Foto: Sadiel Mederos.

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Crisis de medicamentos en Cuba: trueques, donaciones, avisos, venta y contrabando

9 / junio / 2021

Lisi Solís administra un grupo de intercambio de medicamentos en WhatsApp. Lo creó en mayo de 2020, cuando ya era evidente el desabastecimiento de fármacos en Cuba.

«Las reglas del grupo son claras: nada de compraventa ni acaparamiento», dice. «Aquí las personas intercambian –o donan– las medicinas que tengan».

En cada mensaje dentro del grupo, los 256 miembros –en su mayoría mujeres– escriben qué necesitan y qué ofrecen. A veces encuentran con quién hacer el trueque, a veces alguien les regala lo que están buscando y, con menos suerte, no hay respuesta.

«Yo necesitaba salbutamol porque soy asmática», cuenta Ruth Carmona. «Varias personas respondieron a mi solicitud para ofrecerme uno sin tener que dar nada a cambio. Pude haberme quedado con tres, pero dije en el grupo que dejaría dos por si alguien más los necesitaba».

Sin embargo, cuenta Lisi Solís que no todos tienen el buen gesto de Ruth. «A veces algunos aprovechan y acaparan medicamentos, y luego nos enteramos de que los andan vendiendo».

Cuando alguien denuncia a algún aprovechado, lo expulsan del grupo y publican sus datos para que no vuelva a «estafar a nadie».

«También ha pasado –cuenta Lisi– que alguien ofrece el medicamento a una persona y otro miembro del grupo se adelanta y lo busca. No siempre la gente obra bien y muchos se aprovechan», lamenta. Sin embargo, la mayoría de las experiencias son muy positivas.

En otras redes sociales como Telegram y Facebook los cubanos también se han organizado para intercambiar medicamentos.

«Yo cambié metronidazol por dipirona, que estuvieron en falta y siempre son muy necesarias. El metronidazol me había sobrado de un tratamiento», cuenta Ruth.

A través de una búsqueda sencilla con la palabra «medicamentos», es posible encontrar en las redes sociales grupos de intercambio clasificados por provincias y municipios. Algunos incluyen también alertas e información sobre el abastecimiento de las farmacias, teléfonos, direcciones o detalles de venta.

Donaciones

Edesio Alejandro, Héctor Noas, Bárbaro Marín y Ulises Toirac son artistas cubanos que han acudido a las redes sociales para pedir ayuda con algún medicamento en falta.

«Tengo que hacer un agradecimiento público, notorio y sumario. La publicación del spray de salbutamol movilizó a mucha gente. (…) La solidaridad y el desprendimiento son gestos muy bonitos. Me he sentido muy gratamente impresionado y respaldado por todos ustedes. Gracias», escribió Toirac en su perfil de Facebook.

En el grupo de WhatsApp «Donación de medicinas» no se acepta la venta de medicamentos u otros artículos, la publicación de enlaces externos ni el envío de mensajes en cadena: «Es un grupo para ayudarnos. Sin ánimo de lucro, gratis», explica Tamara Carballo, una de sus 148 miembros.

«Yo no doy si no me dan alguno a cambio, por muy egoísta que parezca, pero es que, ante esta escasez, cualquier pastilla que uno guarde podría necesitarse luego», reconoce un usuario.

Sin embargo, gracias a los medicamentos donados por personas que no los utilizan, el proyecto Corazón Solidario en Santa Clara ha logrado mantener el tratamiento de varios pacientes siquiátricos e, incluso, entregar medicinas a otros que las necesitan.

«En Corazón Solidario hemos invitado desde hace mucho tiempo a traer los fármacos que están en desuso, ya sea por el cambio o el fin de un tratamiento, o el fallecimiento de algún familiar. Y así continuamos ayudando a las personas», explica Víctor Cuevas, fundador del proyecto.

