Ataque ruso sobre Sumy. Vista desde la ventana de Lisandra. Jueves, 3 de marzo de 2022.
Lisandra bajo las bombas
4 / marzo / 2022
—Si dejo de responder, no te preocupes. Dentro de un rato estaremos en alerta y yo apago todo.
Miércoles, 2 de marzo, 4:43 p. m., hora de Sumy, Ucrania.
Cuando el ruido de la sirena es lo único que puede oírse en Sumy, Lisandra toma a su hija de tres años y se coloca en el corredor. Antes, ese pasillo no era más que eso, un pequeño espacio en el centro de la casa. Ahora es refugio. Las bombas empiezan a caer unos segundos más tarde. Cuando Camila, su hija, escucha la sirena, sabe que hay que esconderse.
—La niña se asusta cuando cae una bomba cerca o cuando oye la sirena. Le pongo muñequitos o juego con ella para que se olvide de todo. Esperemos que esto termine pronto. [5:30 p. m.]
En el corredor hay dos mochilas. Una tiene dentro sábanas y colchas; la otra, agua y algunos víveres. «Por si tenemos que ir al refugio».
Lisandra Estrada es cubana; su esposo, ucraniano. Viven en un piso nueve. Desde su casa al centro de la ciudad, si caminas, no son más de 20 minutos. Desde su casa a la frontera con Rusia, en algún transporte, es mucho menos de una hora. El 24 de febrero, sobre las dos de la tarde, los rusos estaban en la región de Sumy. Han estado desde entonces.
—Esa mañana quedé en shock. Nunca pensamos que pasaría algo así porque esta no era la primera vez que los rusos nos amenazaban. [6:45 p. m.]
Lisandra vive en Ucrania hace cinco años, desde 2017. Antes, había trabajado en Sanya, Hainan, China. Es bailarina. Estudió en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba.
—Espera, la niña empezó a llorar y no me dejó seguir. [6:46 p. m.]
[7:21 p. m.] «Los ataques aquí han sido con artillería. En la noche se escuchan muchos tiroteos; sobre todo en el centro de la ciudad. Hemos escuchado muy fuerte dos bombas. Esas cayeron sobre casas de la periferia. A partir de las seis de la tarde no se puede salir, solo en caso de que suene la sirena y tengamos que refugiarnos. Nosotros nos quedamos en casa y nos sentamos a esperar en el corredor. Si hay amenaza aérea, podemos bajar al refugio de una escuela que queda frente a nuestro edificio. En las noches realmente no puedo dormir, estoy en constante estrés y pensando en que pueden atacar en cualquier momento. Compramos la comida por cantidades cuando mi esposo puede salir de día. Casi no hay comida en los mercados. Los ocupantes han cerrado la ciudad y no podemos salir. Ni nadie puede entrar. Nos comunicamos gracias a los grupos de Telegram de la región de Sumy, por Facebook y por la televisión. En casa, gracias a Dios, tenemos agua caliente y agua fría, y hasta ahora la calefacción funciona, pero no sabemos hasta cuándo».
Lisandra ha pensado en abandonar el país. Su esposo desea enviarla a ella y a Camila a Polonia; «pero la situación en estos días es muy difícil, a veces los ocupantes disparan a los autobuses y a los carros», me dice.
—Todos queremos que Putin pare. Hay muchas personas muriendo, tanto ucranianos como rusos que son casi niños. [7:28 p. m.]
[7:36 p.m.] «Cada vez que veo las noticias de lo que ha pasado en Járkov, en Kiev y en otras ciudades es imposible contenerme. Lloro de dolor y de impotencia».
Más adelante se le cortará la voz al contarme que 16 niños han muerto junto a sus padres y familiares. Me dice que sin querer ha visto videos de soldados rusos y ucranianos muy jóvenes tirados muertos en el piso. «Eso a mí me ha puesto mal. Esto ha sido un infierno».
Lisandra me envía un mapa de Ucrania en el que están señalizadas las zonas de combate; «aquí están los ocupantes», me dice. Con una flecha azul me ha señalado Sumy. [7:38 p. m.]
