—¡Pipo, acaba de levantarte y corre para General Lee! Hay feria agropecuaria desde Serrano hasta San Julio y van a vender a 23 pesos la libra de yuca, a ver si elevamos el rendimiento de nuestra venta de frituras.

—Me hubieras despertado antes. A esta hora dudo, a juzgar por lo que manifestó el ministro de la Agricultura en su comparecencia televisiva, que la oferta supere la demanda.

—Cuéntame cómo andan los indicadores.

—No sé si sabes que es ingeniero. Tiene que haber estudiado cantidad para expresar cosas como «A veces nos preguntamos cómo lo hacemos» y «Donde se funciona bien y se trabaja bien, eso está bien».

—Impresionante.

—Habló de «los grandes retos que tiene la agricultura cubana, y cómo desde las funciones estatales que tiene el Ministerio se puede contribuir a ordenar mejor la producción».

—Es decir: la están desordenando.

—Fue a «hacer la fotografía de la agricultura cubana en este minuto».

—En blanco y negro.

—En negativo. No hay dinero para el revelado. Afirmó que «la proteína está impactando fuertemente a nuestro pueblo».

—En esta casa hace rato que no impacta.

—Lo de la producción de carne es un caos. Ya la de puerco no da ni para una libra de empella por consumidor. «Hace cuatro años teníamos unas noventa y seis mil reproductoras porcinas, con cerca de ciento noventa mil toneladas de carne. Hoy contamos con 26 mil reproductoras, no en buenas condiciones». 

—A ver: si el presidente llama a diario a multiplicar las buenas experiencias, ¿por qué no se le echa el ojo a la de China, que inauguró el pasado año un gigantesco rascacielos de veintiséis pisos para la cría de más de un millón de cerdos?

—No hay ni para la canasta básica, y tú pidiendo que le construyan un edificio a los marranos.

—Ah, no, pensaba en el del Ministerio de la Agricultura.

—«Llegamos a producir cuatro o cinco millones de huevos todos los días, y ahora producimos menos de doscientos mil, porque estamos protegiendo a las reproductoras».

—Y a mí, que parí tres hijos, ¿quién me protege?

—Qué decir del arroz. «Tenemos capacidad de sembrar cerca de doscientas mil hectáreas, pero este año no hemos pasado las cincuenta mil».

—Ya estamos casi a mitad de mes y en la bodega no han superado las cuatro libras.

—Muchas veces no se entiende qué cosa es el sistema de la Agricultura.

—¡Vaya, la agricultura es un sistema! ¿Y qué es entonces el socialismo?

—No lo pongas en ese aprieto. Bastante que sabe describir lo que rodea a su oficina: «Hay una columna fuerte, que es el Ministerio de la Agricultura, reflejado en sus provincias y en sus municipios con 161 delegaciones, 12 Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial, 321 empresas y 13 248 puntos de venta». No obstante, «decrecemos en programas importantes, en casi todo».

—¿Casi? ¿En algún rubro se crece?

—Sí. «El Ministerio tenía doce funciones específicas, ahora tiene catorce». Se trabaja actualmente en una política agraria nacional.

—Más gente que no produce.

—La necesita para hacer el ejercicio de control de la masa ganadera.

—¿Y eso qué es?

—Como un censo. 

—Imagino que a la vaca le preguntan qué come, cuántos litros de leche se le ordeñan, las libras de carne que aportaría de ser sacrificada y, sobre todo, a qué organizaciones políticas y de masa pertenece.

—El nivel de detalle de esta gente roza lo épico. «Está todo descrito, todo documentado, todo tiene una documentación clara». Oye lo que agrega sobre otra de las tareas en la que ha puesto la mira: «Este año no quedó bien la contratación, nos demoramos muchísimo. Yo pienso, sin ánimo de nada, sobre otros años pasados, otros tal vez, fue un poco más al detalle el productor, logramos informatizar un proceso que nos da una transparencia, porque antes se contrataba general, y parece que uno veía el plan contratado, pero no estaba por dentro, y ahora sí está en una aplicación informática, en que uno ve ya la transparencia del productor, cómo se llama, el carnet de identidad».

—¿Qué nombre tiene ese ministro en el suyo?

—Ydael.

—¿Y da él para más?