Que tras la protesta de los santiagueros, el 17 de marzo de 2024, apareciera un camión con sacos de arroz y otro con leche, no es casualidad. Las autoridades de la ciudad oriental intentaron aplacar la ciudadanía con comida.
Según declaró Beatriz Jhonson Urrutia, primera secretaria del PCC en Santiago de Cuba, en la red social X fueron entregados a la población algunos de los alimentos pendientes de la canasta básica.
«En estos momentos está en un proceso de distribución parcial la canasta básica (las tres primeras libras de arroz y las cuatro de azúcar pactadas) y hay una gran movilización de los dirigentes para dar respuesta, porque es ahora que disponemos de estos recursos», dijo la funcionaria.
En Matanzas y Granma, las personas pidieron también comida entre sus reclamos. La situación de los alimentos se ha agudizado en los últimos tres años debido al aumento progresivo de los precios, a la disminución de las producciones nacionales, a la escasez de divisas para importaciones y a la inestabilidad con los productos de la canasta básica.
Pero las protestas tenían un componente político significativo, aunque una de sus causas inmediatas estuviera relacionada con la necesidad de alimentos. Las raíces de las protestas están entrelazadas con cuestiones políticas, económicas y sociales más complejas.
Crisis alimentaria sostenida
La escasez de alimentos no es un fenómeno nuevo en Cuba, pero la intensidad y la frecuencia de las carencias han alcanzado un punto crítico durante los últimos meses.
La incapacidad gubernamental para cumplir con las expectativas de proveer necesidades básicas —como una merienda para los niños o la leche para los recién nacidos—, se convierte en un catalizador poderoso que empujó a muchas personas a protestar.
La imagen de familias que buscan desesperadamente productos básicos o de ancianos que remueven latones de basura para hallar alimento, es un recordatorio de la inseguridad alimentaria en el país.
La desesperación por no poder garantizar la alimentación básica para los hijos es una realidad desgarradora que refleja la severidad de la crisis y explica por qué han sido las mujeres las protagonistas de las protestas más recientes en el oriente del país. A la escasez de comida se suman los prolongados apagones que provocan la descomposición de lo poco que se consigue.
El panorama actual es el resultado de una compleja mezcla de factores internos y externos. Sin embargo, son las políticas internas fallidas y la pésima gestión económica las que han jugado un papel crucial en los últimos años.
La dependencia de la importación de alimentos, combinada con una producción nacional insuficiente, ha creado un caldo de cultivo para la actual crisis. La pandemia de la COVID-19 agravó la situación al golpear el sector turístico —una de las principales fuentes de ingresos—, que cuatro años después no ha podido recuperarse.
La situación se agrava cuando se consideran las promesas gubernamentales incumplidas y las excusas que ponen la mirada en el exterior la mayor parte del tiempo.
Ante el escenario actual, el Gobierno cubano no ha sido capaz de reconocer que no puede garantizar la comida del pueblo. De hecho, se vio en la obligación de pedir ayuda a la ONU para garantizar la leche de los niños menores de 2 años.
El Gobierno no puede solucionar el hambre
Durante una reunión en marzo de 2024 con el Ministerio de Finanzas y Precios, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel reconoció que los precios de los alimentos y otros productos no van a bajar y que esa es una de las razones por las que la población no confía en las autoridades.
«Los precios van a estar elevados porque tenemos un problema estructural de oferta y demanda. No podemos permitir que haya precios abusivos y especulativos como nos están haciendo entidades estatales y no estatales», dijo Díaz-Canel.
El aumento de los precios en Cuba no es nuevo. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), los precios aumentaron un 9.45 % entre 2022 y 2023, con un Índice de Precios al Consumidor (IPC) de 41.77 en 2023 frente a 33.32 en 2022. Los productos con mayor variación mensual fueron el frijol colorado, el frijol negro y la malanga. La leche en polvo y el ajo fueron los alimentos con precios más altos.
Aunque algunos economistas aseguran que el registro de la ONEI se queda por debajo de la realidad, deviene confirmación oficial de la crítica situación que viven los cubanos.
«El incremento de los precios de los alimentos sigue liderando, por amplio margen, el aumento general de los precios al consumidor. Sin aumento de oferta de alimentos es difícil asumir que se reduciría sustancialmente la inflación en Cuba», explicó el economista Pedro Monreal en un análisis de las estadísticas oficiales correspondientes a febrero de 2024.
Con tres productos frecuentes —no siempre— en la mesa del cubano (el pollo, el arroz y el pan) se puede ejemplificar la gravedad de la situación.
El pollo es la principal proteína animal que se consume en Cuba, principalmente en la presentación de muslo. Cuba importa buena parte del alimento desde Estados Unidos y, según los datos disponibles, en enero de 2024 se compraron 13.3 % toneladas más que en diciembre de 2023 gracias a una reducción del precio.
Aunque los datos no especifican si las compras las hizo el Estado o el sector privado, es conocido que el pollo es uno de los productos principales que importa el Gobierno de Cuba desde EE. UU.
«No sé a dónde va a para eso porque el “pollo de población” hace tiempo que no llega a la bodega; mucho menos el de dieta. Ni hablar de los módulos», comentó a elTOQUE una paciente con cáncer de mama en Camagüey.
Paquetes de 10 libras de pollo oscilan entre los 4 000 y los 5 000 CUP, en dependencia del lugar y de la tienda online, mientras que las cajas de 40 libras cuestan, como mínimo, 12 000 CUP.
En el caso del pan —aunque desde el 12 de marzo comenzó la distribución de un barco con 8 300 toneladas de trigo para garantizar la producción en las provincias desde Ciego de Ávila hasta Guantánamo—, en el resto del país la situación todavía es difícil. El pan se distribuye según la planificación de cada territorio que puede ir desde algunos días a la semana hasta solo para niños de hasta 14 años, y para embarazadas.
