En el mirador aledaño al Hotel Los Jazmines, con la vista impresionante del Valle de Viñales como fondo de la composición, George Blanco Valdés y su grupo reciben a los ómnibus repletos de extranjeros que realizan allí una corta estadía. Entre las 9.00 am y las 5.00 pm, durante tres días de la semana, cubren la ausencia de los conjuntos profesionales, sin cobrar nada, porque no les está permitido.
Tras el par de canciones interpretadas por los muchachos de Mezclarte, Son de Cuba, los visitantes, por impulso personal, dejan propina a los artistas, quienes viajan por cuenta propia y sufragan todos sus gastos.
Debido a que la carrera de Instructores de Arte se creó para la enseñanza, George y el grupo-aun cuando todos no tienen igual procedencia-, han enfrentado dificultades para asumir la música como profesión. Su caso se repite en otros graduados, que se buscan la vida en playas o bares, aunque no con la misma suerte.
“En los comienzos, hace siete años, autoridades de Cultura del municipio nos prohibieron cantar muchas veces en Viñales, porque no teníamos aval y no pertenecemos a ninguna Empresa. Pero las personas nos empezaron a ver, se identificaron, y a pesar de ello, nos llaman de muchos lugares. Por lo menos, a las primeras graduaciones no se les explicó que la brigada surgió solo para dar clases”, afirma.
Después de egresado, cantó para personas damnificadas por los huracanes como parte de la Brigada de Instructores de Arte José Martí. Pero la “vida se complicó y el dinero no daba”. Entonces, el joven escuchó la idea de otro instructor, Rigoberto Pérez, y así nació Mezclarte, del cual es el actual director.
Tras muchos altibajos, cambios entre los integrantes, variaciones de instrumentos, solo ambos aventureros sobreviven, del proyecto inicial, para completar ocho miembros.
“Crearlo fue fácil, lo difícil ha sido mantenerlo, y sacar tiempo para ensayar y dinero para los instrumentos. Incluso, tuve que ser taxista con mi moto. Todos somos jóvenes menores de 30 años, pero responsables de hogares”, recuerda George, para quien trabajar en turismo los ha ayudado mucho a avanzar.
Para el artista, los foráneos no son un público tan difícil como el nacional, porque vienen a consumir lo “bueno, malo o regular”. Sin embargo, Mezclarte no pretende hacer concesiones con respecto a su arte. Por ello, buscan trascender el mero papel de reproductores clásicos de la cancionística nacional, correspondiente, en muchas ocasiones, a pequeños conjuntos existentes en este mundo.
Mezclamos los géneros cubanos con alguno de otro país, pero siempre es música hecha por nosotros.
“Tenemos unos 15 temas ya inscritos. No porque trabajemos en turismo estamos obligados a interpretar las canciones como Idilio, de Laíto, o las del Buena Vista Social Club”, afirma Blanco Valdés.
Viñales se localiza a 25 kilómetros de la ciudad de Pinar del Río. Para los artistas esto implica un itinerario desgastante y oneroso, de ida y vuelta, pero casi obligatorio si pretenden aprovechar el público que llega al famoso asentamiento del occidente nacional. Por gestiones propias, han actuado en lugares como Cienfuegos o Trinidad.
“El vínculo con la Asociación Hermanos Saiz nos ayuda a promocionarnos; pero también quisiéramos ir a Varadero, donde tenemos propuestas, pero no podemos hacer contrato. Ya tenemos un perfil en Facebook, con fotos y algunos videos, hechos por un amigo mío. Además, hemos puesto cosas en YouTube”, añade George, quien toca la parte de la percusión”.
“El aval no nos hará ser diferentes, pero sí permitirá trabajar más y quizá lograr que alguna disquera extranjera se interese más en nosotros, lo cual, en mi opinión, sería más fácil que con las cubanas”.
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