—Siempre es así en las tardes. En las mañanas a veces sucede algún enfrentamiento. En la noche también escuchamos los tiroteos. La artillería, más o menos, hasta las diez de la noche. El martes [primero de marzo] tuvimos sirenas desde un poco antes de las diez y hubo amenaza de ataque aéreo. Tuvimos que quedarnos aquí porque a veces me da miedo bajar con la niña los nueve pisos para el refugio. Nos quedamos en la casa y gracias a Dios no pasó nada. [7:40 p. m.]
Cuatro minutos después, Lisandra me envía un video que acaba de tomar desde la ventana de su casa. No se ve prácticamente nada. Escucho la sirena. Es el sonido del mal. Escucho también a Camila.
—La niña estaba asustada cuando hacía el video y corté rápido. Tuvimos que volver a escondernos en el corredor. [7:44 p. m.]
[7:49 p. m.] «Cuando llega esta hora me pongo nerviosa, sobre todo porque empiezan a apagar todas las luces, también apagamos las de la casa. Hay que cerrar el gas, y antes de acostarnos cerramos el Internet. A esta hora puede pasar cualquier cosa. Estamos preparados para por si acaso. Todos los días cambia, sucede algo diferente. No sabemos cómo vamos a estar mañana».
[9:20 p. m.] «Ha empezado la sirena. Estamos en el corredor. Con todo apagado».
—¿La niña está despierta? —le pregunto.
—Sí.
Lisandra me envía una foto del televisor de su casa. No puedo entender las palabras, pero claramente es una señal alarma.
—Ahora están fajaos con artillería. Nada más se oye: ¡bum! Pero lejos. No es aéreo. Estamos aquí sentados. Estoy con la niña. Mi esposo anda por allá, por la ventana. Fue a escuchar de qué parte venían. Te escribo cuando termine todo esto. Espero que pronto. [9:30 p. m.]
«Ukraine NOW» es el nombre del grupo de Telegram por el cual Lisandra puede saber en tiempo real los lugares que están bajo ataque en Ucrania. «Ahí escriben cuando ponen la sirena. Ponen el nombre de la ciudad. Y la palabra refugio».
—La niña se durmió. [9:36 p. m.]
[9:38 p. m.] «Aún estoy aquí sentada, pero todo está mucho más tranquilo. Afuera aún no encienden las luces. Nada más tenemos la luz del baño encendida. Da un poquito para el corredor».
[9:39 p. m.] «En Sumy estamos luchando para que ellos no entren más. Si entran y pasan cogen toda Ucrania. Atacan Sumy porque quieren pasar».
[9:50 p.m.] «Acabó todo. Estoy más tranquila».
A las 11:11 p. m. Lisandra me envía una captura de las noticas que lee:
«En la mañana en Sumy, tropas rusas derribaron un edificio de una antigua escuela de arte. En la zona de las calles G. Kondrat êva, Lebedinskoí KOÏ, Gamalia, dañó la línea eléctrica y las ventanas en las casas. Cinco personas resultaron heridas».
«Desde el comienzo de la invasión a gran escala de Rusia, en el territorio de la comunidad de Sumy, 13 personas han sido asesinadas. Estos son seis militares, tres miembros de la defensa territorial y cuatro civiles. 16 personas también resultaron heridas».
—¿Cómo siguió la noche? —le pregunto.
—Más tranquila, gracias a Dios. [11: 13 p.m.]
Jueves, 3 de marzo.
—Hay aviones. Se están escuchando bombas. Nada. No podemos hacer nada. Estamos aquí en el corredor. [6:30 p. m.]
El audio de Lisandra me paraliza.
Le escribo otra vez cuando son las 9:44 p. m.
—Estamos bien, gracias a Dios. [9:47 p. m.]
Me envía una foto. Esta vez, es la luz del mal.
Le vuelvo a escribir cuando son las 8:25 de la mañana del viernes 4 de marzo. Media hora después me dice que apenas pudo dormir, estaba pendiente de las noticias. Tenía dolor en el pecho. Y en la mano derecha.
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