Miriam recorrió un largo trayecto para llegar a la cita de esta entrevista. Lo conoce de memoria, algunas veces lo hace diariamente para ir a trabajar, y no le pesa. Prefiere este recorrido a abandonar su Caimito natal, en Artemisa, a unos 45 kilómetros de La Habana.
«Mucha gente me pregunta por qué no me mudo a la ciudad —cuenta—, pero es que aquí soy feliz. Me gusta el campo, me encanta mi pueblito, mi casa, estar con mi familia, siento que tengo casi todo lo que necesito. Creo que ese espítitu hogareño lo heredé de mi madre».
Mumi, como le llaman de cariño, prefiere su pueblo natal al ajetreo de las grandes ciudades, aunque no deja de reconocer que esto le ha demandado esforzarse el doble en el ámbito profesional: «Crecí en un pueblito de campo llamado Tumba Cuatro, perteneciente a Caimito, Artemisa. Vivía en una finquita, no conocía a nadie en el mundo del arte, ni tenía ningún tipo de preparación en este sentido; de hecho, nunca había ido a un teatro, por eso cuando llegó el momento tenía muchas dudas sobre presentarme o no a las pruebas de aptitud del Instituto Superior de Arte. Sin embargo, mis padres vieron talento en mí, y mi mamá fue al ISA, hizo todas las preguntas que tenía que hacer, pidió recomendaciones para mi preparación y me alentó a presentarme a las pruebas de aptitud.
»Hoy que soy madre me doy cuenta de lo valiente que fue mi mamá al hacer algo así, porque sé cuánto podemos temerles a los fracasos de nuestros hijos, a sus decepciones. Yo tenía todas las de perder, pero ella me apoyó y me impulsó a hacer lo que me gustaba».
Transcurría solo el segundo año de su carrera cuando Mumi inicia en televisión con el papel de Muriel en la telenovela Oh, La Habana: «Me enteré del casting, me presenté y aprobé. Fue el primer papel importante que hice, un personaje que disfruté y con el que la gente me identificó muchísimo. Después llegó el papel de la primera teniente Mabel, en la serie Tras la Huella, que se volvió el referente con el cual las personas me reconocen tanto dentro como fuera de Cuba».
¿Qué ha representado Tras la Huella para ti?
Llevo 13 años en la serie y prácticamente he crecido con ella, tanto humana como profesionalmente. He conocido muchísimos actores de los que he aprendido y con los que tengo las mejores relaciones. Tras la Huella me ha visto en todas las etapas, me ha popularizado como actriz y me ha permitido recibir el amor de mucha gente que tanto en la calle como en redes sociales está al pendiente de mi carrera, mi salud, mi vida.
Durante la serie llegó la noticia de tu embarazo…
Mi esposo y yo hace algún tiempo queríamos ser padres, así que recibimos la noticia con muchísima alegría, al igual que mi equipo de trabajo. Ellos se han interesedo en humanizar nuestros personajes, y han tratado de insertar en la serie el tema de mi maternidad. Mi niña, América, ha aparecido en varios capítulos, e incluso cuando estaba recién nacida fueron a mi casa a filmar.
A los pocos meses de embarazo tuve que salir de licencia porque tenía riesgo por bajo vientre y debía cuidarme mucho, pero por suerte conté con mucho apoyo.
¿Cómo viviste esa pausa en tu carrera?
Tuve que prepararme sicológicamente para lo que iba a pasar, para esa pausa obligatoria. Pero decidí ser madre y sentía que debía dedicar tiempo a amamantar a mi hija, a cuidarla. Me llamaban para proyectos y con dolor tenía que rechazarlos. No cuestiono a las madres que actúan de otra forma; sin embargo, mi elección fue poner el trabajo en un segundo plano, disfrutar ese primer año al máximo y dedicarle más tiempo a América.
¿Qué has aprendido de ella?
Los niños nos enseñan a escuchar, a ser pacientes, a superarnos también. Yo leo muchísimo sobre maternidad y sobre lo que puedo hacer para educar mejor a mi hija.
Ser madre también te hace conectar más con tu propia mamá, repasar lo que ella hizo contigo, recurrir a sus consejos y valorar cuánto la necesitas: mi mamá vive fuera de Cuba y la extrañé muchísimo durante mi embarazo; de hecho, la extraño cada día de mi vida.
¿Cuáles son las actividades que más disfrutas con tu hija?
Con América lo disfruto todo. Lo que más trabajo me cuesta es cepillarle los dientes [risas]. Durante esta cuarentena su papá y yo hemos tenido que convertirnos en dos niños más y jugar a las escondidas o armar casitas por cualquier rincón. Ella es muy activa y juguetona, y nos obliga a tener la imaginación a full todo el tiempo.
¿Cómo valoras la paternidad que te ha acompañado?
Mi esposo es un padre maravilloso, nunca me dejó ir sola a ningún ultrasonido ni análisis médico. Es el mejor padre que pude haber escogido para mi vida: es muy cariñoso con ambas, nos distribuimos todo parejo: desde darle la comida hasta cambiar un pañal. Lo mejor es que él ha llegado a la comprensión de que eso no es una hazaña o un sacrificio de su parte, sino que lo hace porque ama a su hija, porque sabe que debe dar lo mejor de sí por ella, y porque la ve como un pedacito de él.
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