Alberto López Díaz, ministro de la Industria Alimentaria, dijo a la prensa que el arribo del barco con harina «permitió acortar los tiempos para estabilizar la producción del pan y no habrá que esperar a finales de marzo, como anunciaron anteriormente».
Fuentes consultadas en Ciego de Ávila, Las Tunas y Camagüey aseguraron a elTOQUE que la situación con el alimento sí ha cambiado, pero todavía es díficil garantizar un pan para el desayuno y otro para la merienda de los niños o ancianos. «Alguien de la familia tiene que dejar de comer para que otro se alimente», aseguró un tunero jubilado.
En el caso del arroz, para 2030, Cuba pretendía autoabastecerse gracias al desarrollo de un programa de producción del cereal que comenzó en 2012. Sin embargo, de las 600 000 toneladas de arroz para cubrir la canasta familiar normada y el consumo social hoy se importan las dos terceras partes.
Según declaraciones de Oslando Linares Morell, director de la División Tecnológica de Arroz del Grupo Empresarial Agrícola, las principales afectaciones de las campañas del arroz están dadas por la carencia general de insumos y de piezas de repuesto para las combinadas arroceras.
La situación es tan tensa con el alimento que las libras per cápita que se deberían entregar por la libreta de abastecimiento muchas veces llegan incompletas o atrasadas.
La importación de casi la totalidad los productos de la canasta básica y la falta de liquidez del Gobierno cubano es la principal causa de la irregularidad en la entrega de los mandados.
«Hay que buscar vías de ingreso de divisas», reiteró en una reunión gubernamental el presidente cubano Miguel Díaz-Canel. «La exportación y otras cosas que debemos hacer, hay que trabajarlas con pensamiento porque tenemos que ponerle comida en la mesa a la gente».
Sin embargo, como en otras ocasiones, en el reporte de prensa no quedaron claras cuáles serán esas «vías de ingreso» que permitirán cambiar la situación de la entrega de los mandados: «a buchitos», durante los últimos meses.
El completamiento y distribución en tiempo de la canasta básica es una de las principales preocupaciones de los cubanos, dado que esos productos constituyen la única forma de alimentación para muchas familias al considerar los altos precios de la poca comida disponible.
«Solo pueden comer un poquito mejor quienes tienen familiares en el extranjero y les pueden comprar (comida) en las tiendas por Internet», reflexiona una doctora avileña. «Cada día se ven más personas mayores buscando en la basura a ver si encuentran algo de comer».
Habrá más protestas porque habrá más hambre
A menos de 24 horas de ocurridas las protestas del 17M estaban en boca de los cubanos y de los medios de prensa extranjeros. Mientras Cuba hablaba del asunto, «Frecuencia 12, El programa de la familia granmense» de CNCTV Granma, el telecentro provincial, comentaba la cartelera musical, sobre la continuidad de estudios, sobre objetos perdidos y emitía mensajes por el aniversario 205 del natalicio de Carlos Manuel de Céspedes.
«Queremos parecernos a ustedes, a sus intereses, y facilitarles la vida en cuanto a información», repetía la locutora del programa, mientras hablaba de cualquier tema excepto del que de seguro querían saber los granmenses, las protestas y las soluciones.
Solamente en Santiago de Cuba los medios locales se refirieron en la prensa a las protestas —aunque no las llamaron por su nombre—. En el resto de las provincias en las que hubo manifestaciones, ningún directivo explicó cómo, en concreto, responderían al reclamo «hambriento» de la población.
Los mensajes de la propaganda se han centrado en acusar a cubanos en el extranjero y al Gobierno de Estados Unidos como incitadores, resaltar que la realidad de las redes sociales es totalmente distinta a la vida real o en referirse a la distribución de la canasta básica en algunos territorios.
«Resistencia creativa» es el llamado a un pueblo que sigue sin saber cómo pondrá comida en la mesa.
Sin solución a corto plazo para el hambre
La inseguridad alimentaria en Cuba es tanta que el Programa de Monitoreo Alimentario (FMP) alertó en días recientes sobre la caza y venta ilegal de gatos para consumo humano.
«Hasta hace pocos meses, la carne de gato, como muchos otros productos adquiridos mediante dudoso proceder, se vendía de forma escondida para un mercado muy específico. Sin embargo, hace varios días rondan en las redes de venta guantanameras anuncios explícitos [en los que] se propone la carne de gato», reveló el programa.
La situación con la alimentación no parece que mejorará a corto plazo. Un registro de FMP refleja el aumento sostenido en 2023 del precio de productos como la leche, los frijoles, el arroz, el aceite, el huevo y la carne de cerdo.
Cada uno de los alimentos básicos muestran una inestabilidad en los establecimientos del comercio minorista y, por lo tanto, un aumento progresivo de los precios.
Sin liquidez para comprar alimentos ni incentivos suficientes para aumentar las producciones agropecuarias, la alimentación cubana mantendrá su dependencia de las compras de los emigrados a sus familiares y de lo que aparezca, en el caso de quienes no reciben ayuda ni les envían remesas.
El escenario refleja un profundo descontento social que va más allá de la escasez material; se trata también de una crisis de confianza y de expectativas defraudadas.
La crisis alimentaria no es solo un problema de logística o de recursos, es un reflejo de prioridades políticas y de la necesidad de reformas estructurales que pongan en primer plano el bienestar de la población.
El pueblo cubano necesita y merece vivir con dignidad. Tiene derecho a una vida libre de hambre y a protestar para conseguirlo.
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