Las elecciones en Cuba se asumieron como una «tarea del Partido», la frase que los cubanos usan para referirse a lo que viene de arriba y no se discute.
Para la mayoría de la ciudadanía se trataba de un protocolo, porque el acto no significa demasiado para el ejercicio real de la política. De 470 candidatos, 470 salieron elegidos. Eso lo sabían los candidatos y también lo sabía la gente. Quien se jugaba mucho era el sistema, porque su credibilidad y su discurso se amparan en el respaldo popular.
Por esa razón, desde la campaña previa la meta era conseguir que los electores votaran. Después del 28 de enero, día en que se dio a conocer la candidatura, le siguió la aprobación de los diputados en las Asambleas Municipales del Poder Popular, los habituales recorridos por centros de interés económico y social y, además, en esta ocasión, se generaron carteles de colores con las fotos de los candidatos y se publicaron crónicas en los medios oficiales. Hubo una cobertura total sobre el tema y un despliegue multidireccional de medios para garantizar el éxito del proceso.
Hago un paréntesis con los recorridos de los candidatos porque no queda muy claro si es para que los conozcan a ellos o para que ellos conozcan el territorio por donde los nominaron. Un acto formalísimo, un «baño de pueblo» de los dirigentes en el que nadie sabe muy bien qué decir o para qué está ahí.
Así se llegó al domingo 26 de marzo de 2023. Un día en el cual la meta de las autoridades electorales locales era conseguir participación. Para ello, desde el presidente del CDR, el del consejo popular, el delegado, el jefe del núcleo del Partido y los demás «factores» del barrio (incluidos los pioneros) estaban avisados.
Las elecciones son un proceso serio, importante, o debieran serlo; pero en Cuba se viven sin sobresaltos. No interesan los resultados porque no hay sorpresas. Interesa el proceso.
En el país había 23 648 colegios electorales conformados por gente de barrio que tiene más o menos experiencia o formación en el tema y que entiende lo que tiene que hacer; pero no siempre sabe con exactitud lo que no puede hacer y sobre todo por qué.
Las estrategias electorales y la presión para garantizar el resultado que el poder necesita han llevado a utilizar mecanismos que constituyen presiones y malas prácticas que vulneran el derecho ciudadano a votar —o no hacerlo—. Lo anterior se ha naturalizado como una práctica común, pero constituye una irregularidad.
A continuación, se listan algunas de las acciones que, por experiencia práctica, se sabe que ocurren y otras que se denunciaron durante las elecciones. Lo anterior con la intención de identificarlas y abrir un debate sobre lo que pudo ocurrir en algunos colegios electorales.
Eliminar de las listas a quienes no están en el país. La limpieza del padrón electoral es un acto muy hábil porque evita el aumento del número de abstenciones debido a personas que, se sabe de antemano, no votarán.
Al hacer uso de la residencia efectiva se restringe un derecho que pasa por un segundo filtro, no basta con ser ciudadano ni con ser residente. El capítulo III de la Ley Electoral aprobada en 2019 aclara: «a los efectos de esta Ley la residencia efectiva se determina a partir de la presencia física del ciudadano en el territorio nacional o de los actos que evidencien su voluntad de permanecer en el mismo como su domicilio permanente». La normativa no aclara a partir de cuánto tiempo fuera de Cuba se pierde residencia efectiva.
Como el registro electoral funciona de manera automática, de haber una ausencia es el elector quien debe reclamarlo. En solo cuatro meses, el registro de electores eliminó del padrón a 234 645 personas, un número alto incluso si tenemos en cuenta los fallecimientos y la crisis migratoria.