Para entregar los medicamentos disponibles en su dispensario, Víctor solicita la receta médica, el tarjetón o algún método. Está consciente de que hay quien abusa de la buena voluntad de otros y lucran con la escasez; «pero no es la mayoría», reconoce.

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Foto: Jessica Domínguez.

En el municipio villaclareño de Vueltas, Anel Pérez, miembro de la Pastoral de la salud, cuenta que desde hace años reciben donaciones de equipos médicos y fármacos, que luego entregan a quienes los necesiten –previa presentación de una receta.

«Siempre revisamos que no haya vencido el medicamento y que esté en buen estado», cuenta Anel, licenciada en Farmacia. «Tenemos un servicio de préstamos de sillas de ruedas, colchones antiescaras, sillas sanitarias y muletas».

Además de medicinas, también se intercambian, venden y donan a través de grupos en redes sociales, insumos médicos como jeringuillas, guantes, sondas, bolsas recolectoras, balones de oxígeno, etcétera.

«Hace unos meses una señora me regaló una sonda que le había quedado cuando murió su madre», cuenta Maribel, quien cuida a su padre con cáncer de próstata. «Yo estaba dispuesta a comprar alguna, lo puse en un grupo de Telegram y la señora gentilmente me la regaló».

Maribel recuerda que a inicios de la pandemia no pudo hacerse análisis de sangre por falta de jeringuillas. «Tuve que rogarle a una enfermera del [hospital] oncológico para que me diera una», dice. «Pero no me hice los análisis. Tengo la jeringuilla guardada por si la necesita alguna de mis hijas o mi papá».

El Cuadro Básico de Medicamentos en Cuba lo integran 619 productos: 351 para hospitales y 268 para farmacias. De ellos, 263 (42 %) son de importación y 356 (58 %) son nacionales: 350 producidos por BioCubaFarma, 5 por la industria alimentaria y 1 por el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria.

De los fabricados por BioCubaFarma, un promedio de 85 estuvo en falta durante el año 2020. A ellos se suman aquellos de importación que no han podido entrar al país en los últimos meses y que se usan, fundamentalmente, en la atención secundaria de salud.

Ante el desabastecimiento en las farmacias, los cubanos han buscado otras vías para acceder a los medicamentos: grupos en redes sociales de donación, búsqueda e intercambio; comercialización en el mercado ilegal; encargos al extranjero.

Todos los días, a través de Internet, algún cubano «resuelve» las medicinas que necesita: sin prescripción, sin certificado médico, sin tarjetón. A través de Facebook, Telegram, WhatsApp o Twitter. Basta hacer una publicación solicitando ayuda para que, casi siempre, alguien responda positivamente.

Medicamentos vencidos: no, pero sí

Una madre llevó a su hijo a una de las consultas de urgencias del Hospital Pediátrico de Santa Clara. Tras una aparente picadura de insecto, al niño se le inflamó y enrojeció la oreja izquierda.

―Tiene una celulitis –le dijo la doctora–. ¿Qué antibiótico tiene en la casa?

―¿Cuál es el necesario para lo que él tiene? –respondió la madre.

―El ideal sería la cefalexina, pero me dice cuáles tiene en su casa y adecuamos el tratamiento.

―Tengo cefalexina, pero creo que está vencida.

―No importa, si se ve en buen estado funciona todavía –respondió la doctora al tiempo que indicaba el método de tratamiento.

«Me dio un poco de miedo darle al niño esas pastillas vencidas, pero no había otra opción», cuenta la madre, que prefirió no decir su nombre. «Le pedí una receta a la doctora y la tuve durante meses en la cartera. Cuando sacaron en la farmacia, la receta había vencido, y mi hijo hacía tiempo que se había curado. Si no llego a tener aquellas vencidas…».

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Foto: Sadiel Mederos.

Según las autoridades del Ministerio de Salud Pública (Minsap), «existen estudios que han demostrado cómo volúmenes determinados de medicamentos en las casas se vencen sin ser utilizados y ello también genera tensión en el sistema».

Sin embargo, algunos cubanos argumentan que, al haberse abastecido de medicamentos cuando ha sido posible más que por necesitarlos en el momento, conservan algunas medicinas por tiempo indefinido. Durante esta crisis, si no fuera por esos productos, aun caducados, no hubiesen podido tratar sus padecimientos ni ayudar a otros.

«En estos meses varias personas han ‘resuelto’ con medicamentos vencidos», cuenta Lisi Solís. «En nuestro grupo cuando alguien ofrece algo y explica que está vencido o a punto de vencer, eso a la gente no le importa. Yo misma he usado medicamentos que vencieron hace tres años, y fueron efectivos».

«Yo tenía un pomo de ibuprofeno infantil que me enviaron desde Estados Unidos y unas semanas antes de que venciera lo propuse en un grupo de Facebook», cuenta Diliana Labrada. «Enseguida una muchacha que lo necesitaba para su niño vino a mi casa a recogerlo».

Otros, como Cynthia de la Cantera, aprovechan los fármacos que pasaron su fecha de caducidad para usarlos en el tratamiento de animales.

«Hace un tiempo recogí una perra callejera parida que necesitaba fumarato ferroso, prenatales y ácido fólico, y los animalistas me ayudaron a recopilarlos», cuenta. «Lo publiqué en un grupo de Facebook y el mismo día varias personas me los consiguieron».

Cynthia acota que estos medicamentos, aunque estaban vencidos, pueden tener uso veterinario siempre y cuando no cambien la coloración, consistencia, etcétera.

Mercado negro y grupos de compraventa

Indira* solía vender en Telegram todo tipo de medicamentos: dimeticona y emulsión de Scott a 225 CUP; ibuprofeno en suspensión a 200 CUP; vitamina de gomitas de varios tipos a 375 CUP; mentol, vitamina C, adelgazantes, chancapiedra y otros, hasta llegar a una veintena de productos.

Sin embargo, su negocio, que floreció con el inicio de la escasez en 2016, comenzó a mermar a partir de abril de 2020 cuando cerraron las fronteras y no pudo viajar más a Haití para abastecer su «dispensario particular».

«Tengo ciudadanía haitiana y viajaba con mi esposo y mi hija», cuenta. «Cada uno traía los 10 kg de medicamentos libre de costo permitidos por la Aduana». Entre sus productos «más demandados», que incluso compraba por encargo, Indira menciona el diclofenaco en pastillas o en crema, los descongestionantes nasales y la vitamina C.

Indira asegura que siempre alertaron a los compradores de que «antes de tomar cualquier pastilla, consultaran a un médico»; pero esta instrucción no siempre es obedecida.

Una publicación de la Dirección Provincial de Salud en Holguín advirtió que en esa ciudad oriental se vendía un frasco de pastillas con nombre «clordiaze póxido», el cual «fue analizado en laboratorios y se comprobó que no es el ansiolítico comúnmente conocido por los cubanos como clordiazepóxido».

En los comentarios a la publicación varios usuarios refirieron reacciones adversas como fiebre, dolores musculares, palpitaciones y presión alta.

Las autoridades informaron que este medicamento tiene componentes tóxicos y recomendaron no consumirlo. Alertaron también sobre los peligros de automedicarse y consumir medicamentos que no pertenecen al Cuadro Básico de Medicamentos cubanos y son comercializados por viajeros internacionales.

Sin embargo, es común que los propios doctores indiquen algún medicamento producido en el extranjero como alternativa al desabastecimiento en las farmacias cubanas.

«Cuando mi papá comenzó con problemas de la próstata, el médico nos dijo que si podíamos le consiguiéramos el Prostasan y otro a base de una palma (Saw palmetto) que son naturales», cuenta Maribel.

