Foto: Juan Pablo Carreras / ACN.
París 2024. Los atletas cubanos emigrados que sirven y los que no
11 / agosto / 2024
Cuando el púgil camagüeyano Julio César la Cruz —el abanderado de la delegación cubana a París 2024— cayó ante el cubano-azerí Loren Alfonso, más de uno de los patriotas baratos que pululan en redes sociales se rasgaron las vestiduras y volvieron a calificar de robo lo que estuvo muy claro encima del ring.
Los fanáticos de culpar al embargo de los problemas de la isla también son entusiastas de culpar al juez, al clima, al cambio de horario y hasta al aire acondicionado por las derrotas de los atletas cubanos en cualquier arena internacional.
Cualquiera puede ser señalado, menos el deportista entregado, que a pesar del «cruel bloqueo» resiste a las tentaciones y «cantos de sirena» y sigue luciendo la camiseta del Cuba. Cada día son menos, pero se mantienen los necesarios para seguir soñando con ambiciosas aspiraciones en los Juegos Olímpicos.
Pero esta vez, al abanderado lo tumbó un compatriota, un pinareño que emigró a Azerbaiyán y que con disciplina se impuso entre los mejor de un deporte muy popular en la nación euroasiática.
Por supuesto, le cayeron los «palos» por antihéroe y «traidor» hasta que un abrazo con la Cruz lo colocó en la mira de la prensa oficialista y unas palabras de tipo humilde le ganaron los aplausos del presidente Miguel Díaz-Canel.
«Honestas, dignas y conmovedoras las declaraciones de Loren Berto, tras su victoria por puntos sobre Julio César La Cruz. Una emigración respetuosa de la Patria que lo formó merece reconocimiento. Cuba también va en su triunfo, aunque cuente para la hermana Azerbaiyán», escribió Canel en la red social X.
De inmediato, los patrioteros de las redes recogieron los fusiles y entonces el pinareño Alfonso era de los emigrados que les sirve, de los buenos, de los que cuentan para el sistema. Diez minutos antes no era nadie.
Pero no fueron los únicos que cometieron deslices y ridiculeces, también hubo otros que le endilgaron a Loren el cartel «patria y vida» cuando el pinareño no había declarado algo político.
Si la Cruz, en Tokio 2020, sí se había decantado, como era lógico, por un «patria o muerte», el púgil cubano-azerí nada había dicho. ¿Lo habrán confundido con el cubano-español Enmanuel Reyes, quien gritó a los cuatro vientos su crítica al sistema imperante en la isla?
Las palabras posteriores al choque de cubanos en la arena de París dejaron entonces descolocados a más de uno desde el otro extremo. Alfonso dedicaba el triunfo al pueblo cubano y reconocía que el púgil camagüeyano, con todo y el «patria o muerte», era su ídolo.
En declaraciones a la prensa oficialista cubana, Alfonso señaló que siempre había considerado a La Cruz como su modelo a seguir.
«Lo admiré desde joven y siempre quise ser como él (...), somos muy buenos amigos. Hoy nos tocó enfrentarnos y la victoria fue mía, pero no es un secreto que para mí él es el mejor de todos los tiempos, el mejor boxeador y fue un honor pelear con él», afirmó.
El pinareño agregó: «las cosas salieron a mi favor, pero podría haber sido diferente».
Finalmente, destacó que sus medallas también son para Cuba porque también es cubano.
«Abrazo con mi corazón a los cubanos. Cada vez que peleo contra cualquier cubano, gane o pierda, siempre lo hago con el mayor respeto, porque esa fue la escuela que me formó, la que me enseñó, pues llegué a Azerbaiyán como un boxeador hecho», concluyó.
Las palabras de Loren gustaron tanto que hasta la prensa oficialista le dedicó crónicas y flores en diarios de tirada nacional, como Juventud Rebelde.
«No hay una Cuba. Son muchas. Diferentes e iguales. Llevan, si son genuinas, la misma marca: una patria común, madre que sigue batiéndose con los demonios para seguir siendo ella y sus hijos. Donde otros ponen muros, pongamos puentes», pedían desde la oficialidad quienes imponen separaciones de años a los mismos atletas de sus familias si deciden «desertar».
Por esa razón, insisto en que para el sistema (deportivo y político) cubano hay atletas emigrados que sirven y otros que no.
Mientras hacen mutis con otros antillanos destacados en sus países de adopción —como los voleibolistas Melissa Vargas y Wilfredo León y el triplista español Yordan Díaz—, el Gobierno aplaude a quienes tienen gestos con ellos; sí, porque para que seas de «los buenos» tienes que edulcorar palabras y comportamientos.
Si eres de los que «no les sirve», te tocarán notas panfletarias del Comité Olímpico Cubano (COC), como la que exigía hace unos días que el canoísta cienfueguero Fernando Dayán Jorge fuera expulsado de París 2024. Puedes hablar, pero no lo que quieras, sino lo que al sistema le convenga.
ELTOQUE ES UN ESPACIO DE CREACIÓN ABIERTO A DIFERENTES PUNTOS DE VISTA. ESTE MATERIAL RESPONDE A LA OPINIÓN DE SU AUTOR, LA CUAL NO NECESARIAMENTE REFLEJA LA POSTURA EDITORIAL DEL MEDIO.
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