Shellys y Riley durante la ceremonia de su boda simbólica en La Habana. Foto: Mauricio Chavez Delgado para Aire de Fiesta Cuba
Ellas se casan en Cuba, con o sin artículo 68
22 / octubre / 2018
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Un 8 de octubre se conocieron vía Internet. Comenzaron una relación virtual que les permitía verse a diario a pesar de la distancia física.
A los pocos meses planificaron su encuentro en La Habana, durmieron juntas y, al día siguiente, Shellys Mayara recibió la propuesta que la llevaría al altar, también en octubre, a contracorriente de quienes no ven el matrimonio igualitario como una opción para Cuba.
La suya no fue la primera boda gay simbólica en la Isla. Desde hace varios años, el equipo de Aire de Fiesta las organiza, entre hombres y entre mujeres.
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Otras bodas han quedado en el acto contestatario-performático del ámbito artístico. Sin embargo, esta es la primera boda entre personas del mismo sexo que se realiza tras el anuncio, en el actual proyecto de Constitución, de la posibilidad de ampliación del concepto de matrimonio —de la unión entre el hombre y la mujer a la unión entre dos personas— mediante el artículo 68, el aparentemente más polémico de todos los propuestos.
“Riley y yo nos conocimos por una aplicación de Internet y fue muy fuerte. Enseguida supe que me iba a casar con esa mujer y que íbamos a ser una pareja súper feliz. A ella le pasó lo mismo, sentimos una gran conexión. Es una persona muy divertida y a la vez muy centrada, hubo química instantánea”.
Así lo evoca Shellys Mayara, conocida en el gremio artístico como Shellys Maya. Parece modelo, pero es actriz. Lleva el pelo suelto, largo, vestido blanco. De todos modos especifica: “no me gradué porque tenía mucho trabajo. Hace tres años hice una novela y he trabajado con estudiantes de FAMCA, pero sobre todo he hecho cine independiente porque se aleja de políticas culturales y es un modo de trabajo que prefiero. También he hecho teatro, de niña estuve tres años en La Colmenita”. Ahora es una mujer de 26 años que ha tenido el valor de casarse en Cuba en el contexto del debate constitucional, que podría derivar en la aprobación (o no) del matrimonio entre personas del mismo sexo.
¿Por qué en Cuba, a pesar de que aún no podían casarse legalmente aquí?
“Toda mi familia está en Cuba y la de ella, que es de Kansas, Estados Unidos, vino. También vinieron mis amistades.
“La idea desde el principio fue hacer la boda en un espacio marítimo, con conchitas. Sucedió que en esos días entró el ciclón, pero no tuvimos miedo a lo inesperado.
“La fecha fue la que habíamos planeado desde el principio y no sabíamos que coincidiría con el debate constitucional y este proceso de opinión pública tan fuerte y muy en contra de la aprobación del artículo 68. ¿Qué pasa? Nosotros no queremos imponerle nada a nadie porque la gente actúa según lo que le han enseñado. La historia, la cultura, a veces el gobierno, nos enseñó a decirles NO a personas como nosotras, las castigó y maltrató, aunque muchos lo han olvidado y, ahora, a personas de la tercera edad quieren convencerlas de que la homosexualidad está bien. Así que no es su culpa porque luego de que se les impuso el dogma, se pretende echar para atrás como el cangrejo. De ahí la reticencia, incluso en personas de mi generación que se criaron con sus abuelos y piensan como ellos. Hay otros que sí se dan cuenta de que el amor es amor (por un perro, un gato, mujer, hombre, viejo, joven, whatever) y nada lo puede evitar”.
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Los hijos y un concepto específico de familia, el pretendido «diseño» original, han centrado los argumentos de los detractores del artículo 68, ¿qué piensas tú?
“Familia es lo que tú desees. Uno viene de un núcleo, pero las formas de familia pueden ser muy variadas.
“En cuanto a los hijos, realmente para una pareja como la nuestra puede ser difícil tenerlos porque hay que someterse a procedimientos muy caros para que tenga los genes de ambas; es una situación complicada pero no deja de ser válida.
“Las personas que se aman muchas veces quieren tener hijos. Uno crece y madura como pareja y necesita hijos. ¿Por qué no tenerlos? ¿Porque somos una pareja homosexual? No ¿Porque somos del mismo sexo y nos acostamos, es diferente?
“Nosotras vamos a tener hijos, hemos elegido los nombres y fantaseado sobre sus rasgos latinos e irlandeses, por el origen de Riley. Queremos tener dos niños nuestros y uno adoptado para ayudar a la sociedad”.
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Se casaron, pero las leyes de Cuba no lo permiten, por tanto, ese acto de ustedes queda en el plano simbólico. ¿Esperan casarse legalmente?
“Nos casaremos en Estados Unidos y en principio viviremos allá y en Europa por razones de negocios. Los de ella están en USA y los míos estarían en Europa y América Central. Esto lo hemos diseñado durante el año. Ella tiene su negocio, yo tengo el mío que es una compañía de maquillaje y una textilera. Se trata de una línea de cosméticos orgánicos que voy a lanzar en febrero”.
¿Cómo te gustaría que fuera la Cuba con la que tus hijos pudieran mantener una conexión, aunque no crezcan aquí?
“Por supuesto quisiera que aprobaran el artículo 68 de la Constitución y que el Código de Familia cambiara y fuera más inclusivo; que nos viéramos más a nosotros y no al vecino porque… ¿por qué tú sufres con lo que yo gozo si somos felices? ¿por qué te preocupa o molesta?”.
¿Cómo fue tu educación?
“Mi familia siempre fue abierta pero políticamente correcta, lo cual significa que ellos jamás se esperaron que yo fuera gay.
“Les costó trabajo asimilarlo, no querían que se hablara del tema en la casa. Por eso me fui a vivir sola a los 18 años, hasta que mis padres, mis tíos, todos —porque somos una familia muy unida—, se dieron cuenta de que es mi vida y que eso no me hace peor persona, ni me relaciono con personas malintencionadas.
“Pero, claro, todos le temen a lo que no conocen. Si les dices que eres gay se imaginan que te gusta una tipa con un cinto y tremenda actitud”, dice mientras gesticula y concluye: “pero no, a cada cual le atrae algo distinto”.
“En el caso de Riley, mis hermanas —de 15 y 9 años— la aceptaron desde el principio y fueron las que mediaron con el resto de mi familia. Fue algo natural y mi madre se dio cuenta genuinamente de que no pasaba nada, que yo no me casaría con alguien que no amara, así que el día de la boda no teníamos quien la oficiara y mi madre se paró y lo hizo, y mis dos hermanas tradujeron al inglés.
“Dos noches antes de casarnos cenamos juntas las dos familias, y los padres de Riley entendieron también que no es el sexo sino la persona lo que importa. Mis hermanas tradujeron lo que mi madre le decía a la de ella: que nos cuidaran cuando viviéramos allá”.
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