No importa si es un viaje corto, una misión oficial, visita por unos meses o salida definitiva. Una vez que un cubano pone un pie en un aeropuerto internacional —e incluso antes— se activan en su cerebro una serie de mecanismos psicológicos que lo acompañarán durante toda su estancia fuera del país. No importa cuántos cuños tenga tu pasaporte, nivel educacional, número de visas o kilómetros recorridos, tus condicionamientos mentales siempre van a estar ahí. Incluso, cuando crees que ya los has superado.
Trauma del mal de ojo: Es un trauma pre-viaje. No decir el plan “para que se dé”. Los miedos y rezagos de épocas pasadas se trastocan en una poderosa superstición que le atribuye al silencio la calidad de amuleto protector contra accidentes del destino, envidias, “hijeputadas” y cualquier otra cosa que pueda impedir el tan anhelado viaje. Y es que todavía, para la mayoría de los cubanos, salir del país –de la forma que sea y por el tiempo que sea- es sinónimo de algo anormal, extraordinario, e incluso, con tintes de incorrecto.
Trauma del culpable: Vivir en un país donde se coexiste a diario con la ilegalidad y lo sancionable tiene sus efectos sobre la psiquis y estos afloran en cualquier lugar, pero sobre todo en los aeropuertos. “Estoy haciendo algo malo”, “Algo va a pasar a última hora”, “No me van a dejar salir o entrar”, “Voy a tener algún problema en el equipaje o los documentos”. Paranoias que se disparan ante el más rutinario de los controles y te ponen el corazón a cien hasta que sientes que el avión levanta vuelo. Incluso, estando ya fuera del país no deja de rondarte la idea de que harás algo malo que pueda fastidiar el viaje a la mitad.
Trauma de la conversión monetaria: Molesta y complicada compulsión a convertirlo todo de la moneda del país visitado a la moneda que circula en el tuyo. Esto es algo que le ocurre a cualquier extranjero, solo que en el caso de los cubanos se agrava por tres factores: 1- Porque hay que convertir a TRES monedas: dólares, CUC y peso cubano, y también entre ellas, lo cual, en medio de una tienda, te puede volver loco; 2- Porque somos de los pocos turistas que viajamos para comprar productos comunes, ya que en nuestro país se venden a precios excesivamente caros, de calidades inferiores o no existen; y 3- Porque algunas de las cosas que compramos son para vender en Cuba, recuperar los gastos del viaje y obtener alguna ganancia, así que hay que jugar con los precios de las tiendas estatales y del mercado negro.
Trauma del maltrato: Ya estamos tan acostumbrados al maltrato en los establecimientos de servicios en Cuba –sin importar la moneda en que pagues, ni la forma de propiedad-, que ante la amabilidad y atención en una tienda o restaurante nos sentimos mal. Unas veces nos da pena, porque confundimos buen trato con sumisión y nos sentimos algo incómodos de que “nos atiendan tan excesivamente bien”. Otras, hasta nos acomplejamos porque pensamos que la encargada que nos acompaña por toda la tienda y no deja de preguntarnos ¿en qué puedo ayudarlo señor? –aun cuando se nota que no vamos a comprar nada- puede comportarse así porque piensa que queremos robarnos algo.
Trauma del cao: El cao es un ave a la que se le atribuye la cualidad de llevar para su nido todo lo que encuentra. No hace falta explicar más la alegoría. Jabitas, rollos de papel sanitario, envases con formas bonitas, adornitos, tornillos, posibles piezas de repuesto, ropas o zapatos con los que “todavía se puede tirar”… cualquier cosa por impensable que sea puede ir a parar a la “maleta-nido” de un cubano, en tanto quepa dentro de las libras permitidas por la Aduana. En Cuba cualquier cosa resuelve o puede servir para cumplir con alguno de los tantos nombres de la lista de compromisos que llevamos durante el viaje.
Trauma aduanal: El principal dolor de cabeza desde que sales hasta que regresas. Estudiar las resoluciones de la Aduana exige más esfuerzo mental y dedicación que algunos doctorados. Requiere conocimientos de leyes, matemáticas, distribución del espacio, y también… calle, picardía. Te tiene tenso durante todo el vuelo. Una vez ante la fatídica báscula no sabes si sonreír (porque puedes parecer sospechoso) si ponerte serio (porque puedes parecer nervioso)… Durante todo el viaje te preparas un guion mental, tanto que a veces puedes encontrarte en el medio de una tienda con un artículo en la mano hablando solo y gesticulando: “Si me dicen esto, le respondo aquello”. “Cuando me diga que estoy pasado, le saco el cálculo que lo traigo hecho en una hojita y las regulaciones de la Aduana que las tengo en el teléfono y con copia en el Tablet,” “Si me dicen que no puedo entrar la cafetera, la tiro contra el piso….” En fin, nos montamos una película similar al cuento del gato, que en ocasiones por suerte no tenemos que estrenar, pero en otras… para qué hablar, pues ahí los traumas pueden tornarse irreversibles. Si salir del país nos pone tensos, regresar es mucho peor.
Trauma de Cuba: No por último, el menos importante. Todo lo que haces, todo lo que disfrutas, también todo lo que sufres y te privas, lo haces pensando en Cuba, en la familia, en las personas que dejaste atrás. “Si pudieran comer esto, ver aquello, compartir conmigo este momento…”. La presencia constante en la cabeza de las personas que quieres y no pueden acompañarte, hacen que cualquier felicidad sea incompleta.
