Desde el 24 de septiembre de 2025, las redes sociales se inundaron de rumores sobre la supuesta hospitalización y muerte del exgobernante Raúl Castro, de 94 años. Pero más allá de la especulación, en el nuevo episodio de Radiografía de Cuba ofrecemos algunas claves sobre su legado en el ámbito político y económico, así como el impacto más visible de la llamada «continuidad».
«Lo más claro es la desconfianza en esa burocracia nueva», dijo a elTOQUE el doctor en Ciencias Jurídicas Julio Antonio Fernández Estrada. «Raúl Castro públicamente retiró y despidió a una parte importante de la generación histórica y después los recuperó en muy poco tiempo, lanzando la idea de que no se puede confiar en la nueva generación (...); eso es una imagen muy clara para todo el mundo de que la generación histórica va a estar hasta el último momento sobre el caballo». Para ellos, la «continuidad» no es más que «un mal necesario», señaló el analista.
Si hacemos un recuento breve, encontraremos que uno de sus fracasos políticos más notorios estuvo enmarcado en la etapa del «deshielo cubano». Fernández Estrada recuerda que Raúl Castro no logró concretar el acercamiento con Estados Unidos. «Se resintió mucho con la visita de Obama en la que no quedó bien parado (...). Creo que fue una de las grandes razones ideológicas y políticas de por qué se revirtió todo. Siempre se dice que le cogieron miedo a las reformas, pero considero que hay también una cuestión personal».
Por otro lado, el doctor en Ciencias Económicas Pavel Vidal resalta la profundización del control militar sobre los recursos del país: «No es saludable para ninguna economía que un grupo empresarial maneje empresas y sectores que abarquen el 40 % del PIB. Eso es un poder monopólico que no tiene paralelo. Y además, es un grupo empresarial [Gaesa] que se ha especializado en la extracción de rentas, en pagar bajos salarios, en tener márgenes de comercialización muy altos». Aupadas por Raúl, las Fuerzas Armadas se consolidaron como el eje central de sectores estratégicos (turismo, transporte, finanzas y manejo de remesas).
El experto distingue, además, dos fases en su Gobierno. «En el primer período, no se puede negar que se impulsaron algunas reformas de mercado. Hubo mayor participación del sector privado, entrega de tierras en usufructo (...), espacios de mercado para comprar y vender casas y carros. Hubo reformas parciales, limitadas, fragmentadas. Después, en un segundo período, las reformas perdieron dinamismo y muchas de las cosas que se habían planteado en los Lineamientos no se cumplieron», dijo Pável Vidal.
A lo anterior se suma su proclamación de que «la batalla» más importante de Cuba era garantizar el acceso a la comida, pero la producción nacional de alimentos cayó más del 65 % en los últimos años, según datos publicados por Food Monitor Program. Miguel Díaz-Canel, su designado, tampoco ha logrado revertir la situación, aunque mantiene la retórica de la «soberanía alimentaria».
Ese discurso encuentra aliados internacionales que deben acomodarse a los intereses del régimen. Por ejemplo, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha trabajado durante varias décadas en Cuba con proyectos agrícolas y de nutrición, pero la mayoría de sus evaluaciones han sido acríticas.
Los informes del PMA suelen culpar a la pandemia, los desastres naturales o el embargo estadounidense, sin abordar con la misma fuerza los problemas estructurales de la crisis: centralización estatal, ineficiencia productiva, trabas burocráticas, falta de inversiones, corrupción. Según Food Monitor Program, esta dinámica convierte la cooperación en un paliativo que no ayuda a transformar la raíz del problema.
«Que el PMA en su Informe País establezca que los cubanos tienen malos hábitos alimentarios, y que por ello se produce la obesidad, no solo parte de un principio de absoluto desconocimiento, sino que al mismo tiempo se alinea con los intereses políticos del Gobierno cubano», refirió Sergio Ángel, director de Food Monitor Program.
«Esta colaboración del PMA y la FAO no es nueva. Es una colaboración que se extiende desde la década de los sesenta y que ha contribuido a una suerte de lavado de cara internacional del Gobierno cubano en materia de seguridad alimentaria. No podemos olvidar que en 2018 la FAO aseguró que en Cuba se había eliminado el hambre. El representante de esa organización en la isla, luego de terminar su misión, fue entrevistado por Food Monitor Program y estableció, de manera muy concreta, que la FAO es un instrumento de propaganda para el Gobierno cubano», declaró Sergio Ángel a elTOQUE.
De modo general, el investigador alerta que la cooperación internacional en materia alimentaria resulta funcional en dos sentidos para el poder en Cuba. Por un lado, vende un imaginario hacia afuera de que el Estado defiende la seguridad alimentaria y la justicia social, y por el otro garantiza otra entrada de divisas para fomentar programas de su interés.
A través de la historia, la Revolución cubana se ha presentado como garante de igualdad y bienestar. Bajo el mandato de Raúl Castro, lo que emergió fue un modelo político que hizo más evidente el autoritarismo; un Estado policial apoyado en las Fuerzas Armadas y una economía administrada como patrimonio de una élite militar envejecida. Su legado, más que en reformas, reside en haber mostrado el verdadero rostro de un sistema que no ha podido cumplir sus promesas más elementales como el famoso «vasito de leche».
*Estos temas forman parte del nuevo episodio de Radiografía de Cuba.
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