace rato él dejó de ser tan mortal como yo. Me hablaba orgulloso de su último Iphone 5, por el cual había pagado más 600 dólares.
Hablar de millonarios y diferencias de clases en Cuba puede resultar incomprensible para los que desde fuera nos comparan con sus realidades.
Nuestros “millonarios” o los pesos cubanos equivalentes a 100 dólares al día puede resultar irrelevante en otros países, pero en Cuba es visto como riqueza al superar los estándares de vida de la mayoría. Conociendo estas realidades, ¿qué hacer entonces cuando la historia se revela de una manera diferente a como nos la contaron de niños? ¿Qué hacer con las culpas, las diferencias de clases, y las promesas incumplidas?
Al parecer, son interrogantes que sólo el tiempo podrá resolver por sí solo.
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El Lapón Libre.