Este año continúa graduándose de la Universidad parte de la generación del cambio, los que hemos sido testigos de los blancos y los grises que han coloreado la última década en nuestro país, Cuba.
Por Claudio Pelaez Sordo
Nosotros nacimos cuando comenzaba el período especial en Cuba, marchamos por el regreso del niño Elián, vimos al Comandante Fidel desafiar al presidente Bush en plena Tribuna Antiimperialista: “Salve, César quienes van a morir te saludan” por suerte no los matamos, ni recogieron el polvo de nuestro suelo anegado en sangre; vivimos el cambio de profesores a las famosas teleclases, aprendimos desde el Aula Magna que el proceso revolucionario cubano los únicos capacitados para destruirlo somos nosotros; nos sumimos fuertemente en una batalla de ideas que nos llevaría a ser el país más culto del mundo (aún lo estamos esperando).
Por si fuera poco vivimos el cambio inesperado del presidente de Cuba, Fidel Castro, por Raúl Castro y terminaba así una etapa de hermoso romanticismo y comenzaba otra etapa de un pragmatismo idealista.
El marabú se hizo famoso cuando el presidente Raúl llamó a utilizar todas las tierras que se encontraban invadidas por esta planta, pero el marabú no era más que una metáfora para combatir las indisciplinas, la corrupción y todo lo que pudiera estar mal en cada espacio local. Fue así que llegamos hasta la discusión de los lineamientos del Partido, un proceso que devino en cambios que limpiaban el polvo el camino. Toda la energía del resorte se disparó y se comenzaron a vender carros, casas, pasajes a otros países sin la previa carta blanca.
Raúl nos exigía mucho más: un cambio de mentalidad, una de las frases más famosas en el último lustro cubano y agotada hoy por su constante recurrencia e ineficacia en el llamado a hacer las cosas de manera diferente. Vimos nacer al Chávez presidente y por si fuera poco lo vimos morir.
Entre todo este huracán de cambios ha transitado esta generación hija de la llamada generación perdida, que lo tuvo casi todo y se ha quedado sin casi nada.
Pero nos tiene a nosotros, la generación del cambio, que cometerá otros errores, pero no los que ellos cometieron, principalmente el silencio y la sumisión como forma de agradecimiento, porque nos toca hacer que la Revolución revolucione sobre su propio eje si queremos que nuestra descendencia tenga más de lo que hoy tenemos nosotros.
Haber vivido todos estos cambios como espectadores nos ha preparado lo suficiente como para convertirnos en protagonistas de los cambios en los que creamos aunque fracasemos en el intento, pero ya no nos quedaremos de brazos cruzados y mucho menos aplaudiendo. Esa es la única forma de demostrar que la Universidad sigue siendo el alma mater de los herejes. Perdonen mis contemporáneos, pero yo no puedo hacer otra cosa que seguir empujando un país…
Del Blog: Tremendo Explote
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *