Cuba al Clásico 2026: ¿la política no podrá sacarla del line-up?

Foto: Jit / Facebook.
Por estos días, mientras Jim Small, funcionario de Grandes Ligas que preside la organización del Clásico Mundial de Béisbol (WBC, por sus siglas en inglés), pasea el trofeo del torneo por las sedes, la pregunta que muchos se hacían —¿irá Cuba al torneo de 2026?— parece estar encontrando respuesta.
Al parecer no. No será el primer Clásico sin Cuba ni habrá que montar un «equipo alternativo» fuera de frontera. Según el directivo, Cuba «estará en el terreno en marzo». Así, clarito.
La afirmación llegó en la capital boricua, donde la gobernadora Jennifer González Colón posó con el trofeo mientras el funcionario aseguraba que los cubanos, aquellos en la lista de «patrocinadores del terrorismo» según Washington, tendrán visa a tiempo.
Cuba está en el grupo A, junto a Puerto Rico, Panamá, Canadá y Colombia, y en el estadio Hiram Bithorn, de San Juan, ya se frotan las manos para lo que se viene. Además, sin duda alguna, el conjunto local es el gran favorito del grupo.
Pero por ahora, la narrativa oficial del WBC es sencilla: todos los equipos clasificados tienen que participar. Para eso están las exenciones especiales, los «eventos mayores», y las normas diplomáticas creadas para que el deporte sobreviva a los Gobiernos.
En este caso, la llave mágica la tiene Marco Rubio, secretario de Estado. Irónico, sin duda: un político que ha hecho carrera enfrentando al Gobierno cubano tendrá que firmar —literalmente— la entrada del equipo nacional a territorio estadounidense. Un capítulo digno de Netflix.
Pero fuentes muy cercanas al proceso, citadas por la revista especializada Pelota Cubana USA aseguran que todo marcha: «Cuba participará en el Clásico…, Cuba cuenta con los permisos necesarios».
Mientras tanto, en La Habana, la Federación Cubana de Béisbol (FCB) hace lo que sabe hacer últimamente: buscar refuerzos donde sea y mantener el silencio ante los rumores de esta semana.
Ha contactado a jugadores en ligas foráneas y parece que esta vez el abanico es considerable: Andy Pagés, Yoan Moncada, Lázaro Estrada, Daysbel Hernández, incluso el lanzador Yariel Rodríguez, cuya participación requiere un milagro porque rompió un contrato en Japón gestionado por la FCB.
Eso sí, no todos caben en el arca. Según el periodista Francys Romero, Zach Neto y otros cubanoamericanos «no fueron aprobados» por «las altas instancias del Gobierno». Porque si algo define al béisbol cubano no es el talento —que sobra—, sino la gestión política del talento —que falta—.
«Se espera que la Federación Cubana anuncie pronto la participación en el WBC», apuntó Romero este 5 de diciembre de 2025 en su perfil de Facebook.
Y por supuesto, está Luis Robert. En 2023 dijo sí, ahora dice que no… a menos que puedan jugar todos. Una posición tan lógica como improbable.
El jardinero estrella deja claro que su presencia depende de que el equipo deje de ser un terreno minado ideológicamente; lo cual, siendo sinceros, parece tan difícil como que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) organice un festival de la trova cubana.
Aun así, la prenómina de 50 jugadores ya está entregada, aunque la FCB no la haya divulgado (nada raro). Lo único que falta es que el papeleo termine de fluir y que Cuba llegue a San Juan con algo más que polémica en el equipaje.
El Clásico Mundial 2026 podría marcar un punto de inflexión: un equipo más abierto (incluso, ideológicamente hablando), más profesionalizado, menos atado a viejos esquemas. O, quién sabe, podría ser otro episodio de esa serie infinita en la que la política hace swing a picheos que no puede conectar.
Pero si Jim Small está en lo cierto, si las visas salen y si Marco Rubio no se levanta con el pie izquierdo el día de la firma, en marzo se jugará béisbol al más alto nivel y Cuba estará ahí.
¿Qué se puede esperar entonces de Cuba en ese grupo? Sobre el papel, el equipo tiene herramientas para discutirle el pase a la segunda fase a Panamá y Colombia, y si llega con un roster sólido, incluso podría darle un susto al anfitrión Puerto Rico.
El grupo es accesible, no fácil, y la clasificación dependerá más del llamado team work que del rival de turno. Podría salir bien, pero con el seleccionado nacional nunca se sabe.
Ese debate, el realmente jugoso —cómo llega Cuba, qué tiene, qué le falta y qué tan lejos puede llegar en el Clásico— lo dejaremos para otra columna. Por ahora, sigamos cruzando los dedos.










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