Pero también hace que duelan menos los lugares a los que dejas de ir para ahorrar el dinero, la pena de tener siempre que preguntar dónde se compra más barato, de leer los menús de los restaurantes de derecha a izquierda, de cargar con las “ofertas” de las tiendas como si fueras a abastecer una comunidad, de ser el único en el aeropuerto con cinco maletines inmensos. Duele menos porque sabes que lo haces por una causa mayor. Porque un viaje nunca es para uno solo. Porque el viaje de un cubano nunca es una cuestión de turismo, placer, o trabajo solamente. Es un asunto económico, estratégico; una especie de tabla de salvación con gran incidencia en su futuro y en el de otros.
En fin, son traumas con los que aprendes a convivir, a reírte de ellos, y que eres capaz de tolerar siempre que ello signifique que el viaje se repita. Incluso, hasta aprendes a sacarles provecho, sabiendo que son mecanismos de defensa que activa tu cerebro y que una vez que regreses a tu entorno cotidiano entrarán en stand-by, quedando latentes hasta la próxima aventura y cediendo el lugar, entonces, a otros traumas igual de persistentes e inquietantes: a los traumas de los cubanos que regresan del extranjero.
comentarios
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Kenny
Juan Carlos
Cuando llevas pocos años afuera y llegas a Cuba hay cosas que hasta te dan “gracia” como el maltrato al público; haces una reflexión interna de lo mal que siguen las cosas y respiras profundo porque sabes que ya eso no forma parte de tu realidad y en pocos días desaparecerá.
Cuando llevas muchos años (o incluso algunos pocos pero con mala memoria) y se te olvidan por completo estos traumas, pasas a ser entonces el “insultado”, tal como sucede con el resto de los turistas, a excepción quizás de los que han satisfacido su apetito sexual o de grandilocuencia.
LuisIzqP
yoni
Yaneli
Safari
ALEJANDRO FAUS
David
Orlando
Cubanón Regusanón
Juan
Alexi
pedro (el que os conoce muy bien)
El segundo trauma viene cuando ve que fuera hay que trabajar y no estar sentado en el sofa de la casa bebiendo ron, cerveza y esperando que traigan las telenovelas en un pendrive. Cuando tenga que malvivir con 40% de su sueldo porque el otro 60% lo envia para Cuba para que los especuladores familiares vivan como dije antes…. Es un trauma dificil de superar
El tercer trauma (nunca superable) es el trauma de hacer las cosas como las hace el otro cubano (que a su vez se copia de otro cubano y del otro……) y Al final les sale mas caro o mas complicado pero el cubano no sabe valerse ni buscar mejores soluciones por si mismo. Solo sabe decir “ah pues no se, ese es el que se ha usado siempre”. Son completas hormigas.
Podria pegarme aqui 3 horas escribiendo, que si fanfarrones, que si ignorantes, que si protestones que si especuladres…. Pero bueno, eso ya es otra historia. Cubano cubano…. No tienes nivel cultural ni civismo para salir de cuba….El cubano, vaya personaje.
Yarley Diaz
alain
T.cu
Yari
Erley
Yoania
Vivo en Cuba pero tengo la posibilidad de salir hace varios años, cuando estoy en mi país (al que amo a pesar de los pesares) quiero salir , principalmente porque necesito tantos poquitos que no aparecen 🙁 pero cuando salgo de Cuba me ataca una nostalgia y unos deseos de regresar aún sabiendo que que el ciclo se traumas es interminable.
Bendiciones a los cuban@s donde quiera que estén !!
El Mañon
Gilgamesh
Taydel
carlos
Ana Rachet
Ana Rachet
Ana
Mika
Vivimos en una constante cacería de brujas por parte del sistema. Cada año se pone en vigor una nueva resolución aduana porque subestiman el ingenio de mi pueblo. Ya para entender esta última tenemos que pasar por un diplomado, siempre estaremos con la paranoia de que si incumplí o pase por alto alguna de las regulaciones. Lo más triste es escuchar que estas medidas son con el fin de” proteger” a los nacionales.
Yo
Ernesto
Nety
Indhira
Yanet
El Were
Mary
Juan, respeto tú opinión,pero te exhorto a que vuelvas nuestra linda Ciudad del mar y jamás te arrepentirás,los Cienfuegueros como Cubanos tenemos nuestras particularidades,somos generosos,hospitalarios y Amorosos eso jamás no los podrá quitar nadie.
La perla cada día,brilla más.Vuelve!!!
Pachi
Pachi
Paparazzi
Melissa
Tu
Israel
Juan
Luis Machado
Roberto Daniel
Valodia Benitez De La Cruz
Un cordial saludo a los administradores de este sitio,�xitos a todos
Medico9603
Alan Brito Prieto
Reconoc� uno q puede ser inclu�do en el trauma del cao y es el de no botar comida, a los cubanos q salimos por primera vez es f�cil sorprendernos guardando comida para despu�s, puede ser medio pomo de refresco, varios estuchitos de pur� de tomate, de az�car o hasta de sal. Nos duele sobremanera botar comida.
Adrián Rubira
Jhony
...
Yunier Fîgãräzø
Meisel Castañeda Bravo
Odivan
carlos alberto
Adrian
stan