En un día cualquiera, cuando Clarita atiende a un cliente da forma y textura a las fragancias: “es dulce”, “es fresca y suave”, “puedes usarla en las tardes”, “tiene sándalo y pachulí…”. Otras veces mezcla ingredientes en su taller y termina un nuevo producto hecho con hojas de tabaco o girasoles. En los momentos de mayor tranquilidad, busca inspiración en sus propias combinaciones o en el entorno, diseña el próximo perfume y escoge las esencias precisas que lo harán realidad.
Pero los últimos días han sido bastante diferentes para ella, como lo han sido para muchos cubanos y ciudadanos del mundo que han tenido que cambiar rutinas y metas ante la propagación del nuevo coronavirus. Los productos que ahora fabrica, aunque también desprenden agradables olores, no están hechos para perfumar la piel.
Clara Camalleri, a quien todos llaman Clarita, es una de las cinco perfumistas de Cuba y ha detenido la fabricación de perfumes artesanales para hacer geles desinfectantes, también elaborados de manera artesanal. “Están hechos a base de alcohol e hipoclorito de sodio. Los tenemos naturales, de mandarina, limón, violeta, vainilla, mango y marino”, nos cuenta esta emprendedora y artesana a través de WhatsApp.
Como ingeniera química sabe que además del alcohol (en una concentración mayor al 60 %) y del hipoclorito de sodio, las esencias cítricas que utiliza en la fabricación del gel, contribuyen al proceso de desinfección de las manos.
Su negocio homónimo nació en 2017 y es básicamente familiar. Sus padres y sus dos hijas son el núcleo de la actividad diaria, aunque tiene algunos empleados que la ayudan en la elaboración y en la venta. Ahora, con el confinamiento por la COVID-19, solo la familia trabaja en esta producción y lo hacen desde la casa.
Rodeados de cajas de materia prima y de productos que por el momento no podrán ser comercializados, maceran frutas y hojas, disuelven las mezclas en agitadores magnéticos, envasan y almacenan los frascos de 20 mililitros.
Antes de que cerraran las escuelas el 24 de marzo, Clarita donó geles de su producción a niños de la primaria Lazo de la Vega de su barrio Santos Suárez en La Habana. Luego ha ido regalando otros a quienes siguen en las oficinas de centros de trabajo del entorno y a empleados del Fondo de Bienes Culturales (FCBC) que continúan en sus puestos.
En la Galería Arte Habana, Centro Habana, donde tiene su local de venta “todo está paralizado”. En tiempos normales vende allí junto a otros artesanos del FCBC, aunque son las ferias como FIART o Arte para mamá en Pabexpo los espacios en los que más intercambia con el público.
Desde que se graduó de Ingeniería Química en la Universidad Tecnológica de La Habana (Cujae) y hasta el 2016 trabajó en Suchel Fragancia, unidad de la fábrica estatal Suchel en la cual se diseñan los bouquet, concentrado aceitoso de las fragancias que luego se utilizan en la fabricación de perfumes, jabones, talcos, detergentes… Populares fragancias comercializadas en las tiendas en divisa como Camerata y Un toque fueron diseñadas por ella durante ese periodo.
Clarita recuerda que durante la carrera universitaria nunca le pasó por la cabeza ser perfumista, siempre le gustó mucho la investigación farmacéutica. Fueron sus amigos los que la alentaron a hacer la prueba porque, según ellos, tenía muy buen olfato. “Y fui la única que pasé la prueba esa vez. Ahí comenzó mi carrera como perfumista que lleva un entrenamiento de 10 años”. Ahora no se imagina haciendo otra cosa. “Si volviera a nacer sería perfumista de nuevo”, asegura. Le encanta cómo en este oficio se entrelazan la química, la sicología y el arte.
Hojas de tabaco, girasoles, flores Mariposa y ramas de canela son algunos de los componentes naturales de sus productos en la actualidad. En ese sentido, sus perfumes son artesanales no solo por la elaboración casera y a pequeña escala.
“Entre otras cosas, yo macero las plantas y eso es algo que a nivel industrial sería muy difícil de hacer y elevaría mucho los costos. Las fragancias nuestras como se hacen de esta manera tienen un estilo muy propio. Hacemos para todos los gustos y para complacer tanto a quienes prefieren las fragancias delicadas como a quienes les gustan las fuertes”, explica.
Gel desinfectante, iniciativas de producción y eficacia
En la segunda quincena de marzo, cuando se intensificó la crisis por COVID-19 en Europa, el conglomerado LVMH —propietario de marcas de lujo dentro de la industria de la cosmética como Christian Dior, Givenchy, Guerlain— comenzó a producir gel desinfectante en sus fábricas para donar a los hospitales y a las autoridades de Salud Pública en Francia.
Por esa misma fecha, la cantante colombiana Shakira anunció en su perfil de Instagram que la empresa española Puig, que fabrica los perfumes bautizados con el nombre de la artista, estaba haciendo geles desinfectantes como contribución ante la emergencia por el nuevo coronavirus. También fueron noticias las iniciativas de este tipo de producción en varias destilerías de Estados Unidos.
En Cuba, la destilería estatal Habana del grupo empresarial Azcuba fabrica este producto desde el año 2010 bajo la marca Geltha. Según dijo a la televisión nacional la ingeniera Margarita Laguardia, especialista de la destilería, el gel de producción local tiene propiedades antibacteriales, antifúngicas y antisépticas a partir de sus tres componentes principales: alcohol al 70 %, triclosán e hipoclorito de sodio.
Hasta el momento, la producción estará destinada a los centros hospitalarios, en envases de 5 a 20 litros. Pedro Harenton, director comercial de la empresa comercializadora de Azcuba (Tecnoazúcar), dijo que este año y ante la crisis sanitaria por COVID-19 prevén producir 140 000 litros, el doble de la cantidad producida en 2019.
Sobre el uso de los geles desinfectantes y antibacteriales para prevenir el contagio de esta pandemia, los organismos internacionales de salud han dicho que no deben sustituir el lavado de manos, una de las medidas más importantes para la prevención junto al distanciamiento social para evitar o minimizar la exposición al virus.
“El lavado de las manos reduce la cantidad de todo tipo de microbios y sustancias químicas en ellas. Pero si no hay agua y jabón disponibles, usar un desinfectante para manos que contenga al menos un 60 % de alcohol puede ayudarte a evitar que te enfermes y que propagues microbios a otras personas”, recomienda el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Sin embargo, aclaran que esos productos no eliminan todos los tipos de microbios.
En el sitio de los CDC también señalan que el lavado con agua y jabón es más eficaz que los desinfectantes de manos para eliminar determinados tipos de microbios, como Cryptosporidium, norovirus y Clostridium difficile.
Estudios científicos han demostrado que, aunque nada sustituye los efectos del lavado con agua y jabón, tanto los desinfectantes a base de alcohol como las toallas húmedas pueden usarse en ocasiones para el lavado de manos en entornos clínicos donde si bien estas tienen microbios, no suelen estar grasosas.
Cuando las manos están muy visiblemente sucias y con grasa, los desinfectantes para manos no son tan eficaces como lavado con agua y jabón. Cuando deseen o deban usarse, es importante tener en cuenta que la concentración de alcohol entre 60 y 95 % garantiza una mayor acción desinfectante.
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Haroldo Dilla
Luis
CUBANA LIBRE