El 26 de marzo de 2023 se celebrará en Cuba un proceso electoral en el que se ratificará la lista de candidatos a diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) ―conformada previamente por la Comisión de Candidaturas Nacional―.
Las votaciones del próximo domingo serán la formalización de una decisión tomada de antemano por la burocracia que ni siquiera ofrece a la ciudadanía opciones simbólicas de elección. La nueva ANPP será numéricamente más pequeña que su predecesora. Estará conformada por 470 diputados. La lista de contendientes alcanza exactamente la misma cifra.
Pero más allá de la legitimidad en la conformación de las listas o del proceso electoral cubano en sí, de la candidatura a la ANPP pueden extraerse datos relevantes que contradicen algunos de los mantras que utiliza el oficialismo.
UN PARLAMENTO RENOVADO
La ANPP se renovará en más de un 50 %. El dato lo ha empleado la propaganda estatal para transmitir una idea de cambio, de que las elecciones cubanas generan movimiento en las estructuras de poder.
Sin embargo, la renovación de la ANPP no es un síntoma de cambio. La mayoría de los diputados que cambiarán son delegados de base, personas elegidas en sus comunidades a partir de asambleas barriales. Los que cambian son quienes se eligen mediante el procedimiento más legítimo del sistema electoral cubano. Delegados de circunscripción que son nominados de manera directa —no sin interferencia de los aparatos de seguridad y el Partido Comunista (PCC)— por el electorado y que no tienen responsabilidad alguna en las altas esferas del Estado ni en la dirección del PCC.
De la vieja legislatura (cerca de 300) solo repiten 33 delegados de base. Mientras, el núcleo duro del poder que pertenece a las estructuras partidistas o gubernamentales —que no son electos en los barrios, sino designados por las comisiones de candidatura— mantiene su puesto en una Asamblea que solo funciona a efectos legitimadores.
En ese sentido, destaca la inclusión en la lista de candidatos de la totalidad de los miembros del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista; más de la mitad de los miembros del Comité Central; y, en especial, los cuatro comandantes de la Revolución (Raúl Castro, José Ramón Machado Ventura, Ramiro Valdés y Guillermo García Frías), quienes —a pesar de la edad (más de 90 años) y de que algunos se retiraron «oficialmente»— mantendrán su condición de diputados en una demostración clara de que para ellos el poder es vitalicio y no emana de la voluntad popular.
UN PARLAMENTO DE MUJERES
La propaganda cubana también ha ofrecido, como muestra de progresismo, que más del 50 % del Parlamento estará compuesto por diputadas. Cuba solamente sería superada por Ruanda, donde el 60 % de los asientos de la Cámara Baja son ocupados por mujeres.
Sin embargo, la cantidad no significa paridad ni que las mujeres cubanas disfruten de un lugar inamovible en las estructuras reales de poder.
La Asamblea Nacional es un órgano simbólico, no de poder real. El hecho de que más del 50 % de sus miembros sean mujeres no es per se un indicativo de empoderamiento político. Pero, incluso si se entiende la ANPP como un órgano de poder real, puede decirse que las mujeres designadas para ocupar asientos no perduran.
Quince hombres de los incluidos en la lista de candidatos de la próxima Asamblea acumulan entre cinco y diez legislaturas (una legislatura equivale a cinco años). Lo anterior implica que 15 hombres llevan entre 20 y 50 años en el Parlamento cubano. Sin embargo, apenas tres mujeres de las incluidas en la lista de candidatos para la próxima ANPP acumulan cinco o seis legislaturas. Solo tres diputadas de las más de 200 mujeres del próximo Parlamento cubano habrán estado entre 20 y 25 años dentro del constitucionalmente reconocido como órgano supremo del Estado.
Entre los 15 hombres que acumulan más de cinco legislaturas se encuentra el presidente de la Asamblea y el presidente y vicepresidente del país, así como los cuatro nonagenarios comandantes de la Revolución que permanecen vivos. En contraposición, entre las tres mujeres que acumulan cinco o más legislaturas, el cargo de dirección más encumbrado es el de Ana María Mari Machado, actual vicepresidenta de la ANPP. Las otras dos son Caridad Diego Bello (jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del PCC) y Miriam Brito Sarroca (presidenta de la Comisión de Atención a los Órganos Locales del Poder Popular del Parlamento).
Los nombres de las tres mujeres son casi desconocidos para la gente común en Cuba. Los cargos de dirección que desempeñan en paralelo a su función como diputadas —a diferencia de varios de los hombres que igualan o superan su permanencia en el Parlamento— están muy distantes de las esferas de poder real.
El poder real en el archipiélago descansa en las estructuras partidistas, en las Fuerzas Armadas y en los órganos de Gobierno. Quienes ocupan los puestos más relevantes dentro de esos sectores son designados por la burocracia o la casta política; aun así, necesitan la legitimidad simbólica que ofrece el voto. Por esa razón, en su mayoría, las comisiones de candidatura los incluyen en el listado de candidatos a diputados.
La paridad entre hombres y mujeres en la política cubana no se puede analizar solamente a partir del número de asientos que alcancen en la ANPP. Si se quieren utilizar esas cifras, la mirada ha de ser más profunda. Dirigida hacia el núcleo duro del poder real representado en la Asamblea. Al mirar hacia allí se podrá apreciar que el poder cubano sigue estando controlado por hombres.
Los 14 miembros del Buró Político del Comité Central del PCC están incluidos en la lista de diputados para la próxima legislatura. De esos 14, solo tres son mujeres. Por otra parte, el Comité Central del Partido Comunista está compuesto por 120 personas. De esas 120, 62 han sido incluidas en la lista de candidatos. Sin embargo, de esos 62 futuros diputados miembros del Comité Central, 44 son hombres y solo 18 son mujeres.
Por último, entre los militares de más alto rango que han sido incluidos en la próxima ANPP, destaca la primer coronel Ania Guillermina Lastres, una mujer que solamente se dio a conocer en Cuba luego de la muerte del general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas. Lastres sustituyó a López-Callejas al frente de Gaesa, el conglomerado empresarial de las Fuerzas Armadas.
En Cuba no cambiará nada el 26 de marzo próximo. Tampoco los números derivados del proceso eleccionario deberían observarse con una mirada superficial. Una vez más solamente se evidenciará que en los totalitarismos no existe nada voluntario, espontáneo o completamente fidedigno.
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