José Ángel Pérez, médico general integral (MGI) del municipio habanero Playa, reconoce que no siempre los pacientes pueden acceder a los medicamentos de primera, segunda o tercera línea de un tratamiento.

«Cuando no acceden al fármaco, se ven obligados a permanecer un tiempo sin tratamiento. Algunos comparten tabletas con amigos, se las solicitan a familiares en el extranjero, las compran en el mercado negro o recurren a los trueques».

Entre los medicamentos más consumidos en Cuba, el 53 % está concentrado en 12 fármacos que se relacionan sobre todo con las enfermedades crónicas. Entre los más conocidos figuran el enalapril, el captopril, el amlodipino, el salbutamol y la metformina.

Pérez considera que son las personas con enfermedades crónicas las más perjudicadas porque «requieren tratamiento por tiempo prolongado, muchas veces vitalicio»; tratamiento del que depende su calidad de vida.

Aunque es posible encontrar anuncios de personas que los donan o necesitan, esos medicamentos controlados –y otros de uso exclusivo en hospitales– no se consiguen fácilmente, ni siquiera en el mercado negro o los grupos de intercambio y donaciones.

Alternativas

En la más reciente reunión de la dirección del Gobierno cubano con las autoridades del Minsap, el ministro de Salud Pública José Ángel Portal explicó que la situación con los medicamentos continuaba tensa en el país, pero se desarrollaba la producción y el uso de la medicina natural y tradicional.

Entre los datos que se informaron en el encuentro se conoció que incrementó el cuadro básico de productos naturales a 172 renglones y se produjeron 97 millones de unidades, un 102 % por encima del plan y el más alto de la historia.

«La medicina verde, en específico la fitoterapia, ha venido a resolver muchos problemas de mis pacientes, sobre todo las afecciones de piel y siquiátricas leves. Eso sí, la mayoría de las preparaciones a base de plantas las hacen las personas en sus propias casas, pues estos productos también son insuficientes en las farmacias», comenta el doctor Pérez.

A su juicio, alternativas como la fitoterapia, la acupuntura y la digitopuntura pueden ser efectivas en algunos casos; aunque él siempre es transparente en cuanto al tratamiento requerido. «Soy muy sincero con mis pacientes. Cuando requieren un tratamiento determinado y específico, lo indico sin vacilar. Hay una “política” de no prescribir lo que no haya en la farmacia para no crearle un problema al enfermo, pero yo me desligo totalmente de eso: si lo lleva, lo lleva. Muchos no comparten esa visión».

En declaraciones transmitidas por televisión, el ministro José Ángel Portal afirmó que en Cuba se garantiza al menos un medicamento de cada grupo farmacológico para que el paciente tenga algún respaldo.

«Muchas veces la insatisfacción se genera porque se prescribe un medicamento que no está disponible», dijo el funcionario. «No se trata de mala intención, sino de que a veces no logramos que la información les llegue adecuadamente para que el facultativo que está de guardia conozca qué medicamentos están en las farmacias, y las dosis de estos».

Los cubanos han tenido que recurrir también a mejunjes, preparados para uso veterinario o hasta productos poco convencionales en el uso médico.

Yudier cuenta que se extrañó cuando le indicaron una bebida alcohólica para sanar la cicatriz de un absceso en el glúteo. «El cirujano tuvo que picarme bastante y, como el proceso de cicatrización es largo y no lleva medicamento, el doctor me sugirió curarme con vino tinto», cuenta. «Pero a la enfermera que me hacía las curas nunca le gustó ese invento».

En uno de esos grupos de intercambio no solo preguntó experiencias sobre el proceso de curación de los abscesos, sino que, además, le indicaron dónde podía comprar el vino que, finalmente, nunca se echó en la piel.

Yudier cuenta que también trató de mejorar con el Bálsamo de Shostakovsky, pero descubrió que en la farmacia internacional de Santa Clara solo es posible comprarlo con receta médica. «Y no más de dos frascos por persona».

Perspectivas

Según BioCubaFarma, los medicamentos en Cuba se clasifican según su utilización en determinadas enfermedades. Los de prioridad 1 –de tarjeta control, relacionados con los programas de oncohematología, materno-infantil y atención al paciente grave; el tratamiento a los pacientes con VIH, y otros de uso ambulatorio que responden al cuadro de salud de la población cubana– fueron los más afectados de enero a octubre de 2020.

«El abuelo de mi novia padece de cáncer. Tiene 79 años, pero con los medicamentos apropiados puede tener una vida normal; el problema es que no los hay», cuenta Alejandro. «No tiene cosedal ni dipirona, ni analgésicos ni jeringuillas para inyectarse cuando el dolor es demasiado fuerte».

A través de los grupos de WhatsApp y Telegram destinados al intercambio o venta de fármacos, o con los amigos, la familia de Alejandro ha conseguido, poco a poco, lo que ha necesitado.

«Hemos pagado incluso en dólares americanos, pero a veces ni así, porque la demanda es muy grande», cuenta. «A mi abuelo le hemos dado placebo también: le decimos que a su jugo le pusimos unas goticas de analgésico. Sin embargo, si el dolor no es muy intenso, el factor sicológico ayuda».

Las autoridades del Minsap han reiterado que la causa fundamental de la crisis de medicamentos es el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba. De acuerdo con declaraciones de Eduardo Martínez, presidente de BioCubaFarma, las principales afectaciones se manifiestan cuando proveedores habituales de materias primas dejan de abastecer de forma abrupta, por temor a represalias que le afecten sus ventas en EE. UU. En otros casos, los clientes extranjeros demoran los pagos a las empresas exportadoras cubanas –o son retenidos por los bancos– y es imposible reinvertir ese dinero en el pago a proveedores. Cuba se ve impedida de acceder a facilidades y flexibilidades de pago. El cierre de fábricas en la India y China es también una razón mencionada a través de los años. También existe un impacto sensible en el acceso a equipos médicos, reactivos, medios de diagnóstico, dispositivos, equipos y piezas de repuesto.

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Foto: Jorge Beltrán.

En cuanto a la población, hay razones asociadas al «uso indebido de fármacos, la inadecuada prescripción y la prescripción por complacencia que muchas veces eleva innecesariamente los consumos», refirieron autoridades del Minsap.

«El asunto es que, como antes había mucho, la gente siempre pedía recetas para guardar medicamentos en la casa», reflexiona Tamara Carballo. «Multivit para los puercos; al champú le echaban pastillas anticonceptivas; la permetrina se usaba para matar hormigas… Pero luego llegaron los años de desabastecimiento, si yo paso ahora por la farmacia y me entero de que entró algo, voy al Cuerpo de guardia y le pido una receta al médico».

Aunque la crisis farmacéutica en Cuba comenzó en 2016, fue en abril de 2020 cuando hubo mayor cantidad de medicamentos en falta: 139.

La no disponibilidad de materias primas, producto terminado, materiales y rotura de equipamiento, son las razones fundamentales del desabastecimiento nacional. Aunque en menor medida, también se identifican problemas con la distribución y el transporte.

Los reportes más optimistas aseguran que se planifica la producción de medicamentos con materias primas nacionales; el inventario y nivelación entre provincias de productos sensibles que se encuentran en falta o tienen baja cobertura; el rescate de fármacos que antes se produjeron en el país y la búsqueda de nuevos proveedores que sirvan como sustitutos inmediatos.

Mientras las estrategias se organizan y las soluciones se planifican, los estantes de las farmacias continúan vacíos y los botiquines familiares también. A corto y mediano plazos seguirán siendo los grupos virtuales de intercambio y venta de medicamentos una salida a la escasez de medicinas en Cuba.

 

*Seudónimo para quien prefirió el anonimato.

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