Indicar a los pioneros que «cuiden» y vigilen a quienes votan. El voto es secreto, este es un principio universal. Las personas expresan su voluntad de manera libre y optan por la decisión que entienden más acertada. Para ello, el sistema debe garantizar no solo el ambiente, sino un espacio libre de presiones. Las autoridades electorales lo saben. Por esa razón es más fácil una vía disimulada, pedirle a los niños que cuidan las urnas, que estén atentos a los votos de quienes se presume de antemano pueden optar por una opción diferente. Esperan que con su presencia a algunas personas les dé vergüenza y cambien de opinión. A fin de cuenta, quién podría acusar a un niño de vulnerar el proceso. Si alguien protesta, se apela a la ingenuidad.
Votar con lápiz: La voluntad del elector debería ser imborrable. En Cuba se vota con lápiz y una vez que se deposita la boleta en la urna los votos podrían ser cambiados durante el conteo. Es un tema que se ha cuestionado antes, pero que no forma parte de la voluntad electoral transformar.
Hacer listas de quienes faltan por votar e ir a buscarlos a su casa. Es común que las personas en Cuba voten temprano, excepto alguien que por alguna razón no lo pueda hacer. Aunque los colegios están abiertos hasta las 6:00 p. m. —en esta y en 2022 hasta las 7:00 p. m.—, la familia presiona para votar temprano, muchas veces apelando a la consideración con los vecinos. Durante años, incluso, se reconoció con diplomas al primer elector y consta en el acta de la mesa. Por ello, a partir de mediodía, disminuye el flujo de personas que llegan a los colegios. Quienes han estado en una mesa electoral saben que entre las dos y las cinco de la tarde se cae en un letargo infinito y los electores llegan con mucha distancia.
En ese momento, los factores del barrio se movilizan y hacen listas de las personas que faltan por votar en una cuadra. Todos en la mesa saben, si un elector vendrá, si está en casa, si se fue a otro sitio para no votar, si está enfermo, etcétera. El problema es cuando se le toca a la puerta, se le pregunta. El ejercicio de presión condiciona la libertad de votar.
Llevarle las boletas a quienes las necesitan y a quienes no para presionar para que ejerzan el sufragio. También es práctica común llevar las boletas a quienes no pueden salir de casa. Ha sido una bandera del sistema. Pero durante las votaciones del 26 de marzo se reportaron hechos de personas que no tenían impedimento y también se les presionó de esa forma. Las autoridades electorales son individuos conocidos y en Cuba tradicionalmente las personas evitan ponerse un cartel de contrarrevolucionario —aunque cada vez más hay quienes asumen una postura opositora pública—.
Otros hechos que trascendieron en redes sociales fueron ofrecimientos para votar por la familia o por personas que estaban ausentes en su domicilio. Si esto fuera cierto, constituiría una violación de la Ley Electoral que regula con claridad que el voto «es libre, igual, directo y secreto; cada elector tiene derecho a un solo voto».
No es posible demostrar si hubo fraude electoral, si en algunas circunscripciones las autoridades locales excedieron sus límites o dejaron de cumplir con sus funciones. No se sabe si los datos anunciados por la Comisión Electoral Nacional son verídicos —durante la elección a delegados municipales tuvieron inconsistencias—. Tampoco han permitido en Cuba observadores independientes acreditados ni hay procesos públicos de revisión de los resultados electorales.
Lo que sí queda claro (con base en los datos oficiales) es que, como mínimo, más del 24 % del padrón electoral en el país decidió abstenerse, a pesar de las presiones, de los estigmas sociales y de las consecuencias. Y que entre los votos en blanco y boletas anuladas suman otro 7.72 %. Lo anterior significa que en las elecciones del 26 de marzo más de 2 575 000 cubanas y cubanos con derecho al voto expresaron su inconformidad política y su falta de apoyo al Gobierno de la continuidad.
«La mayoría» se reduce y eso complica el escenario político. El Gobierno que se constituirá el 19 de abril de 2023 todavía puede exhibir mayoría, pero no abrumadora. Ninguno de los 470 diputados representará a los más de 2 575 000 que piensan diferente en Cuba.
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Gonzalez
Sanson
Guille Álvarez