Willy nota con inquietud que desde hace algún tiempo hay un cambio en los intereses de los jóvenes que acceden a la enseñanza superior en Cuba, más hacia lo individual, con una responsabilidad cada vez menor hacia la sociedad. “La cultura del compromiso es el fundamento de nuestro sistema social, nuestro modelo socialista o es colectivo o no es y a una mayoría de los estudiantes universitarios hay que empujarla para que se implique. Eso me preocupa muchísimo”.
Willy Pedroso es un jóven pofesor de la Facultad de Comunicación Social. Como mejor graduado de la Universidad de La Habana optó por quedarse allí para hacer lo que más le gusta, enseñar a gestionar el desarrollo en espacios locales a través de la información y la comunicación.
Como estudiante universitario Willy era capaz de hacer muchas cosas y hacerlas bien. En su segundo año ya había leído gran parte de las tesis de su disciplina, incursionaba con agrado público como bailarín en los festivales de Cultura, representaba al movimiento deportivo, lideraba la Federación de Estudiantes, coordinaba proyectos de infocomunicación, se mantenía entre los más aventajados de su aula y junto a todo esto, aglutinaba a su alrededor un grupo de inseparables amigos.
Ya desde entonces estaba convencido de que los espacios dentro de la Universidad que se preocupan por cómo darle solución a las problemáticas del país, debían ser pensados y protagonizados por estudiantes.
“Sin embargo hoy cada vez son menos los que participan y promueven estas iniciativas. Muchos no se ven dentro de 20 años aportando al país, un gran grupo no entiende de la necesidad del aporte en diferentes escalas, al contrario, parece haber una influencia cada vez mayor de la cultura de la competencia y del dinero”.
Ahora, tras cinco meses como profesor Willy se pregunta por los motivos de esta inercia.
Para él, además de problemas estructurales, inciden también los cambios en la composición social de los jóvenes que hoy optan por la educación superior, generalmente hijos de profesionales, que no estuvieron becados, influenciados por otras realidades a partir de su relación estrecha con las tecnologías de la información y las comunicaciones.
“Ciertamente hay que cambiar las cosas, pero no puede ser desde fuera, la opción de no participar no puede ser; mucho menos la masa universitaria promotora de cambios por excelencia”.
No hay que generalizar, quedan muchachos de vanguardia, que están proponiendo nuevos espacios para pensar
“La sociedad está pasando por un proceso de cambios profundos, se están repensando los mecanismos, se están abriendo oportunidades para personas jóvenes, por ejemplo, se tomó la descision de incluir a la presidenta de la FEU en el consejo de Estado. La academia se está apropiando de buenas prácticas internacionales para generar nuevos modelos, formas de hacer, espacios para escuchar. La universidad está llamada a incidir directamente en la gestión del desarrollo del país y no solo, sino que va a llegar más a los espacios locales, a trabajar directamente con ONGs, a fomentar experiencias de formación de capacidades fuera de las aulas. Por eso es tan importante que los universitarios sientan confianza en que se puede intencionar la transformación. Toda acción, por pequeña que sea, es transformación”.
El contexto cubano se dinamiza. Como parece resonar en la opinión pública internacional, Cuba abre sus puertas al mundo. Sin embargo, un mundo que también abre sus puertas a Cuba, prácticas fosilizadas muy nuestras han ocasionado que los estudiantes estén cada vez menos preocupados por lo que ocurre a su alrededor.
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