La agonía de la libreta de abastecimiento: malos augurios para 2024 (III y final)
15 / diciembre / 2023
2023 ha sido un año de disminución e inestabilidad en el abastecimiento de los mandados. Varios meses sin café, recortes en la entrega de libras de azúcar y arroz, menos chícharos y de carne casi siempre pollo. De las dietas de personas enfermas o con vulnerabilidad y la leche de los niños mejor ni hablamos.
La canasta familiar normada, que es todavía para muchas personas la principal entrada de alimentos, poco a poco se convierte en una «ayuda simbólica» del Gobierno cubano.
En las redes sociales y medios de presa independientes han sido recurrentes durante todo el año la falta de los mandados y las quejas de la población al respecto.
En la prensa oficial, sin embargo, el asunto solo se menciona cuando «comenzó la descarga de un barco», se «está distribuyendo un contendedor» o «alguna empresa retomó las producciones».
Mientras, los pocos directivos que han sido interpelados al respecto hablan de «escasez de divisas», «disminución de materias primas» y «el bloqueo de Estados Unidos» como las principales causas de los déficit y demoras.
No hay solución a corto plazo
Algunas de las estrategias del Gobierno cubano para repartir mejor la escasez han sido la Resolución 101/2023 del Ministerio de Comercio Interior (Mincin) sobre los cambios en las altas y bajas de la libreta, la digitalización de las Oficodas, la simplificación y flexibilización de trámites en el Registro de Consumidores, la publicación de casos de corrupción a modo más de escarmiento que de información.
Sin embargo, las cuentas no dan ni con una disminución de medio millón de consumidores (más de 500 000 cubanos han emigrado solamente hacia Estados Unidos desde 2022).
La importación del 100 % de los alimentos que componen los «mandados» es el principal talón de Aquiles en esta situación.
A finales de septiembre de 2023, el vice primer ministro y ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil reconoció que existían aplazamientos en la entrega de los productos de la canasta familiar normada. No obstante, en medio de la crisis de combustible, aclaraba que estaban disponibles los recursos para la distribución «en la medida que exista la disponibilidad».
Pero el problema de la irregularidad en el abastecimiento en las 12 263 bodegas cubanas data de julio de 2022, aunque ha sido más sostenido en 2023.
En mayo de 2023 el presidente cubano Miguel Díaz-Canel confirmó la tensa situación con la distribución de los mandados. «Han subido los precios de los fletes, han subido los precios de los alimentos, nos está costando más trabajo adquirir en tiempo los alimentos de la canasta, y tenemos una canasta montada sobre la base de la importación», dijo.
Luego, durante las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en julio, el presidente de la ANPP Esteban Lazo criticaba que no había soluciones concretas para estos problemas.
«Estamos cansados de programa, medida, estudios, diagnósticos, ¿y la realidad dónde está?; y la solución al problema ¿dónde está?», preguntaba a los diputados. Sin embargo, sus cuestionamientos cayeron en saco rato, los problemas no solo se mantienen sino que se han intensificado y se demostró que ni siquiera el Parlamento cubano puede ponerle presión al Gobierno para que resuelva la crítica situación de las personas.
Francisco Silva, director general de Venta de Mercancías del Ministerio de Comercio Interior (Mincin), aseguró a la prensa nacional que los mandados de diciembre están garantizados, aunque se entregarán por parte (en el caso del arroz) o llegarán después del día 20 (en el caso del pollo).
La información del funcionario, que lógicamente significa un alivio para los 4 millones de núcleos que existen en la isla, no hizo alusión a los productos de enero, que deberían comenzar a venderse hacia los días finales del año.
Los problemas con el completamiento de la canasta básica también afectan a los distribuidores. Un reportaje publicado en la web del Mincin reveló que en la Empresa Mayorista de Productos Alimenticios y otros Bienes de Consumo realizan «esfuerzos enormes» para distribuir en múltiples viajes los productos que llegan a cuenta gotas, enfrentando pérdidas económicas y complejidades logísticas. La distribución afecta la eficiencia de la transportación, genera tensiones en la cadena de suministro y provoca falta de rentabilidad.
El recorte de la cantidad de cada producto ha sido una de las «medidas» ante el desabastecimiento. Desde septiembre en todo el país redujeron una libra de azúcar de las que normalmente se entregan.
Una vecina de Las Tunas cree que esa disminución de cuatro a tres libras se mantendrá, sobre todo si se tienen en cuenta los resultados de las últimas zafras, las más bajas en casi un siglo.
En el caso del café, los paquetes que no se entregaron a mediados del año nunca se recuperaron cuando se reinició la distribución.
La tensa situación afecta también las dietas médicas y la alimentación de embarazadas y niños. La inestabilidad en la entrega de proteína no ha sido posible ni siquiera a pesar de la diferencia en la entrega de carne de res o pollo de La Habana con relación al resto de las provincias. En la capital se entrega a niños de cero a trece años, mientras que en el resto del país es hasta los seis.
¿Se acerca el fin de la libreta?
La libreta de abastecimientos fue establecida en 1963, en respuesta a la escasez de artículos de primera necesidad que comenzaba a sentirse en Cuba. La idea implícita era que se trataba de una medida temporal. Nadie hubiese podido imaginar que sesenta años después su papel sería tan o más relevante que entonces. Al punto de que ni siquiera las autoridades parecen recordar que en 2011 la política «partidario-estatal» apuntaba a suprimirla, como parte de la «eliminación de gratuidades indebidas».
Durante el invierno de 2010-2011, el tema signó las asambleas convocadas en todo el país para discutir los Lineamientos de la Política Económica y Social, el programa de reformas que impulsaba Raúl Castro tras formalizarse su designación como primer secretario del Partido Comunista de Cuba. El informe central al sexto congreso de esa organización —en abril de 2011— se vería obligado a reconocerlo.
«La libreta de abastecimiento y su eliminación fue, sin dudas, el asunto que provocó más intervenciones […]; el abanico de opiniones es muy amplio, desde quienes sugieren suprimirla de inmediato, hasta aquellos que se oponen enfáticamente a su eliminación y proponen normarlo todo», reseñaba el documento. Acto seguido, el texto lanzaba una afirmación que ha envejecido particularmente mal: «bajo el socialismo, jamás habrá espacio para “terapias de choque” en contra de los más necesitados».
La decisión de eliminar la libreta estaba, sin embargo, tomada: «El problema que enfrentamos no es de concepto, radica en cómo, cuándo y con qué gradualidad lo haremos», concluía la tercera de las páginas dedicadas a la cuestión (de 43 que conformaban el informe).
Poco después, en mayo de 2023, durante una de sus reuniones de trabajo en provincia, el presidente Miguel Díaz-Canel insistió en que la canasta «está montada» sobre compras en el exterior. «No vamos a poder resolver la situación alimentaria importando alimentos […] que podemos producir en el país».
Tal circunstancia resulta evidente para cualquiera que, viviendo en la isla, haya sufrido en los últimos años los retrasos en la llegada de los mandados o su paulatina disminución. «Esperar por el barco» no es una alternativa recomendable si de alimentos se trata. Pero carente de recursos o voluntad —o de ambos— para fomentar la producción nacional, el Gobierno tiene pocas soluciones que aportar.
Parece entonces que los mandados de cada mes seguirán llegando incompletos, una mala noticia para las familias cubanas que todavía dependen de la libreta de abastecimiento para garantizar el plato de comida en su mesa.
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